Viejos planes para nueva vida
Soberbio nuevo volumen de relatos del autor de Cr¨®nicas de motel (1982), aquel lac¨®nico diario de viaje, hecho de retales de la memoria, que dio origen a Par¨ªs, Texas, la cinta de Wim Wenders, imborrable imagen de la Am¨¦rica profunda. Ese libro, como Luna Halc¨®n (1973) y m¨¢s tarde Cruzando el para¨ªso (1996) forjaron un estilo inconfundible que construyen a partes iguales la improvisaci¨®n y la urgencia. Aventajado int¨¦rprete de la prosa de Kerouac, Shepard corr¨ªa con la pluma casi tanto como con el autom¨®vil. Toda Am¨¦rica retratada apresuradamente en un carrete de fotos impresionante: "La cabeza cortada de Jayne Mansfield. Jackson Pollock, Jimmy Dean. Autostop para ir por gasolina. Perdido en la soledad. Faros" (Luna Halc¨®n), moteles, whisky, paisajes de Montana, modernos llaneros solitarios, y m¨¢s y m¨¢s fotogramas convertidos en iconos que pasan deprisa, deprisa.
EL GRAN SUE?O DEL PARA?SO
Sam Shepard
Traducci¨®n de Eug¨¨nia Broggi
Anagrama. Barcelona, 2004
172 p¨¢ginas. 13 euros
Llegado El gran sue?o del para¨ªso parece ya evidente que el viajero Shepard est¨¢ llegando a su destino y aprieta el freno. Aquella dichosa, febril y subversiva improvisaci¨®n beat en forma de vi?etas, ahora lo sabemos, encajaba bien en la enloquecida agenda de aquel Shepard rockero, actor y dramaturgo que iba de genial hombre orquesta, pero al precio de malbaratar un estilo m¨¢s disciplinado que cuida las formas (nunca mejor dicho), apenas despuntando entonces y que en este ¨²ltimo libro se revela extraordinario, todav¨ªa escueto pero sumamente elaborado. Rendido a la evidencia de que la libertad formal es un pecado de juventud, y que las formas, como confes¨® a The New York Times (15 de octubre de 2002), no son una cortapisa, sino un bendito mapa de ruta (la forma de 'Tinitus', que parodia la oralidad de los mensajes de voz de un m¨®vil, es su propio argumento), aquel proteico y desgarbado narrador autobiogr¨¢fico que ense?aba, na¨ªf, todas las cartas del texto en los setenta y ochenta ya no existe. Ahora Shepard abre y le ofrece la botella al lector pero no cree ya necesario servirle las copas. En 'Una pregunta injusta' (el ¨²nico relato del volumen que no era in¨¦dito), por ejemplo, el amargo asunto de la violencia cotidiana se sugiere con una cena, un marido, una invitada, albahaca, un s¨®tano y una escopeta. En 'No era Proust', seudoacotaciones l¨ªricas que describen un lago, un matrimonio maduro, mocosos ante tazones de cereales y el recuerdo de un viaje a Par¨ªs, libera en silencio los demonios de la caja de Pandora conyugal. 'Todos los ¨¢rboles est¨¢n desnudos', ambigua y exquisita alegor¨ªa de la fragilidad sin remedio del l¨ªmite entre lo real y lo ficticio, nace del trivial comentario de la pel¨ªcula El tercer hombre, de Cotten y Bergman (que no era Bergman sino Valli), una tormenta y unos perros inquietos rasgando la puerta. Ah¨ª est¨¢n las piezas, que el puzle lo resuelva el lector.
A su proverbial plasticidad, a?ade
en este libro matices y detalles reveladores, epif¨¢nicos, a la espera de un lector que los ilumine, inquietantes insinuaciones surgidas de una inteligente ret¨®rica del silencio, polisemias, frases intrascendentes s¨®lo en apariencia ("o¨ªr el ruido de un Chevrolet perderse en la niebla") o certeras construcciones perifr¨¢sticas y digresivas, como en 'La puerta hacia las mujeres', la historia de un abuelo que no sabe c¨®mo decirle a su nieto que cierta mujer bebe los vientos por ¨¦l, mientras el nieto sonr¨ªe y "chuta una lata de cerveza aplastada" por la simple euforia que le produce pensar en ella, que ya es su amante. Esconden muchos de los relatos, hasta 'Un trozo del muro de Berl¨ªn', espl¨¦ndida imagen de la convivencia generacional en boca de un escolar desapegado, algo perturbador, desasosegante, que logran que los textos contin¨²en m¨¢s all¨¢ de su ¨²ltima letra. Otros constituyen impresionantes an¨¢lisis psicol¨®gicos, es el caso del que da t¨ªtulo al libro, brillante e ir¨®nica lectura tr¨¢gica del t¨®pico del carpe diem (dos viejos viudos ociosos, una camarera, ?la ¨²ltima cana al aire o preservar la amistad?), o 'Los intereses de la compa?¨ªa', el mon¨®logo de una aterrorizada cajera de gasolinera que intuye que van a levantarle la tapa de los sesos para robar y piensa en qu¨¦ ser¨¢ de su anciana mam¨¢, que est¨¢ viendo la televisi¨®n y comiendo galletitas Ritz, ajena al mundo. Y todos -incluso aquellos que no son sino di¨¢logos que podr¨ªan llevarse a escena como el resto de sus piezas dram¨¢ticas, los m¨¢s flojos- se?alan con el dedo a quienes, adormecidos por el gran sue?o del para¨ªso americano, sobrellevan en soledad la opacidad de sus vidas y, curiosa paradoja, el actor de Elegidos para la gloria escribe en El gran sue?o del para¨ªso sobre quienes no fueron elegidos sino para el fracaso. Shepard, de vuelta de casi todo, lo ha dejado escrito para la posteridad en 'Viviendo seg¨²n el cartel': "La vida es lo que te pasa mientras haces planes para otra cosa". Aunque a primera vista les parezca que muchos de los textos son primeros borradores, meros esbozos, no se dejen enga?ar, det¨¦nganse en los detalles, lean al bies o entre l¨ªneas, sospechen, intuyan y disfrutar¨¢n con este deslumbrante volumen de relatos, sin asomo de duda el m¨¢s literario, el m¨¢s inteligente y el mejor de Shepard (y de tantos otros).
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