Lo universal y lo diverso
En El malestar en la cultura, Freud se refiri¨® al "narcisismo de las peque?as diferencias" ilustrando el fen¨®meno con los desencuentros habidos entre espa?oles y portugueses o ingleses y escoceses. El culto a lo diferencial se exaspera con la proximidad, como ocurri¨® hist¨®ricamente entre cat¨®licos y protestantes o estalinistas y trotskistas. Ahora que celebramos con entusiasmo los narcisismos diferenciales es bueno recordar que, con anterioridad a la diferencia, est¨¢ la esencia humana com¨²n, que defini¨® por vez primera en t¨¦rminos jur¨ªdicos la Declaraci¨®n de los derechos del hombre y del ciudadano de 1789 y redefini¨® la ONU en 1948. En estas declaraciones solemnes se reconoce el derecho a la diversidad (de pensamiento, expresi¨®n, asociaci¨®n, religi¨®n, etc¨¦tera), aunque no se previeron en esos textos derechos admitidos luego en algunos pa¨ªses, como el matrimonio o la familia homosexual (pues la Declaraci¨®n de la ONU habla s¨®lo del derecho a uniones heterosexuales).
En las celebraciones actuales hay que preguntarse, por tanto, si los derechos humanos universales son susceptibles de cambio, en sentido extensivo o restrictivo, sujetos al de las costumbres. La respuesta legal es que todo aquello que no est¨¢ prohibido est¨¢ permitido. Y, sobre todo, hay que preguntarse qu¨¦ ocurre cuando, en virtud del derecho a la diferencia, alg¨²n particularismo de alguna tribu lesiona un derecho general. La colisi¨®n resulta muy obvia cuando en nombre de una religi¨®n se practica la mutilaci¨®n genital de las mujeres, pero no siempre la infracci¨®n es tan estridente. La norma reside en que la diferenciaci¨®n particular est¨¢ subordinada a los derechos universales y no al rev¨¦s.
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