Cena de sobaquillo, fresquito y pel¨ªcula
La Mostra contribuye a la recuperaci¨®n de las terrazas de verano con las proyecciones en la playa de la Malva-rosa
Valencia es una ciudad con amplia tradici¨®n de terrazas de verano, lugar ideal para ver cine mientras se realizan actividades tan relajantes como cenar de sobaquillo y tomar el fresco. Una tradici¨®n que ha sido engullida, en los ¨²ltimos a?os, por el sistema de exhibici¨®n de las multisalas y que ha provocado que las ¨²nicas terrazas supervivientes se encuentren en lugares de veraneo. La Filmoteca d'Estiu y las proyecciones nocturnas de Cinema Jove en los Viveros fueron el primer paso para recuperar un espacio de ocio que ha perfeccionado la Mostra en un emplazamiento singular: la playa de la Malva-rosa.
Todos los d¨ªas, a las once de la noche, el balneario de Las Arenas, junto al monumento erigido en honor de Antonio Ferrandis, cambia el olor a crema protectora y las sombrillas que protegen del implacable sol de julio por el brillo de las estrellas. Las del cielo y las cinematogr¨¢ficas. La Mostra ha recuperado el cine al aire libre en un espacio singular, con los espectadores sentados sobre la arena, en las sillas de pl¨¢stico que ha preparado la organizaci¨®n del festival o, si se quiere estar m¨¢s c¨®modo, en los asientos que se traen de sus casas. "Es el gran ¨¦xito de esta edici¨®n de la Mostra", dice orgulloso el coordinador general del certamen Vicente Monfort, uno de los promotores de una idea que surgi¨® en uno de los viajes de trabajo que ¨¦l y Jos¨¦ Antonio Escriv¨¢ realizaron al festival de Cannes, donde se realizan este tipo de pases desde hace a?os.
Los n¨²meros dan la raz¨®n a Monfort, porque los menos de 800 espectadores que vieron La vuelta al mundo en 80 d¨ªas el primer d¨ªa de proyecciones nocturnas han ido creciendo hasta los m¨¢s de 1.200 que asistieron el martes a la sesi¨®n de Peter Pan, la gran aventura. La noche se mueve en la Mostra con la proyecciones playeras y las fiestas que salpican la ciudad y que re¨²nen a invitados, periodistas y aficionados con ganas de pasarlo bien tras una jornada de cine. Durante el d¨ªa, la programaci¨®n del festival sigue su curso y la secci¨®n oficial pas¨® ayer su ecuador con la presentaci¨®n de tres filmes que confirman el aumento cualitativo de la competici¨®n respecto a a?os anteriores.
La francesa L'esquive, de Abdellatif Kechiche, recoge la tradici¨®n teatral de los montajes multiculturales de Peter Brook para trasladar a un suburbio parisino la representaci¨®n de una obra de Marivaux en un instituto de ense?anza media, mientras, en la vida real, se desarrollan situaciones muy similares a las que reproduce el texto cl¨¢sico. Con una puesta en escena muy realista (c¨¢mara en mano, primeros planos de los actores), L'esquive resulta un filme delicioso que da la vuelta al t¨®pico de las pel¨ªculas sobre adolescentes problem¨¢ticos del extrarradio de las grandes ciudades con extremada inteligencia. No desmereci¨® a L'esquive la croata Svjedoci, de Vinko Bresan, un espl¨¦ndido ejercicio cinematogr¨¢fico que apuesta muy fuerte por el riesgo desde el principio, con un plano-secuencia de m¨¢s de tres minutos de duraci¨®n que recuerda al famoso arranque de Sed de mal, de Orson Welles. El riesgo se multiplica con el devenir de su metraje hasta conformar un complejo puzzle de personajes y situaciones en el que todo encaja a partir de un suceso pol¨ªtico: el asesinato de un civil serbio en un pueblo de Croacia durante la Guerra de los Balcanes. S¨®lo la albanesa Nata pa hene, de Artan Minarolli, desafin¨® en el buen tono exhibido ayer, pues, pese a sus buenas intenciones y las precariedades de su origen, una cinematograf¨ªa que produce dos pel¨ªculas al a?o, peca de excesiva ingenuidad para retratar metaf¨®ricamente el viaje hacia ninguna parte del pueblo alban¨¦s.
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