Culpa y sacrificio
La mayor¨ªa de las iglesias y de las teolog¨ªas cristianas viven obsesionadas con el problema del pecado, que colocan en el centro de la moral, y se olvidan con frecuencia de los sufrimientos de los seres humanos. Llegan incluso a establecer una relaci¨®n causal entre pecado y sufrimiento, y a dar a ¨¦ste un sentido redentor. Tal planteamiento est¨¢ muy presente en el imaginario de muchos cristianos y cristianas y de otras personas que, m¨¢s all¨¢ de las creencias religiosas, consideran sus sufrimientos consecuencia de su mal comportamiento, y en esa medida los justifican y terminan por soportarlos resignadamente, sin luchar por aliviarlos. Cuando en este imaginario entra la culpa -sucede con frecuencia-, se dejan sentir los efectos negativos en el plano psicol¨®gico. ?Resultado? Conciencias invertidas, vidas destruidas, presas del sacrificio y "v¨ªctimas del pecado". Y todo ello con la complicidad de las instituciones religiosas, a quienes son aplicables las palabras de Nietzsche: ver sufrir produce bienestar, hacer sufrir, m¨¢s bienestar todav¨ªa, hasta convertirse en una aut¨¦ntica fiesta.
V?CTIMAS DEL PECADO
Jos¨¦ Mar¨ªa Castillo
Trotta. Madrid, 2004
224 p¨¢ginas. 13 euros
?sta es la trama del excelen-
te libro del te¨®logo Jos¨¦ Mar¨ªa Castillo, donde desenmascara la mentalidad sacrificial y culpabilizadora del sufrimiento vigente en la moral cristiana tradicional, a trav¨¦s de un an¨¢lisis cr¨ªtico muy riguroso de algunas de las m¨¢s importantes tradiciones del Nuevo Testamento, entre ellas la de Pablo. Y lo hace desde una lectura liberadora, en sinton¨ªa con la interpretaci¨®n no sacrificial del cristianismo del antrop¨®logo Ren¨¦ Girard, teniendo como referencia los estudios sobre el pecado, el miedo y la culpa en Occidente de Jean Delimeau y con la ayuda, obligada en este caso, del Nietzsche de La genealog¨ªa de la moral.
Lo que Castillo descubre en este an¨¢lisis es la existencia de una teolog¨ªa del sacrificio y de la expiaci¨®n, que considera la sangre condici¨®n necesaria para la salvaci¨®n. Una teolog¨ªa presente en las cartas del ap¨®stol Pablo, quien habla del sentido expiatorio de la muerte de Cristo. Dios entrega a la muerte a su Hijo para redimir a la humanidad de sus pecados. La imagen de Dios no puede ser m¨¢s monstruosa: es lo m¨¢s parecida a la de Moloc, divinidad cananea que exig¨ªa el sacrificio de ni?os para aplacar su ira. M¨¢s a¨²n, la violencia de Dios contra su Hijo se presenta como la manifestaci¨®n de su amor a la humanidad. Sin sangre no hay remisi¨®n posible de los pecados, como tampoco salvaci¨®n ni esperanza. Una imagen as¨ª de Dios, subraya el autor, impone miedo, provoca rechazo, lleva derechamente a la incredulidad o, mejor, a la increencia y, en definitiva -a?ado yo-, a su negaci¨®n.
Castillo contrapone esta imagen sanguinaria de Dios y la interpretaci¨®n sacrificial de la muerte de Cristo a la experiencia humana y religiosa de Jes¨²s de Nazaret, cuya preocupaci¨®n fundamental no se centra en el pecado ni en el sacrificio, sino en la felicidad de los seres humanos y, por ende, en liberarlos de sus sufrimientos. Mira por d¨®nde Jes¨²s de Nazaret y Epicuro, considerados tan distantes en ideas y estilo de vida, coinciden en lo fundamental. El mensaje de Jes¨²s se resume en la m¨¢xima "misericordia quiero, no sacrificios", tomada del profeta Oseas. La mejor s¨ªntesis de la ense?anza de Epicuro son sus propias palabras: "Vana es la palabra del fil¨®sofo que no sirva para curar alg¨²n sufrimiento de los seres humanos". Jos¨¦ Mar¨ªa Castillo lo ha formulado con nitidez y convicci¨®n en este libro.
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