Marcel Jullian, el breve sue?o de una televisi¨®n popular y de calidad
Marcel Jullian era un hombre del sur, nacido en Ch?teau-Renard, cerca de Marsella, en 1922, y un hombre que tuvo varias vidas. Primero, porque tuvo m¨²ltiples oficios: minero, camionero, aviador, poeta, para luego irse asentando en el mundo como editor, escritor y guionista de cine y televisi¨®n hasta acabar dirigiendo canales de la televisi¨®n p¨²blica francesa.
Esa trayectoria profesional y vital qued¨® dividida en dos por la guerra y su compromiso como resistente. Los nazis le detuvieron, le condenaron a muerte pero la derrota les lleg¨® antes que la ejecuci¨®n de la sentencia. A?os m¨¢s tarde, a su manera, en clave de comedia pero con mucha precisi¨®n, Jullian evocar¨¢ ese episodio en La grande Vadrouille, un filme de G¨¦rard Oury, que durante m¨¢s de dos d¨¦cadas ser¨¢ el m¨¢s taquillero de la historia del cine franc¨¦s y en el que ve¨ªamos a unos pobres campesinos franceses resistiendo malamente y casi a su pesar a la m¨¢quina guerrera de los nazis.
Cuando la ORTF -la antigua televisi¨®n p¨²blica en r¨¦gimen de monopolio- comenz¨® a dividirse sin a¨²n privatizarse Jullian hered¨® uno de los pedazos y, desde Antenne 2, puso en marcha series que tuvieron una gran acogida y que divulgaban la historia de Francia sin didactismo, pero tambi¨¦n sin falsedades hist¨®ricas pese a ser ficciones -como Les Rois maudits- y durante ese tiempo tambi¨¦n quiso que otros inventaran, Les dossier de l'¨¦cran -programa que Jos¨¦ Luis Balb¨ªn adapt¨® a Espa?a bajo el t¨ªtulo de La clave- o lanzase los primeros n¨²meros de Apostrophes, el magac¨ªn cultural que consagrar¨ªa a Bernard P¨ªvot y que durante casi 30 a?os, bajo distintas f¨®rmulas, ha servido a una televisi¨®n p¨²blica que se degradaba lentamente para ofrecerse un poco de buena conciencia.
Pr¨®ximo al gaullismo, abierto a la gente de la izquierda pero sentimentalmente vinculado a la derecha republicana y resistente, Marcel Jullian hab¨ªa tenido cargos importantes con el presidente Pompidou, con Giscard y tambi¨¦n con Mitterrand. Su gran sue?o, que logr¨® materializar tanto en el cine como en la peque?a pantalla, era reconciliar la exigencia intelectual con lo popular, es decir, poner al d¨ªa la vieja idea de instruir deleitando. Bouvril, De Fun¨¨s, Montand, Belmondo o David Niven se beneficiaron en el cine de su talento para los di¨¢logos, un talento que no siempre estuvo bien servido por los realizadores. Sin ser un creador excepcional ni un escritor extraordinario, Jullian tuvo muchas cosas que contar y, sobre todo, tambi¨¦n logr¨® que otros contaran las suyas y de la mejor manera.-
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