Hartos de ca¨ªdas
Mancebo decide dejar de ser invisible y de su sofoco se aprovecha Pozzato, otro jovencito, para ganar la etapa
Territorio John Deere. Centeno m¨¢s alto que las cosechadoras, que emergen como la iglesia de Puras, paquebote anclado en la planicie. El pelot¨®n pasa veloz. Llueve de vez en cuando. En los rastrojos, junto a monta?as de alpacas, rumian vacas sonrientes. El Tour atraviesa Breta?a. Qu¨¦ lejos est¨¢n las monta?as, suspira Menchov, el ruso melanc¨®lico que est¨¢ harto de ca¨ªdas, de pelotones nerviosos, de viento, de lluvia, de sprinters locos, de kamikazes, de codos, de chirridos de frenos, de abanicos, de cortes, de l¨¢tigos, de acelerones. Por la noche, antes de acostarse, Basso, el italiano amable, cruza los dedos; su equipo no lo entiende y le organiza un abanico tras un repecho. Armstrong, el patr¨®n, re¨²ne a sus fieles, a sus corredores y a los periodistas que transmiten sus profundos pensamientos. "Me gusta El C¨®digo da Vinci porque te introduce en el coraz¨®n del Louvre, en el misterio de Leonardo", dice, y deja un minuto de silencio para que le interpreten. "Estoy hasta las narices de estas etapas, de las vallas, de los sprints, del olor a betadine, de los puntos de sutura de mis chicos -Triki y Chechu-, de las vendas, de los locos, de ponerme imperdibles en el culotte para que no me roce, para que el roce no se haga ampolla, la ampolla, llaga, la llaga dolor". Hamilton acumula fuerzas. Las ca¨ªdas le transmiten energ¨ªa positiva al bostoniano. Su m¨¦dico describe su espalda como el hombre del tiempo, con un puntero, al norte, escoriaciones, al sur, magulladuras, al este, contusiones, sobre la esc¨¢pula, una herida. Marcas de asfalto, huellas de bicicletas ajenas. Recuerdos de la montonera. Energ¨ªas para el futuro.
Tour 2004 7? Etapa
Ch?teubriant-St. Brieuc
ETAPA DE HOY
Lamballe-Quimper, de 168 kil¨®metros
GENERAL
1. Thomas Voeckler (Brioches) 29h 9.14m
2. Stuart O'Grady (Cofidis) a 3.01m
3. Sandy Casar a 4.06m
10. Jos¨¦ Luis Rubiera (Us Postal) a 9.59m
ETAPA
1. Filippo Pozzato (Fassa) 4h 31.34m
2. Iker Flores (Euskatel) m. t.
3. Francisco Mancebo (Illes Balears) m. t.
26. Santos Gonz¨¢lez (Phonak) a 0.10s
El problema es que los ataques del campe¨®n de Espa?a son de fuerza y de una sola velocidad
Heras calla, deja que interpreten sus silencios. Ullrich no existe, mucho mejor. Y Mayo, tambi¨¦n harto de ir todos los d¨ªas a que le miren el codo, sin ver nada claro su futuro.
A Simoni, tantas veces ca¨ªdo, tan triste siempre, perjudicado, da?ado, hombre de Trento, esp¨ªritu monta?ero, le ha dado un ataque de nostalgia. Nadie se lo reprocha. Se acuesta diciendo: "Tengo miedo de que me entren ganas de volverme a casa". En el kil¨®metro 15 de la etapa se descuelga del pelot¨®n. Se acerca al coche del equipo. Pide que le hagan hueco. Martinelli, el director, acelera. Por el pinganillo convoca a todos sus compa?eros del Saeco. "Bajad r¨¢pido", les grita, "llevaos a este t¨ªo para adelante. Y no le dej¨¦is volver". Christophe Brandt, un belga de 27 a?os que empez¨® a ser ciclista en el Saeco y corre el Tour con el Lotto, no ten¨ªa ganas de abandonar, pero su director no tiene compasi¨®n, de una patada en el trasero le pone en un avi¨®n con destino Bruselas. Es la noche del viernes cuando reciben noticias del laboratorio antidopaje: Brandt, positivo por metadona, analg¨¦sico narc¨®tico que crea dependencia, remedio exagerado contra el dolor de piernas, como matar moscas a ca?onazos. "No s¨¦ que ha podido pasar, yo no he tomado nada", dice Brandt, que no intenta ni inventarse una excusa cre¨ªble. Sin esperar al contraan¨¢lisis su equipo lo retira del Tour.
Y en un d¨ªa como ¨¦ste, en un territorio que s¨®lo se rompe m¨ªnimamente cuando el centeno deja paso al mar, cuando al horizonte lo quiebra el faro de Cap Fr¨¦hel abierto al canal de la Mancha, en una fase Tour en la que la discreci¨®n es virtud, Mancebo decide dejar de ser invisible. "Quiero un maillot de campe¨®n de Espa?a que se vea bien", proclam¨® nada m¨¢s ganar el campeonato en Cabu¨¦rnigo. Le convencieron para que se contentara con uno m¨¢s discreto. Razones t¨¢cticas. No es bueno en un pelot¨®n tan grande ir muy llamativo. Hay que ser discreto. Una presencia invisible pero presente. Pero luego le hicieron un casco con el rojo, amarillo y rojo, una antorcha andante. "No me gusta, no me gusta llamar la atenci¨®n", dec¨ªa preocupado Ech¨¢varri, su director. "Una prenda llamativa siempre es mala. Si hay una ca¨ªda te distinguen enseguida, si pasas un mal momento, si te quedas..." Pero Mancebo es feliz con sus colores. Mancebo, que tiene 28 a?os, a¨²n no ha terminado de cazar todos sus fantasmas, a¨²n necesita un chute de autoestima cotidiano, un poco de pan para su orgullo. Este a?o tiene fe. Est¨¢ atravesando el llano del Tour sin perder ni un segundo, gan¨¢ndolo incluso. Siempre delante. Siempre a gusto. Pero necesitaba m¨¢s. "Va por los que siempre dicen que nunca ataco", dijo Mancebo tras su traves¨ªa por la luz. "Cuando tengo fuerzas, lo hago". El problema es que los ataques de Mancebo son de fuerza y fuerza, de una sola velocidad. Si su tremenda pedalada logra que se rompa la cuerda detr¨¢s de ¨¦l, gana. Si no, siempre hay alguno m¨¢s listo que se aprovecha. Ayer fue Filippo Pozzato, el Principito, otro jovencito de 22 a?os que ser¨¢ saludado con alborozo, como si a¨²n pudi¨¦ramos creer que los j¨®venes har¨¢n peores a los viejos.
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