Europa en la trastienda
James Joyce se lo pas¨® en grande escribiendo 'Ulises', aunque tuviera que dedicar media vida a corregir las err¨¢ticas erratas de un texto cr¨ªptico y lleno de juegos de palabras que lo mismo no es ya ni siquiera el del autor
Europa no vende
La conducta de lo que se llama el electorado resulta bastante curiosa, en casi todo parecida a aquel que no vacila en auxiliar a alguien que sufre una ca¨ªda callejera pero que pasa sin mirar ante el ca¨ªdo que pide unos c¨¦ntimos en una esquina. Que m¨¢s de la mitad de ese electorado haya preferido no votar en las elecciones europeas s¨®lo puede significar que Europa no vende o que los aspirantes a representarla no saben c¨®mo diablos colocar esa mercanc¨ªa. Lo peor no es ya que el ¨ªndice de participaci¨®n sea el m¨¢s bajo de toda la historia de esta convocatoria, con ser bastante grave, si se considera que la idea misma de Europa est¨¢ por construir todav¨ªa, sino que en algunos pa¨ªses apenas si ha votado uno de cada cuatro ciudadanos. Lo ¨²nico positivo, visto m¨¢s de cerca, es que ahora Francisco Camps carece de excusas para no salirse con la suya. Si la tiene.
Solemne, el gordo
A?o tras a?o nos dan la murga por un d¨ªa los seguidores de James Joyce a cuenta del Ulises, una farragosa novela que al esforzarse por contar un d¨ªa entero en la vida de Leopoldo Bloom no tiene otro remedio (un tanto como Josep Pla en El Quadern Gris) que rellenar p¨¢ginas y m¨¢s p¨¢ginas con los detalles de un tedioso costumbrismo que acaba por aburrir. Si adem¨¢s hay que descifrar a cada momento sus innumerables juegos de palabras y seguir el retorcido rastro de sus retru¨¦canos, su lectura se parece m¨¢s a un examen innecesario que al goce de leer. Es cierto que arranca de manera magistral en su primera l¨ªnea ("Solemne, el gordo Buck Mulligan...", etc., y que se dirige hacia su final con un brillante mon¨®logo de la pobre Molly Bloom de inicio fastuoso ("S¨ª, porque ¨¦l nunca hab¨ªa hecho tal cosa como pedir el desayuno en la cama...", etc.). L¨¢stima que el resto oscile entre la inanidad de jesuita, la osad¨ªa adolescente y el exceso de ri?ones.
Nacional y valenciano
La historia del teatro p¨²blico valenciano en los ¨²ltimos quince a?os es lo m¨¢s parecido a la m¨¢s terrible versi¨®n del cuento de la lechera. Temporada tras temporada, se constata que es poco lo que tenemos, luego es justo y necesario que tengamos algo m¨¢s. As¨ª las cosas, ?por qu¨¦ no dedicar algunas horas de autocomplaciente enso?aci¨®n a imaginar c¨®mo habr¨ªa de ser un Teatro Nacional Valenciano? Que prop¨®sito tan severo se formule muchas veces en una prosa en la que ser¨ªa dif¨ªcil determinar si resulta m¨¢s analfabeta que incomprensible viene a ser lo de menos, pues que de lo que se trata es de mantener viva la llama de una necesidad ilusoria, y a ver qu¨¦ cae. ?El modelo? M¨¢s bien decimon¨®nico, ali?ado con detestables toques de modernidad, y con muy poquito que ver con lo que ocurre en el teatro de ahora mismo. ?La pertinencia? Tan misteriosa como la prosa que expresa su necesidad. ?El resumen? Albena Teatre certifica con una trilog¨ªa el cierre de Espai Moma, esa sala tan p¨²blica como privada que ven¨ªa a ser el teatro nacional valenciano a escala.
Comisi¨®n limitada
Hay mucho que investigar en los sucesos del 11-M, incluso much¨ªsimo, as¨ª que nada mejor que poner sobre la pista a una comisi¨®n parlamentaria. Pero si esa comisi¨®n se ve privada del sumario del caso, y si adem¨¢s tampoco podr¨¢ disponer del relato de las diligencias policiales, es de temer que no salga a la luz m¨¢s de lo que ya se ha sabido por las informaciones de los medios. As¨ª las cosas, lo mismo da la estrategia de la ara?a de los dos partidos m¨¢s importantes de la naci¨®n a la hora de guarecer a sus dirigentes. Como lo que se sabe no se olvida, salvo que se destruya la documentaci¨®n que lo sustenta, lo mejor ser¨ªa aplazar esos trabajos para los d¨ªas en que los detalles de lo ocurrido pierdan el prestigio del secreto y sus ventajas.
Ojo al dato
Abunda el soci¨®logo electoral al que le pasa con el an¨¢lisis de los datos lo mismo que a Falstaff con las tetas de la posadera, que no sabe por d¨®nde cogerlos. Sin embargo, los datos no enga?an, aunque sean tan el¨¢sticos como un chicle para seg¨²n qu¨¦ cerebros. Desviaciones abstencionistas aparte, si en Valencia EU ha obtenido un 4,53%, el Bloc un 0,67 y ERPV un 0,73%, porcentajes que son de un 3,16%, un 0,27 y un 0,36, respectivamente, para Alicante, y un 2,43%, un 1,23 y un 1,13 para Castell¨®n, entonces bien puede decirse que esos obstinados partidos podr¨ªan considerar la eventualidad de retocar sustancialmente las l¨ªneas maestras de su negocio. Pero, no contando el desaliento entre las caracter¨ªsticas de su prop¨®sito, es de temer que den saltos de alegr¨ªa si en una pr¨®xima convocatoria consiguen, los tres juntitos, pasar en Alicante del 3,79 al 4,79%. No es empresa menor, no crean.
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