La historia de Gabicho
?sta, la de Gabicho, es una historia que bebe del esp¨ªritu del F¨®rum, aunque no forme parte de su programa oficial de actos. Gabicho es un sacerdote de 57 a?os de hablar suave, frases elocuentes y maneras sencillas que estuvo hace unos d¨ªas de paso por Barcelona y al que pude conocer gracias al fot¨®grafo Joan Guerrero, otra persona admirable, aunque a ¨¦l no le gusta que lo diga. Cuando Joan lo conoci¨® hace unos a?os, en Pungal¨¢, un pueblecito ecuatoriano de los Andes, Gabicho le coment¨® de pasada que conoc¨ªa a otro fot¨®grafo. Pens¨® Joan que ¨¦ste ser¨ªa uno de tantos turistas que van por el mundo con la c¨¢mara colgada al cuello y pose de fot¨®grafo, pero cuando entr¨® en la casa de Gabicho comprob¨® con asombro que este otro fot¨®grafo era nada menos que Sebasti?o Salgado, el gran fot¨®grafo brasile?o. "Salgado vino en 1978 a tomar fotos de mi pueblo", recuerda Gabicho, "y ha vuelto varias veces. Cuando puede, pasa por Ecuador y me da fotos suyas. Tengo muchas en casa".
Gabicho cuenta historias incre¨ªbles de su iglesia en Pungal¨¢, historias que beben del esp¨ªritu de los Andes y de la gran sensibilidad de los indios, una gente que sin tener nada est¨¢ dispuesta a darlo todo. Cuenta, por ejemplo, que cuando pasa el cepillo durante la misa en su iglesia, algunos indios en vez de dar dinero depositan en ¨¦l un huevo, lo m¨¢s valioso que tienen. Otra historia: en cierta ocasi¨®n, llamaron a Gabicho de un lugar remoto, en los Andes, para que le diera la extremaunci¨®n a un hombre. Al llegar, el hombre, moribundo, le dijo: "Padre, no tengo pecados. El ¨²nico pecado que recuerdo es que mat¨¦ a un c¨®ndor en pleno vuelo".
Son, las de Gabicho, historias de los Andes, historias de gente que va a buscar hielo al Chimborazo para venderlo despu¨¦s en el valle, historias de gente sencilla que se resiste a perder la esperanza a pesar de la miseria en que vive. Otra historia que cuenta Gabicho es la de dos ni?os que se ahogaron en un r¨ªo. Al d¨ªa siguiente, los indios pusieron en la ribera dos cruces y ataron en su base sendas cuerdas que iban a morir dentro del r¨ªo, por si el alma de los ni?os quer¨ªa salir del agua. "Llevo muchos a?os con los indios y, m¨¢s que ense?arles, yo creo que aprendo mucho de ellos", resume Gabicho. "Salgado me suele decir que los indios son la gran reserva de la humanidad, y es cierto. Ellos est¨¢n poco contaminados y tienen una dignidad que impresiona".
Para ayudar a los indios de esta regi¨®n del Chimborazo, Gabicho est¨¢ empe?ado desde hace unos a?os en que la llama, un animal proscrito de estas monta?as por culpa de los desmanes de la Conquista, vuelva a los paisajes andinos de Ecuador. "La llama exist¨ªa por aqu¨ª desde 6.000 a?os atr¨¢s, pero los ind¨ªgenas se hab¨ªan acostumbrado a vivir sin ellas", cuenta Gabicho. "Hab¨ªa mucho recelo cuando empezamos el repoblamiento, pero luego fue como si resucitaran a una nueva vida. La llama es un animal muy vivaz y los ni?os se entienden muy bien con ¨¦l. Empezamos en Pungal¨¢, pero ahora ya hay 1.200 animales en cuatro cantones y siete parroquias de Ecuador. Seguiremos, porque en la provincia hay capacidad para 50.000 y en todos los p¨¢ramos del Ecuador para unos 60 millones de llamas. Si todo va bien, se crear¨¢ una industria textil artesanal que ayudar¨¢ a subsistir a las familias".
"A m¨ª la actitud de la llama me recuerda la de los indios", prosigue Gabicho. "Es t¨ªmida, d¨®cil, vivaz y muy observadora. Est¨¢ perfectamente adaptada a los Andes. Es bueno que vuelva a esta regi¨®n. Adem¨¢s, su carne es muy nutritiva. Cada llama cuesta unos 60 d¨®lares y los ind¨ªgenas se abrazan cuando las ven, y eso que son parcos en expresar sus emociones".
Gracias a una ley de reforma agraria aprobada en 1962, la mayor parte de los p¨¢ramos de Ecuador han vuelto a manos de los indios. Cuenta Gabicho, sin embargo, que la dolarizaci¨®n hace muy dif¨ªcil la vida en su pa¨ªs. "Los sueldos no alcanzan para nada", dice, "y muchos optan por emigrar a Espa?a, donde se calcula que viven unos 250.000 ecuatorianos. La esperanza es que se acaben los pol¨ªticos corruptos, pero all¨ª hay mucho populismo y decimos que lo ¨²nico que distingue a un pol¨ªtico de izquierdas de uno de derechas es que el primero se guarda el dinero en el bolsillo izquierdo y el otro en el derecho". Cuando se publique esta cr¨®nica, Gabicho ya habr¨¢ regresado a su pa¨ªs y probablemente les contar¨¢ a sus paisanos algunas de las cosas que ha visto en Barcelona. "Les hablar¨¦ de c¨®mo viven aqu¨ª, pero sin entrar en detalles", sonr¨ªe. "Si les hablara del metro, no lo entender¨ªan. Para ellos, Europa es como un mito. Creen que aqu¨ª se fabrica el dinero y que casi no hay que trabajar. Cuando vengo aqu¨ª, sin embargo, pienso que los europeos deber¨ªan mirar m¨¢s hacia el interior que hacia el exterior. El dinero siempre es fr¨ªo. El consumo es aqu¨ª exagerado y tienes la impresi¨®n de que todo est¨¢ en exhibici¨®n y en venta. Los ind¨ªgenas, en cambio, nos dan constantes lecciones de solidaridad y de dignidad. Llevo 40 a?os con ellos y tengo la sensaci¨®n de que siempre estoy aprendiendo. Ellos dicen: 'Tienes que pensar con el coraz¨®n', y tienen raz¨®n".
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