Como icebergs
Una "colonia de escritores" es una instituci¨®n filantr¨®pica generalmente situada en una villa o un palacio, en parajes tranquilos, silenciosos y amenos, que aloja gratuitamente y durante unas semanas o unos meses a unos cuantos literatos procedentes de los cinco continentes y pone a su disposici¨®n cama, comida, escritorio y dinero de bolsillo. Existen muchas en Alemania, en Estados Unidos, en Francia. Hay una en el pueblecito de Feldafing, cerca de M¨²nich.
Esta clase de oasis artificiales dan pie a comedias de enredo o vodevil intelectualizado, con puertas que se abren y cierran, amor¨ªos entre la dulce narradora islandesa y el poeta ruso chalado, un brasile?o guas¨®n, un bi¨®grafo con muchas man¨ªas y un africano que parec¨ªa que en cualquier momento iba a convocar a los esp¨ªritus danzando desnudo en el jard¨ªn, pero luego resulta que es el m¨¢s sensato de todos y encima gran erudito en teatro isabelino; saz¨®nese con un misterioso asesinato o con la desaparici¨®n de un manuscrito... Cosas de este g¨¦nero agradecido se han escrito y se han escrito bien.
CUADERNO DE FELDAFING
Rolando S¨¢nchez Mej¨ªas
Siruela. Madrid, 2004
140 p¨¢ginas. 13,94 euros
En cambio, cosas como Cuaderno de Feldafing no se hab¨ªan escrito antes. Est¨¢ el narrador (enfermo, exiliado) que llega a la colonia con ¨¢nimo de escribir un libro o m¨¢s propiamente de vivir para un libro, transformarse en su tinta; est¨¢n las observaciones ante las rarezas de los lugare?os, est¨¢ el humor, e incluso est¨¢ el poeta ruso con su frasca de vodka. Pero la novela de Rolando S¨¢nchez Mej¨ªas -cubano nacido en 1959, afincado en Barcelona desde 1997, autor, entre otros textos, de unas interesantes Historias de Olmo (Siruela, 2001)- responde a exigencias y estrategias narrativas de otro calado; lindantes claro est¨¢ con el libro de viajes, con el cuaderno de apuntes literarios, con la autoficci¨®n hoy en boga, pero sobre todo con el poema, con la contemplaci¨®n y con el silencio, unos silencios extremadamente locuaces, para componer un aparato narrativo asombroso que har¨¢ arder el pelo al lector m¨¢s blas¨¦.
El famoso novelista norteamericano
que defini¨® sus textos como icebergs de los que s¨®lo vemos o leemos una s¨¦ptima parte, pues las otras seis permanecen sumergidas o borradas, parece un exhibicionista charlat¨¢n cuando se ha le¨ªdo este Cuaderno que postula una proporci¨®n de una parte legible sobre veinte sumergidas. Algunas p¨¢ginas est¨¢n s¨®lo ocupadas por algunas frases de apariencia notarial, aisladas en el papel como gato en la nieve. "He dibujado un mapita de Feldafing para no perderme. Un bosquecito, casitas, caminitos, un mundo en diminutivo donde, alguna vez, me habr¨ªa gustado existir". A declaraciones que como ¨¦sta de la p¨¢gina 81 replantean la l¨®gica de lo ya narrado y la direcci¨®n de lo por venir, le puede seguir, sin merma de la coherencia o de la legibilidad, una carta torrencial e hilarante de la madre del narrador sobre las miserias de la vida cotidiana en Cuba, o la conversaci¨®n con un poeta de pueblo grotesco y pavorosamente prof¨¦tico (transcrita, por cierto, seg¨²n un recurso de composici¨®n que es todo un hallazgo en t¨¦rminos de t¨¦cnica narrativa). Rolando S¨¢nchez Mej¨ªas fue o es poeta, y supongo que ser¨ªa el h¨¢bito de versificar el que le ense?¨® el magistral control del tiempo, la cadencia para mantener unidos materiales y tonos tan dis¨ªmiles, y para sugerir la ilusi¨®n de que nos hallamos en un texto en marcha, o acontecimiento que va sucediendo, que se va escribiendo mientras lo leemos.
Y para que un tan melanc¨®lico relato del exilio literario y existencial sea tambi¨¦n altamente c¨®mico. Un libro c¨®mico. Me resultan especialmente divertidas las observaciones sobre Hack, el administrador de la colonia, tan tangenciales y minimalistas que apenas lo dibujan unos cuantos trazos que nos invitan a completarlo fuera del texto: es un personaje, por as¨ª decirlo, completamente lleno de vac¨ªo. Otro lector encontrar¨¢ m¨¢s felices otras l¨ªneas argumentales o m¨¢s interesantes otros registros y artificios. En Feldafing, con ser peque?o -casitas, caminitos-, est¨¢ casi todo.
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