"Para m¨ª siempre ser¨¢ el polaco"
Un antiguo preso recuerda, conmocionado al conocer nuevos datos, a su amigo ejecutado
Estaba en la playa con mi mujer hojeando un dominical. Y de repente me encuentro con el polaco. Fue muy fuerte; fue la hostia. Ahora mismo estoy hablando contigo y tengo la carne de gallina". E. D. estaba en prisi¨®n en 1974 y fue el ¨²ltimo preso que vio con vida a Heinz Ches, ejecutado con 29 a?os de edad a garrote vil por el r¨¦gimen franquista al mismo tiempo que el anarquista Puig Antich.
Treinta a?os despu¨¦s revive una historia que marc¨® su vida durante "demasiado tiempo" tras la lectura del reportaje publicado por El Pa¨ªs Semanal el 13 de junio sobre el documental La muerte de nadie. El enigma de Heinz Ches. La pel¨ªcula de investigaci¨®n se estrena hoy en diversos cines de Espa?a.
"Era amable; siempre estaba encerrado en su celda; parec¨ªa, no s¨¦, como m¨ªstico"
E. D., que proporciona su nombre completo al periodista pero prefiere no difundirlo p¨²blicamente, era el preso encargado de la biblioteca de la c¨¢rcel de Tarragona, lo que le permiti¨® entablar relaci¨®n con el vagabundo que dec¨ªa ser polaco, condenado por matar al guardia civil Antonio Torralba en 1973. Emocionado por el convulso pasado redivivo de manera fortuita, quiere, al menos, contar su parte de la historia. Un testimonio que conocen su familia y sus amigos m¨¢s ¨ªntimos.
"Era un t¨ªo amable, tranquilo y callado; siempre encerrado en su celda; parec¨ªa, no s¨¦, como m¨ªstico; sonre¨ªa a la gente, se hac¨ªa respetar e incluso, apreciar. Recuerdo, por ejemplo, que Ren¨¦, un preso de la OAS
[Organisation Arme¨¦ Secr¨¨te, grupo terrorista que luch¨® contra la independencia de Argelia], dec¨ªa que sacar¨ªa tambi¨¦n al polaco de la prisi¨®n en un mot¨ªn", cuenta E. D. de manera entrecortada, conforme va haciendo memoria.
Ches apenas hablaba, apenas dec¨ªa nada m¨¢s all¨¢ de que era polaco, ap¨¢trida y de que no ten¨ªa familia. De hecho, en la prisi¨®n todo el mundo le conoc¨ªa como el polaco.
"Para m¨ª, siempre ser¨¢ el polaco. As¨ª lo recuerdo. Y eso de que ten¨ªa familia, mujer e hijos, nada de nada, nunca dijo nada", explica, conmocionado por los datos que revela La muerte de nadie. El enigma de Heinz Ches y que modifica su historia tal y como la vivi¨®. Ches se llamaba en realidad Georg Michael Welzel y era un alem¨¢n del Este que hab¨ªa cruzado el muro de Berl¨ªn. Ten¨ªa compa?era sentimental y tres hijos, adem¨¢s de dos hermanos.
Todos ellos relatan sus experiencias y la triste andadura de Ches en el documental. E. D. no sale de su asombro por el descubrimiento de una persona distinta a la que conoci¨® siendo ambos muy j¨®venes, privados de libertad y en unas circunstancias muy especiales que les unieron.
"No puede ser, no puede ser. Yo jugaba al ajedrez con ¨¦l. Lo hac¨ªa muy bien. Momentos antes de que se lo llevaran para ser ejecutado est¨¢bamos jugando y yo le dec¨ªa: 'Que te van a matar; dime si puedo hacer algo, si puedo escribir o visitar a alg¨²n familiar'. Pero a ¨¦l parec¨ªa que todo le daba igual. No mostraba inter¨¦s ni por el juicio ni prestaba importancia a las visitas de su abogado. Aseguraba que no ten¨ªa a nadie, y cuando yo insist¨ªa, simplemente, me dec¨ªa: 'Jugamos', se?alando el tablero".
E. D. no sab¨ªa que Heinz Ches hab¨ªa pasado por las prisiones de la extinta RDA y sufri¨® los m¨¦todos de la polic¨ªa secreta de la Stasi. Quiz¨¢ estos hechos pueden ayudar a explicar su frialdad frente a las penurias de la vida en prisi¨®n y frente a su propio destino.
El antiguo preso bibliotecario, al que el franquismo meti¨® en prisi¨®n "injustificadamente" por un accidente de circulaci¨®n, tambi¨¦n ignoraba que hablaba alem¨¢n. "No hago m¨¢s que pensar y desde luego nosotros nos comunic¨¢bamos, habl¨¢bamos, pero nunca en alem¨¢n, porque no tengo ni idea. Deb¨ªamos hablar un poco en castellano, un poco en franc¨¦s. Yo le llevaba libros, le explicaba lo que era ETA... Debo tener en casa un libro firmado por ¨¦l y seguro que en las cartas que le escrib¨ªa a mi madre aparecen referencias al polaco", afirma.
Ches cont¨® a su contrincante de ajedrez c¨®mo mat¨® con una escopeta que hab¨ªa cogido de una mas¨ªa a un guardia civil "porque pensaba que iba a por ¨¦l cuando le vio entrar a aquel bar del camping". Pero hay un detalle que 30 a?os despu¨¦s a¨²n sigue martilleando a E. D. cuando rememora el suceso y la relaci¨®n que estableci¨® con el polaco: "Ten¨ªa la sensaci¨®n de que Ches ya conoc¨ªa de algo al guardia civil, de que hab¨ªa m¨¢s detr¨¢s de todo". Tambi¨¦n el documental deja abiertos numerosos episodios de una vida llena de inc¨®gnitas que seg¨® el garrote vil.
E. D. recuerda n¨ªtidamente c¨®mo vivi¨® los momentos previos de la cruel y dilatada ejecuci¨®n, que dur¨® "casi media hora, desde que los funcionarios lo sacaron de la celda". "Me afect¨® mucho y durante meses conserv¨¦ el tablero de ajedrez sin mover las fichas".
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