Aclaraci¨®n
Es grato dirigirme a usted en la oportunidad de saludarle y referirme al contenido del art¨ªculo de opini¨®n Fidel Castro, asesor electoral, autor¨ªa de Ibsen Mart¨ªnez, publicado el 19 de junio en la secci¨®n de Opini¨®n del diario que dirige, que a juicio de esta representaci¨®n diplom¨¢tica incurre en algunos desprop¨®sitos que es menester aclarar, en resguardo del buen nombre del Gobierno venezolano, de la institucionalidad del pa¨ªs y del presidente de la Rep¨²blica, Hugo Ch¨¢vez Fr¨ªas.
Haciendo honor al oficio de guionista de telenovelas por el que es conocido en Venezuela, Mart¨ªnez afirma en el texto que el Poder Ejecutivo venezolano estar¨ªa pagando a Cuba con barriles de petr¨®leo un hipot¨¦tico asesoramiento electoral al presidente Ch¨¢vez, cuando hasta los m¨¢s rudimentarios conocedores de la realidad latinoamericana se encuentran informados de que el env¨ªo de crudo a esa Rep¨²blica amiga se enmarca en el denominado Acuerdo Energ¨¦tico de Caracas, firmado en 2000, y que no es m¨¢s que una extensi¨®n del Acuerdo de San Jos¨¦, en vigor desde hace m¨¢s de veinte a?os, y por el que Venezuela y M¨¦xico suministran energ¨ªa a todos los pa¨ªses de Centroam¨¦rica y el Caribe a tasas de inter¨¦s preferenciales.
A lo largo del art¨ªculo, Mart¨ªnez se?ala que el presidente Ch¨¢vez ha intentado impedir la convocatoria al refer¨¦ndum revocatorio de su mandato, cuando m¨¢s bien el jefe de Estado fue el impulsor de la introducci¨®n de la figura de los referenda en la Constituci¨®n de la Rep¨²blica Bolivariana de Venezuela, redactada por la Asamblea Nacional Constituyente en 1999. El argumento es rebatible, al igual que el anterior, por la fuerza de los hechos, todos demostrables y verificables: el actual Poder Ejecutivo venezolano ha acatado todas y cada una de las decisiones de los restantes poderes p¨²blicos, aun si¨¦ndole desfavorables. Esta conducta de respeto institucional es un caso at¨ªpico en nuestra historia republicana, y tal vez por esta raz¨®n al articulista le resulte dif¨ªcil aprehender y luego verbalizar una realidad in¨¦dita y sin comparaci¨®n posible con la experimentada anteriormente en el pa¨ªs, caracterizada por los recurrentes patrones de exclusi¨®n y de irrespeto hacia la ciudadan¨ªa y la voluntad popular.
Finalmente, Mart¨ªnez opina que la oposici¨®n ha optado por la v¨ªa electoral, pero omite mencionar tanto los atajos claramente autoritarios y violentos que ¨¦sta tom¨® en los dos ¨²ltimos a?os para acceder al poder (golpe de Estado en abril de 2002, golpe petrolero diciembre 2002-enero 2003, el secuestro de cientos de miles de ciudadanos en sus hogares en marzo de 2004 al impedirles el libre tr¨¢nsito, la introducci¨®n de paramilitares en territorio venezolano, delito descubierto en mayo de este a?o) como el hecho de que las distintas facciones que la integran, a diferencia del Gobierno del presidente Ch¨¢vez, se niegan a anunciar que respetar¨¢n los resultados que el poder electoral venezolano (CNE) emitir¨¢ luego de la consulta refrendaria del pr¨®ximo 15 de agosto. Habr¨ªa que preguntarle a Mart¨ªnez, conocedor de los malabarismos literarios propios de la ficci¨®n, el adjetivo a endilgarle a estos grupos, para ¨¦l tan ejemplares, que se niegan a aceptar las reglas convenidas (y convencionales, seg¨²n los par¨¢metros de cualquier pa¨ªs de Europa occidental) del juego democr¨¢tico.
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