Guitarra legendaria para abrir el verano
Un homenaje a Ray Charles marc¨® el c¨¦nit del concierto de B. B. King en el comienzo de su gira espa?ola
Mientras unos celebraban la llegada del verano en la playa, otros lo hac¨ªan en la plaza de toros. Pero todos podr¨ªan coincidir de madrugada a la orilla del mar, porque B. B. King cerr¨® al filo de la una su concierto en la plaza de toros de Valencia. El B. B. King Festival, que preludiaba el festival de jazz a celebrar en el Palau de la M¨²sica a mediados de julio, acab¨® en plan inequ¨ªvocamente festivo, con el cl¨¢sico sure?o When the saints go marchin'in invitando a desfilar al respetable. Y mientras el p¨²blico -media entrada- desfilaba satisfecho por el buen rato que le hab¨ªa hecho pasar el casi octogenario bluesman de Misisip¨ª, ¨¦ste sonre¨ªa desde el escenario en compa?¨ªa de una banda, con secci¨®n de vientos, dos guitarras m¨¢s, bajo, bater¨ªa y piano, que m¨¢s parece una familia por lo bien que se entienden.
Codo con codo con el l¨ªder, estaba su "amigo" el guitarrista espa?ol, que hab¨ªa acudido al escenario tras vociferar B. B. King su nombre: "?Raimundooo!". Y Raimundo Amador toc¨® con una soltura tal que parec¨ªa uno m¨¢s de ellos. Una diferencia: Lo que el art¨ªfice del Blues de la Frontera dec¨ªa con diez notas, B. B. King lo despachaba con dos. Pero el "Rey" no toca con cualquiera y Amador dio la talla.
Quien no se sum¨® a la celebraci¨®n final, aunque era algo que un d¨ªa antes se hab¨ªa apuntado como posibilidad, fue Dr. John, el otro plato fuerte de este festival itinerante. Como dec¨ªa un espectador de la zona del ruedo, que hab¨ªa renunciado a sentarse en silla, "S¨®lo B. B. King puede permitirse tener como telonero a Dr. John". El pianista de Nueva Orleans hab¨ªa salido a escena poco antes de anochecer para hacer su show y no lleg¨® a tocar diez canciones. Bien es cierto que ten¨ªa asignado sonido de telonero, pero tambi¨¦n que se le not¨® lac¨®nico y dispuesto a pasar sin pena ni gloria en su primera visita a Valencia. Los inconfundibles primeros compases de Tipitina, delicioso blues sazonado con especias cajun que remite a las calles y garitos de Nueva Orleans, donde se expende buena comida y mejor m¨²sica, preludiaron un concierto con solera y sabor que no lleg¨® a producirse. Dr. John altern¨® cl¨¢sicos de su disco m¨¢s jazzy, In a sentimental mood, con alguna pieza de su ¨²ltimo ¨¢lbum. Parec¨ªa el chico serio de la reuni¨®n, ya que Shemekia Copeland, joven cantante de estirpe que se mueve en un amplio campo entre soul, blues y funk y amenaza con tomar el relevo de grandes figuras como Koko Taylor, hab¨ªa arrancado aplausos entusiastas del p¨²blico. Se esperaba que ella y Dr. John, que le ha producido su ¨²ltimo ¨¢lbum, hicieran algo juntos. Pero tampoco.
En cambio, B. B. King estuvo dicharachero desde el principio ("Puede que mi ingl¨¦s no se entienda, pero yo tampoco me entiendo a m¨ª mismo"), toc¨® y cant¨® con generosidad y mostr¨® c¨®mo sabe hacer de la edad virtud. Su voz se ha hecho m¨¢s aguardentosa con el tiempo y eso hace m¨¢s atractivo su contraste con el toque criyng, entre llor¨®n y grit¨®n, de su guitarra Lucille. Hacia la mitad del show, evoc¨® a su amigo Ray Charles con la misma canci¨®n, Please accept my love que interpret¨® la semana pasada en Los ?ngeles, en una ceremonia dedicada al desaparecido cantante y pianista. Fue el momento m¨¢s vibrante, definitorio de una recta final del concierto caracterizada por su alto contenido emocional, que estall¨® en un r¨ªtmico y festivo Rock me baby de remate, tras el cual Raimundo Amador ser¨ªa llamado al estrado, para acercar su Gerundina a la legendaria Lucille.
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