Nebulosa terrorista
Tarde de feria en la comisi¨®n parlamentaria que investiga el 11-M. Comparec¨ªa el anterior director del Centro Nacional de Inteligencia, embajador Jorge Dezcallar. Media entrada, si acaso, en las localidades de sombra reservadas para los abonos de los diputados. Lleno en los tendidos de sol, que ocupan los periodistas. Actitud de cortes¨ªa y plena colaboraci¨®n del compareciente, en abierto contraste con zafiedades de otras sesiones. Se dir¨ªa que responde un servidor del Estado que tuvo muy clara esa condici¨®n durante los tres a?os dedicados a dirigir el CNI.
Queda clara la necesidad de transmitir a la opini¨®n p¨²blica que un servicio de inteligencia eficaz es de primera necesidad para un Estado democr¨¢tico fuerte, que la abnegaci¨®n s¨®lo tiene todo su valor cuando es ignorada o no hay testigos para aplaudirla o, en palabras de Proust, que el trabajo con esfuerzo es como un regalo al que no se le quita el precio. Se recuerdan los objetivos del Centro, marcados en su art¨ªculo primero, seg¨²n el cual le corresponde "elaborar informes, an¨¢lisis, estudios y propuestas para prevenir y evitar peligros, amenazas y agresiones contra la independencia e integridad territorial de Espa?a, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones". Se advierten resonancias con el art¨ªculo octavo de la Constituci¨®n, donde se fija la composici¨®n y las misiones de las Fuerzas Armadas.
La tarde sirve para volver sobre la directiva nacional de inteligencia, que, a propuesta de la comisi¨®n delegada para estos asuntos -donde se integran, bajo la presidencia del vicepresidente primero, los ministros de Defensa, Asuntos Exteriores, Econom¨ªa e Interior, los secretarios de Estado de Presidencia y de Interior y el director del CNI-, aprueba el Gobierno para determinar las prioridades. Tambi¨¦n permite mencionar el control parlamentario que obliga a que el director responda a final de a?o ante la comisi¨®n pertinente del Congreso y haga una evaluaci¨®n de lo conseguido, as¨ª como el control judicial para aquellas cuestiones que afectan a los derechos reconocidos en la Constituci¨®n sobre las que es obligatoria la autorizaci¨®n del juez de tutela designado por el Consejo General del Poder Judicial.
Para los aficionados que se han incorporado s¨®lo a esta ¨²ltima parte de la feria parlamentaria, es grande el asombro al saber algunos detalles de la actitud solipsista en la que se encerr¨® el entonces presidente Aznar a partir de producirse los atentados del 11-M. En momento alguno convoc¨® al Gabinete de crisis. Un inexplicable proceder, sobre todo si recordamos, por ejemplo, con cu¨¢nto celo se hizo cargo, encerrado en el b¨²nker de La Moncloa, el a la saz¨®n vicepresidente Francisco ?lvarez-Cascos, decidido a salvarnos de las mal¨¦ficas consecuencias del efecto 2000.
Dezcallar insiste en diferenciar las tareas del CNI de las propias de la polic¨ªa y Guardia Civil. Asume con elegancia sus responsabilidades y acepta que en aquellos d¨ªas tocaba de o¨ªdo, en medio del ruido de interferencias m¨²ltiples. Entre las recomendaciones que formula incluye la de mejorar la coordinaci¨®n, cuyo d¨¦ficit hab¨ªa venido subrayando. Describe la nebulosa terrorista, los cuatro c¨ªrculos conc¨¦ntricos que van desde Al Qaeda a los grupos de la Yihad, los grupos locales desconectados y los individuos particulares con apoyos comunitarios, dispuestos a hacer lo que interpretan que gustar¨ªa al jefe carism¨¢tico. Sit¨²a a los autores del 11-M en el segundo c¨ªrculo y explica c¨®mo pens¨® que la no aparici¨®n de restos de suicidas supondr¨ªa que ir¨ªan a inmolarse en acciones subsiguientes.
Incre¨ªble, pero ni por asomo se pregunta ni se alude a los confidentes, donde Pedro Jota ha cifrado la soluci¨®n necesaria y ¨²nica de todos los enigmas reales o sobrevenidos. Dezcallar es rotundo al negar relaci¨®n alguna entre Al Qaeda y Sadam Husein como lo hab¨ªa venido siendo, al menos desde junio de 2002 en el Seminario sobre Terrorismo celebrado en Toledo, cuando descart¨® que los radicales islamistas colaboraran o tuvieran contactos con ETA. Marchando una de confidentes.
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