El proceso de paz con los paramilitares echa a andar hoy en Colombia
El secuestro de un ex congresista complica las negociaciones con el Gobierno
Tras un largo tira y afloja por el secuestro de un ex congresista, hoy se pondr¨¢ en marcha en Colombia, de manera formal, el cuestionado proceso de paz con los grupos paramilitares. El secuestro del ex congresista Jos¨¦ Gnecco -liberado esta madrugada-, por parte del comandante y negociador paramilitar Jorge 40, mostr¨® la fragilidad de un proceso al que pocos ven un final feliz.
"Quien est¨¦ secuestrando y hostigando no puede sentarse a la mesa y punto", dijo vehemente el ministro del Interior, Sabas Pretel, horas antes de que Jorge 40 aceptara su culpa y anunciara la liberaci¨®n del pol¨ªtico secuestrado. Este paramilitar, con varios cr¨ªmenes a sus espaldas, que controla gran parte de la costa del Caribe y se financia con el narcotr¨¢fico y contrabando, pidi¨® disculpas por retener a la familia -esposa e hijos fueron liberados el martes-, pero justific¨® la detenci¨®n de Gnecco, al que calific¨® de narcotraficante.
Ayer todo eran carreras en la llamada zona de ubicaci¨®n, donde se realizar¨¢ el di¨¢logo y donde caminan, desde hace unos d¨ªas sin temor a ser detenidos, 23 comandantes paramilitares, 10 de ellos negociadores. Son 368 kil¨®metros cuadrados, y su epicentro, Santa Fe de Ralito, est¨¢ a s¨®lo hora y media de Monter¨ªa, la capital del departamento de C¨®rdoba, cuna de estos grupos paramilitares o de autodefensa, como prefieren llamarlos algunos.
Pocos apuestan por un final feliz de este proceso. Para el embajador de Estados Unidos, William Wood, los paras s¨®lo tienen un programa: narcoterrorismo; y una sola agenda: destrucci¨®n. As¨ª lo declar¨® a la revista Cambio. Los comandantes paras han dejado claro que su inter¨¦s es hacer pol¨ªtica, convertirse en un partido legal. Los habitantes de esta ciudad creen que el objetivo de estos hombres furibundos antiguerrilla es legalizarse, es decir, no pagar sus cr¨ªmenes y gozar de los bienes que han acumulado en esta guerra.
Sandra, una paramilitar de apenas 17 a?os y ojos marr¨®n profundo, tiene su propia visi¨®n, la explica en voz fuerte: "Nosotros liberamos este territorio; el Gobierno quiere ahora negociar, pero si vuelve la guerrilla nos volver¨¢n a llamar". Sandra, con su uniforme de faena nuevo y su gorra negra de las AUC -Autodefensas Unidas de Colombia-, hace guardia en el ret¨¦n de Volcanes, que marca el inicio de la zona de ubicaci¨®n. Pocos metros m¨¢s all¨¢, la polic¨ªa mont¨® uno de los cordones de seguridad. Resulta parad¨®jico; hace 20 a?os, desde que la guerrilla los sac¨® de Santa Fe de Ralito, no hab¨ªan vuelto. Hoy regresan para vigilar que los comandantes paras no salgan de all¨ª sin el permiso del Gobierno y para protegerlos de un posible ataque.
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