Una cuesti¨®n de confianza
Desde 1998 funciona en Espa?a un mercado mayorista de electricidad. En ¨¦l se negocia la mayor parte de la electricidad que consumimos y se fija un precio horario que depende de factores inciertos como las aportaciones hidr¨¢ulicas que reciben los embalses o el coste de los combustibles que utilizan las centrales. El papel que juega este precio es crucial, puesto que es el que reciben las empresas de generaci¨®n por su producci¨®n, con una importante excepci¨®n: la energ¨ªa producida en las centrales construidas con anterioridad a 1998 se remunera a un precio esencialmente fijo merced al mecanismo de recuperaci¨®n de los llamados costes de transici¨®n a la competencia (CTC). Otra excepci¨®n es la generaci¨®n del r¨¦gimen especial, renovables y cogeneraci¨®n, sujeta a un r¨¦gimen retributivo espec¨ªfico.
El Gobierno se reserv¨® un mecanismo que le permite controlar el precio del mercado mayorista
En el tramo minorista, todos los consumidores podemos elegir la empresa a la que le compramos la electricidad. Sin embargo, una gran parte de los consumidores seguimos acogidos a una tarifa integral, la de toda la vida, que anualmente establece el Gobierno. Una gran parte de los ingresos del sector est¨¢n fijados a priori, frente a unos costes que var¨ªan por factores externos inciertos.
El establecimiento de una tarifa en estas circunstancias es un ejercicio de predicci¨®n. La posibilidad de aparici¨®n de un escenario de d¨¦ficit, en el que los ingresos resulten ser insuficientes para cubrir los costes, es evidente. ?C¨®mo se solucionan estos desajustes? En la mayor¨ªa de los pa¨ªses, simplemente difiriendo los desv¨ªos a la tarifa del siguiente a?o. Caben otras soluciones, como en el caso argentino, mediante la creaci¨®n de un fondo de estabilizaci¨®n que absorbe las diferencias entre los precios previstos y los reales.
Y en Espa?a, ?c¨®mo se ha abordado este problema? Atendiendo a las declaraciones del anterior secretario de Estado de Energ¨ªa, "haciendo encaje de bolillos con las tarifas el¨¦ctricas" (sic). La realidad es que el Gobierno no tiene necesidad de ser muy preciso en su estimaci¨®n del precio mayorista, de la producci¨®n del r¨¦gimen especial o de la demanda, dado que puede utilizar el mecanismo de recuperaci¨®n de los CTC a modo de colch¨®n: los a?os en los que los costes resultan ser mayores de lo previsto, la cantidad destinada a la recuperaci¨®n de los CTC se reduce. El verdadero conflicto surge cuando el incremento de los costes resulta ser mayor que el colch¨®n de CTC y los ingresos no alcanzan para pagar los costes incurridos. Esto es lo que en el sector se conoce como d¨¦ficit de tarifa.
Un modelo cuestionado
Una situaci¨®n de este tipo se dio de 2000 a 2002, lo que suscit¨® una intensa pol¨¦mica que finalmente el Gobierno cerr¨® en 2002 aceptando compensar el desajuste de esos a?os en las tarifas de los a?os venideros. Sin embargo, abri¨® al tiempo una nueva controversia limitando por real decreto el incremento anual de la tarifa hasta el a?o 2010 y definiendo la proporci¨®n de potenciales desajustes que absorber¨ªa cada una de las empresas con derecho a CTC. As¨ª, la tarifa se convierte en un tope, no tanto al precio del mercado, como a los ingresos de los agentes sujetos al mecanismo de recuperaci¨®n de los CTC.
Con esta medida, adem¨¢s de hacer posible el ajuste anual de la tarifa, el Gobierno se reserv¨® un mecanismo que le permite ejercer un cierto control sobre el precio del mercado mayorista, en el que no parece confiar en demas¨ªa.
Esta desconfianza, no del todo criticable teniendo en cuenta la composici¨®n y el aislamiento geogr¨¢fico de nuestro mercado, est¨¢ detr¨¢s del problema del d¨¦ficit y de buena parte de las imperfecciones del dise?o regulatorio. Los pr¨®ximos acontecimientos -el mercado ib¨¦rico de electricidad, la directiva europea de derechos de emisi¨®n y la transposici¨®n de la nueva directiva europea sobre el mercado interior de electricidad- se presentan como estupendas excusas para abordar un buen lavado de cara del modelo regulatorio.
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