Meritorio Ronquillo
Es curioso el caso de Rafael Ronquillo. Debut¨® con picadores en enero de 1999, hace ya cinco a?os y medio. En las ¨²ltimas tres temporadas s¨®lo ha participado en una novillada, y se muestra como un torero serio, digno y a la altura de las circunstancias. Lo suyo, sin duda, es de un m¨¦rito enorme. Nadie dir¨ªa que est¨¢ tan poco placeado, porque se le ve experimentado, conocedor de las suertes y con gusto y torer¨ªa en la cara de los novillos. Le falt¨®, quiz¨¢, enfadarse m¨¢s con su manso y descastado primero, pero se luci¨® en el toreo al natural y en garbosos adornos. No pudo rematar su aceptable labor en el cuarto, ante el que corri¨® bien la mano con escaso brillo por la falta de codicia del animal.
Ortega/ Ronquillo, Chac¨®n, Picazo
Novillos de Gerardo Ortega, correctos de presentaci¨®n, mansos, inv¨¢lidos y descastados; el 1?, devuelto y sustituido por otro de Marqu¨¦s de Albacerrada, manso. Rafael Ronquillo: ovaci¨®n y silencio tras aviso. Antonio Chac¨®n: silencio tras aviso y silencio. Gabriel Picazo: vuelta y oreja. Plaza de La Maestranza, 27 de junio, menos de media entrada.
Pero nadie es perfecto. Tanto tiempo en el paro no le ha convencido de que el buen toreo exige adelantar la pierna contraria y cargar la suerte. No lo hizo ni con el capote ni la muleta. Y su buen gusto qued¨® muy diluido.
Ronquillo, sin embargo, no es un caso aislado. Sus compa?eros de terna adolecieron del mismo defecto. Chac¨®n es torero animoso, bullidor y tiene buenas maneras, pero abusa de las ventajas. Es verdad que su primer novillo, inv¨¢lido y ayuno de casta s¨®lo le permiti¨® esbozos de muletazos, pero se ve que no bebe en las fuentes del clasicismo. M¨¢s recorrido tuvo el quinto, pero volvi¨® a citar fuera de cacho y as¨ª es dif¨ªcil que surja la emoci¨®n. A Picazo le ocurri¨® algo parecido. Elegante y pinturero, parece m¨¢s preocupado por las posturas que por el toreo fundamental. Mat¨® de una gran estocada a su primero y se luci¨®, con intermitencias, en el sexto.
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