Los cinco millones
El fetichismo de las cifras ha convertido los cinco millones de visitantes en una meta obsesiva. ?Se cumplir¨¢ o no se cumplir¨¢? Es un dilema que destaca la prioridad de lo cuantitativo sobre lo cualitativo en nuestra sociedad, gobernada por la econometr¨ªa.
Los intereses de los empresarios, economistas e ingenieros han convergido en hipostasiar al ¨ªdolo cuantitativo, como la sociedad de los mil canales televisivos, los autom¨®viles m¨¢s potentes o los records del Guiness. En este punto es necesario recordar que el ¨¦xito comercial nunca ha medido la calidad de un producto o de un servicio cultural. Lo sab¨ªan los viejos poetas y lo saben los empresarios cinematogr¨¢ficos, para quienes mil cr¨ªticas descalificadoras no frenar¨¢n el ¨¦xito de ning¨²n Rambo en la taquilla.
Es impopular afirmarlo, en tiempos en que reina como dogma en la sociedad el hedonismo publicitario, pero el goce intelectual a veces requiere cierto esfuerzo. Y sobre todo en nuestra civilizaci¨®n posindustrial, que ofrece ante nuestra poltrona dom¨¦stica la pantalla del televisor y la pantalla de Internet. La claustrofilia programada por las multinacionales del sector electr¨®nico est¨¢ produciendo efectos devastadores en el plano de la socializaci¨®n interpersonal. Y ¨¦sta puede ser una causa de la insuficiente asistencia al F¨®rum.
Pero hace ya a?os que los soci¨®logos saben que los efectos de los mensajes en el cuerpo social vienen filtrados por los llamados "l¨ªderes de opini¨®n" (opini¨®n leaders), que irradian su influencia sobre su entorno social. Del F¨®rum quedar¨¢ el post-F¨®rum, es decir, la memoria personal de sus asistentes y los flujos capilares que los comunicadores hayan hecho llegar al tejido social.
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