La m¨²sica de la obra de Jo?o Guimar?es Rosa vuelve a vibrar en las calles de Parati
El festival internacional de literatura se abre con un homenaje al gran cl¨¢sico de las letras brasile?as
El mi¨¦rcoles por la noche, en una gran tienda instalada en una de las plazas de la peque?a ciudad colonial, se inici¨® la Festa Literaria Internacional de Parati (FLIP). Fue con un at¨ªpico homenaje a Jo?o Guimar?es Rosa, en el que la cultura brasile?a despleg¨® durante poco m¨¢s de hora y media todo el abanico de sus m¨²ltiples encantos. M¨²sica y poes¨ªa, tradiciones populares y miradas contempor¨¢neas, viejos sonidos que proceden de los rincones m¨¢s lejanos servidos en un escenario equipado con la tecnolog¨ªa m¨¢s moderna, y todo ello para celebrar la belleza de la literatura del gran cl¨¢sico de Brasil.
Uno detr¨¢s de otro flotaban los versos en los labios de Caetano Veloso y el p¨²blico segu¨ªa as¨ª la melod¨ªa secreta de la literatura
Todo est¨¢ contenido en Gran Sert¨®n: Veredas. La vida y la muerte, la lucha por la supervivencia y los peque?os placeres que surgen de manera gratuita, el amor y el dolor, la complicidad, la amistad, la batalla permanente entre los instintos y la necesidad de convivir, el profundo misterio de la naturaleza. Y est¨¢ all¨ª, adem¨¢s, con la vibrante energ¨ªa que un m¨¦dico nacido en Minas Gerais le impuso a su prosa cuando decidi¨® dedicarse a la literatura. Jo?o Guimar?es Rosa, que naci¨® en 1908 y muri¨® en 1967, no se puso a escribir poemas hasta la d¨¦cada de los treinta, cuando ya hab¨ªa decidido abandonar la medicina para dedicarse a la carrera diplom¨¢tica, y public¨® sus primeras narraciones en 1946. La transformaci¨®n decisiva, de su obra y de su propia vida, lleg¨® sin embargo en 1952, cuando recorri¨® y conoci¨® el sert¨®n, ese paisaje casi desnudo que transform¨® en su obra en un territorio literario que resume y condensa y revela los m¨¢s ¨ªntimos conflictos y alegr¨ªas de cualquiera de las criaturas que habitan este planeta.
Alrededor de unas 2.000 personas se reunieron dentro de la Tenda da Matriz en una de las plazas de Parati el pasado mi¨¦rcoles cuando ya hab¨ªa oscurecido. Fuera, otro centenar de curiosos siguieron el desarrollo del homenaje a trav¨¦s de una pantalla gigante. Fue un acto muy poco convencional y en el que todo se puso al servicio de la obra de Guimar?es. El gran maestro de ceremonias fue el cantante Jos¨¦ Miguel Wisnik, que tom¨® las riendas de un espect¨¢culo que, tal como explic¨®, es cada vez m¨¢s corriente en Brasil. M¨²sica y poes¨ªa est¨¢n en nuestra tradici¨®n muy unidas, vino a decir. As¨ª que nadie ten¨ªa que extra?arse de que de lo que se tratara fuera, s¨ª, de cantar canciones, pero tambi¨¦n de dedicarse a leer, p¨¢gina a p¨¢gina, narraci¨®n a narraci¨®n, peque?os fragmentos de la gran obra de Guimar?es. El ambiente era distendido y no hubo solemnidad de ninguna clase, aunque se tratara de un cl¨¢sico, pero se palpaba la enorme atenci¨®n con que los brasile?os segu¨ªan cada una de las palabras que se dec¨ªan en el escenario.
Caetano Veloso s¨®lo apareci¨® al final. Subi¨® al escenario su delgada y menuda figura, busc¨® sus lentes y abri¨® una p¨¢gina que empez¨® a cantar para que, una vez m¨¢s, fuera la m¨²sica que tienen las palabras de Guimar?es la que las pusiera a bailar. Uno detr¨¢s de otro flotaban los versos en los labios de Caetano y el p¨²blico segu¨ªa as¨ª la melod¨ªa secreta de la literatura.
Porque en definitiva de eso fue de lo que se trat¨® en la primera noche de la FLIP, de la ¨ªntima relaci¨®n que tienen las palabras y los sonidos, de la m¨²sica que late escondida en los renglones de la prosa y la poes¨ªa. Wisnik lo explic¨® r¨¢pido, al principio de todo: hay que aprender a escuchar. Entonces invit¨® al poeta Arnaldo Antunes, que subi¨® al escenario para leer a Guimar?es. Y empez¨® a notarse que la prosa de ese escritor, que convirti¨® sus libros en una fascinante mezcla de estilos y registros, de tonos y modalidades, de recursos y de sorprendentes hallazgos para narrar la infinita variedad de historias del sert¨®n, est¨¢ llena de min¨²sculas repeticiones, de sonidos sorprendentes y de ruidos, de fascinantes palabras -suasurana- y de puro ritmo.
Todo el mundo se sumergi¨® en Guimar?es. Todo el mundo que comprend¨ªa palmo a palmo la lengua del escritor. Menos gratificante fue la experiencia para los que desconocen el portugu¨¦s. Se perd¨ªan todos esos matices que consegu¨ªan tener al p¨²blico atrapado, rendido al poder de la literatura, que explotaba de risa a veces y que, otras, parec¨ªa transido por una extra?a (y jovial) melancol¨ªa. Los brasile?os transmiten una manera de estar en el mundo que tiene mucho que ver con lo que ocurr¨ªa el mi¨¦rcoles en el escenario de la FLIP. Hay en ellos una infinita atenci¨®n por los matices y una delicada mezcla entre la inmediata querencia por la alegr¨ªa y el placer y la presencia escondida de una advertencia que les susurra que el mundo est¨¢ tambi¨¦n lleno de sufrimientos.
Wisnik organiz¨® el tr¨¢fico sobre el escenario. Cant¨® M?nica Salmaso, que con su bell¨ªsima voz encontr¨® en los sones populares muchos de los secretos de Guimar?es. Una jovencita narr¨® un fragmento de Gran Sert¨®n: Veredas como si fuera la cronista que cuenta viejas historias en la plaza del lugar. Se record¨® a Jobim, que tanto le debe al autor de Mina Gerais. Luego estuvieron los instrumentistas del grupo Uakti, con la magia de unos sonidos que proceden de instrumentos casi inveros¨ªmiles, e incluso apareci¨® el guitarrista Arto Lindsay. Pero el guitarrista no toc¨® ni una sola nota. Se sent¨® delante de una mesa en mitad del escenario y se puso a leer. Primero en ingl¨¦s y luego en portugu¨¦s. No ley¨® este texto, pero ley¨® alguno que ten¨ªa tambi¨¦n el sello ¨²nico del gran Jo?o Guimar?es Rosa, ese monstruo de la literatura, ese sabio conocedor de la fragilidad humana que cuenta en estas l¨ªneas de un hombre mayor que habla de su padre: "Yo sufr¨ªa ya el comienzo de la vejez -la vida era s¨®lo la morosidad-. Yo mismo ten¨ªa achaques, bascas, aqu¨ª en los bajos, flojeras, pachorras de reumas. ?Y ¨¦l? ?Por qu¨¦? Habr¨ªa de padecer mucho muy seguido. De tan anciano, d¨ªas m¨¢s o d¨ªas menos, que iba a flaquear del vigor, y dejar que la canoa se volteara, o que errara al garete, en la llevada del r¨ªo, para despe?arse horas abajo, en el catarateo y en el tumbo del torrente, bravo, con el hervor y muerte. De apretar el coraz¨®n. ?l estaba all¨¢, sin la tranquilidad m¨ªa".
?Falsos amigos?
Portugueses y brasile?os son viejos vecinos y conocidos de espa?oles e hispanoamericanos, respectivamente, pero se parecen muy poco. Hablan lenguas diferentes. A la playa le dicen praia y a las iglesias las llaman igrejas. Cuando se ponen a hablar r¨¢pido, no hay dios que los entienda. Pero si se leen los peri¨®dicos con un poco de detenimiento, lo que all¨ª escriben parece di¨¢fano y cristalino. El mi¨¦rcoles, durante el homenaje a Guimar?es Rosa, resultaba irritante no enterarse de nada. Daba la impresi¨®n de que los que all¨ª escuchaban las palabras del cl¨¢sico lo hac¨ªan con la misma felicidad que les produce a los espa?oles escuchar diversos episodios del Quijote. Una risa amable, una sonrisa c¨®mplice, un poco de tristeza y un dolor extra?o e inc¨®modo. Eso que desencadena el Quijote tambi¨¦n parece desencadenarlo el autor de Gran Sert¨®n: Veredas. Luego los mismos brasile?os se buscan sus propios problemas. Parati, ?se escribe con i o con y? He ah¨ª un tema. Para los que vienen en autob¨²s desde R¨ªo de Janeiro, Paraty est¨¢ escrito con y en todos los carteles. Para los que consultan la p¨¢gina web del festival, Parati se escribe con i. En esa misma p¨¢gina web, al inicio de la programaci¨®n oficial del festival se habla de "quarta-feira", pero hay que tener cuidado para no equivocarse. No es la cuarta feria la que aqu¨ª tiene lugar, sino la segunda edici¨®n del festival. Cuando hablaban de "quarta-feira" se refer¨ªan simplemente al mi¨¦rcoles.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.