Can Tunis, ¨²ltimos coletazos
Docenas de toxic¨®manos viven entre los escombros de un barrio fantasma
Can Tunis casi ha pasado a la historia. Sus vecinos se han mudado a otras zonas. De las m¨¢s de 500 personas que habitaban en este barrio de 50 viviendas -premio FAD de arquitectura en 1979, que naci¨® como un ambicioso proyecto de integraci¨®n social- s¨®lo quedan cinco familias y ocho casas en pie frente a toneladas de basuras, excavadoras y escombros.
Tambi¨¦n resisten docenas de toxic¨®manos que malviven debajo del puente de la ronda en una situaci¨®n de absoluta degradaci¨®n, y quedan gallos de pelea desquiciados, ratas como gatos, gaviotas que picotean restos de comida, culebras y chinches. "Antes hab¨ªa tambi¨¦n dos cerdos de 500 kilos cada uno que se aficionaron a comer jeringuillas". As¨ª lo explica Juli¨¢n Montalvo, educador social con m¨¢s de siete a?os de experiencia en Can Tunis.
Una asociaci¨®n sol¨ªa repartir m¨¢s de 700.000 jeringuillas al a?o en el barrio
El sida, la hepatitis y las enfermedades mentales son los ¨²ltimos protagonistas
Este barrio de Barcelona, encorsetado entre el puerto, la Ronda Litoral y el omnipresente cementerio de Montju?c, tiene los d¨ªas contados. Los terrenos que ocupa se devuelven al puerto, su titular originario, y se convertir¨¢n en un inmenso aparcamiento para contenedores y camiones. Pero hasta que esto sea as¨ª, y tras un proceso de desmantelamiento que ha dividido a los vecinos y que ya dura m¨¢s de tres a?os, los ¨²ltimos de Can Tunis est¨¢n a merced de la nada.
Pasa un cami¨®n de la basura, y es una irrupci¨®n "sorprendente porque hace meses que no se ve¨ªa pasar ninguno", apunta Montalvo. Como cada ma?ana todos los d¨ªas del a?o, ya ha llegado el autocar de la Asociaci¨®n Bienestar y Desarrollo (ABD), una instituci¨®n que trabaja contra la exclusi¨®n y que ha sido contratada por el Ayuntamiento de Barcelona. Su labor de centra en el intercambio de jeringas a toxic¨®manos -s¨®lo en Can Tunis sol¨ªan repartir m¨¢s de 700.000 al a?o, lo que supone el 70% del total de los programas de intercambio en Catalu?a-, hacer acompa?amientos a centros de salud o servicios sociales, y llevar a cabo curas de primeros auxilios.
En el interior del veh¨ªculo trabajan una enfermera y varios educadores: saludan a cada toxic¨®mano por su nombre, conversan con ellos y les dan bocadillos y zumos. Es la hora del chupito -la dosis de metadona- y apenas tres personas hacen cola esperando su turno. Uno de ellos es A. L. Est¨¢ tratando de dejar la hero¨ªna, pero se chuta coca¨ªna. S. P., otro usuario del servicio, se acerca al autocar y, mientras bebe agua, al ser preguntado explica que a ¨¦l le da igual que desaparezca el barrio en unas semanas porque, a?ade: "Yo no voy a durar tanto". Montalvo bromea con ¨¦l, y mientras lo ve alejarse hacia una de las casas que a¨²n se mantienen en pie a buscar su microdosis, cuyo precio ronda entre 5 y 15 euros, le pregunta si va "al s¨²per a comprar un poco de leche y un pollo". S. P. apenas sonr¨ªe y sigue impasible su camino.
Una veintena de organizaciones, entre las que se incluyen la Federaci¨®n de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVD) y la Asociaci¨®n de Agentes de Salud de Barcelona, han elaborado un manifiesto en el que alertan sobre la situaci¨®n del barrio y subrayan la dejadez sanitaria en la que malviven los centenares de toxic¨®manos que antes acud¨ªan diariamente a la zona a inyectarse.
Estas entidades acusan al Ayuntamiento de Barcelona de falta de previsi¨®n por el desbordamiento de las listas de espera en los programas de tratamiento y desintoxicaci¨®n por falta de recursos. "Los centros de ayuda est¨¢n absolutamente saturados, y esta es una situaci¨®n que se ve¨ªa venir hacer meses", asegura E. S., una enfermera que ha trabajado en organizaciones sociosanitarias en Can Tunis.
Joan Guix, gerente de la Agencia de Salud P¨²blica de Barcelona, explica, en cambio, que desde hace m¨¢s de un a?o est¨¢ en marcha un operativo para prevenir el aumento de la marginalidad de los drogodependientes y a?ade que se han incrementado las medidas para acogerlos en los programas de metadona y de reinserci¨®n sanitaria y social.
De momento, el sida, las distintas hepatitis y las enfermedades mentales son los ¨²ltimos protagonistas de este barrio barcelon¨¦s. "Es como si estas personas [los toxic¨®manos] fueran invisibles para la ciudad, y el caso es que poco a poco se nos van muriendo todos", denuncia Montalvo.
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