Baricco sostiene que las claves de su oficio son "ver, escuchar y organizar"

La escritura es un ejercicio solitario. Tanto, que puede llevar hacia la locura. Y eso es lo que empuja a Alessandro Baricco (Tur¨ªn, 1958) a compaginar la escritura de sus novelas -Seda o City-, o sus obras de teatro -Novecento-con actividades como lecturas p¨²blicas de sus textos acompa?adas de actuaciones y m¨²sica. Dirige desde ayer en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo un curso sobre el autor y su obra, en el que hablar¨¢ sobre sus grandes maestros literarios.

"Para evitar esa tendencia a la locura", dice, "oblig¨¢ndome a trabajar en equipo, por ejemplo". La pr¨®xima lectura p¨²blica de este tipo ser¨¢ sobre una adaptaci¨®n que ha hecho de la Iliada para ser representada en tres tardes -12 horas- en Roma y en Tur¨ªn. Baricco dirige la escuela Holden -nombre de un personaje de uno de sus grandes referentes, Salinger- en Tur¨ªn, donde se ense?a t¨¦cnica narrativa de novela, teatro o gui¨®n.

Esta semana, Baricco ofrece por primera vez un curso en Espa?a, en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, en Santander, en el que hablar¨¢ de sus maestros: Homero, Beethoven, Leskov, Salinger y McEnroe. El inter¨¦s que ha despertado este curso se manifiesta en que uno de sus alumnos es, adem¨¢s, uno de los escritores j¨®venes m¨¢s prometedores de Espa?a, Unai Ugalde.

"Escribir es como correr. No sabes ni c¨®mo ni por qu¨¦ lo haces. Pero si quieres ser un gran corredor, necesitas un entrenador". As¨ª es como ve el autor italiano su papel como docente, que basa en tres pilares: ver, escuchar y organizar. A una persona que quiere dedicar su vida al oficio de la escritura, explica, "lo primero que le digo es que tiene que volver a aprender a ver y a escuchar". Esta es la parte m¨¢s instintiva, luego, la tarea de organizar es "la m¨¢s complicada".

Con aire m¨¢s bien t¨ªmido, pero absolutamente seguro de sus puntos de vista, Baricco habl¨® sobre la presunta muerte de la novela, anunciada, entre otros, por Mil¨¢n Kundera. "La novela es vieja, pero no est¨¢ muerta". En otros tiempos, escritores como Flaubert o Balzac "estaban en el coraz¨®n del mundo", sin embargo, ahora los novelistas "estamos en la periferia". Pero eso, asegura, no es malo, ya que les permite ver el mundo de otra manera, "con m¨¢s silencio, m¨¢s tiempo".... Y eso les hace, asegura, "preciosos".

Tampoco le preocupa la esclavitud de la cultura a las duras leyes del mercado. "Todas las grandes obras del pasado han tenido que enfrentarse a mercados muy duros".

En cuanto a su obra, pretende, aunque admite que no sabe si lo conseguir¨¢, compaginar "una escritura de ¨¦xito" con la "revoluci¨®n del lenguaje".