?Sin salida?
Como abogado de menores he defendido a una chica que comenz¨® a drogarse cuando ten¨ªa 14 a?os. Desde entonces, su vida ha estado marcada por el deterioro de sus v¨ªnculos familiares, la p¨¦rdida de sus amigos, la peque?a delincuencia, la ca¨ªda en el c¨ªrculo de toxic¨®manos y traficantes de Las Ca?as y los intentos de suicidio. Hace unos meses, ingres¨® por decisi¨®n propia en un centro para rehabilitarse, una medida adoptada en el marco de un proceso judicial.
Con la ayuda del juez, y despu¨¦s de muchos intentos fallidos porque todos los centros de menores se encuentran saturados, mi defendida pudo entrar en uno de esos centros, donde trata ahora de superar una adolescencia marcada por la dependencia de las drogas m¨¢s duras, las agresiones, las humillaciones y la desesperaci¨®n, como ella misma me contaba.
Desgraciadamente, esta chica es uno m¨¢s de los muchos menores que he defendido en los ¨²ltimos a?os y que, por unas razones u otras, pero principalmente por vivir en una familia desestructurada o rota, se encuentran en situaciones de total desamparo.
?Qu¨¦ salida tienen estos menores? Cuando termine su periodo de rehabilitaci¨®n, mi defendida se encontrar¨¢ de nuevo sin un futuro y sin ninguna posibilidad de ser una persona normal. Quiz¨¢ haya logrado rehabilitarse desde el punto de vista de las drogas, pero tendr¨¢ muchas probabilidades de volver a caer en ellas. Saldr¨¢ sin ning¨²n tipo de formaci¨®n o, como mucho, con el graduado que se haya podido sacar durante los meses de internamiento en que consiste la medida que le fue impuesta. Pero cuando abandone el centro, con 18 a?os, ?qu¨¦ ser¨¢ de ella? ?Qu¨¦ les espera a tantos y tantos menores y j¨®venes que son apenas mayores de edad y que se encuentran en esa misma situaci¨®n?
La respuesta es s¨®lo una: seguir¨¢n viviendo un infierno en vida, sin m¨¢s salida que la droga y la marginaci¨®n, una vida sin familia, sin amigos, sin trabajo, sin esperanza.
?D¨®nde est¨¢ la Justicia? Porque la raz¨®n de ser de ¨¦sta no puede consistir ¨²nicamente en juzgar. La Justicia no puede terminar con la sentencia, su fin debe ser la total rehabilitaci¨®n y la integraci¨®n del menor en la sociedad; esa sociedad que es la responsable subsidiaria de su cuidado, educaci¨®n y formaci¨®n, cuando su familia no existe o est¨¢ desestructurada y es incapaz de asumir su funci¨®n.
El Estado de bienestar de la sociedad comienza, sin duda, por la atenci¨®n y el cuidado de los m¨¢s necesitados: los disminuidos ps¨ªquicos, f¨ªsicos y sensoriales, los menores, los ancianos y los marginados; y la sociedad, como responsable, debe exigir a sus representantes que reconozcan como prioridad la defensa de los que se encuentran en estas situaciones y de quienes ellos dependen.
No hacerlo es ego¨ªsmo e hipocres¨ªa por parte de la sociedad y falta de sensibilidad e indignidad por parte de quienes la dirigen y gobiernan; una insensibilidad a¨²n m¨¢s flagrante trat¨¢ndose de los menores, que no pueden defenderse porque, adem¨¢s, no votan.
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