Petrarca, precursor del humanismo
El mundo de la cultura rinde homenaje al poeta italiano, a los 700 a?os de su nacimiento
Italia celebra en estos d¨ªas los 700 a?os del nacimiento de uno de sus padres espirituales, Francesco Petrarca. Conferencias, exposiciones, conciertos, debates: el programa de las actividades invita a reflexionar sobre el hombre que, con su sensibilidad po¨¦tica, su curiosidad insaciable y su firme esp¨ªritu cr¨ªtico, contribuy¨® de forma decisiva a la superaci¨®n del oscurantismo de la Edad Media, abriendo las puertas al humanismo, al Renacimiento.
?ste es el hilo conductor que une las distintas actividades conmemorativas: ¨¦ste es el motivo de la actualidad de la obra del genio de Arezzo (lugar donde naci¨®, el 20 de julio de 1304, porque su padre, que pertenec¨ªa al mismo grupo pol¨ªtico de Dante, fue obligardo a exiliarse de Florencia en 1302). Desde la exposici¨®n Petrarca y su tiempo -que, en Padua, exhibe manuscritos aut¨®grafos del poeta y otros textos del siglo XIV cedidos por bibliotecas de toda Europa- hasta la original interpretaci¨®n de sus poemas, que el Teatro dell'Opera di Roma presentar¨¢ el 2 de agosto, todos los actos destacan el papel de precursor del Renacimiento que Petrarca, con Dante, tuvo en la Italia del siglo XIV.
El autor de 'Cancionero' entra en el c¨ªrculo con Plat¨®n, Miguel ?ngel y Rousseau
Por eso Petrarca no es s¨®lo un poeta italiano. El Renacimiento, la espectacular revoluci¨®n intelectual que puso al ser humano en el centro del universo, es uno de los pilares sobre los que se fundan las sociedades occidentales. No sorprende entonces que celebren su obra las universidades de todo el mundo (Par¨ªs, Los ?ngeles, Calcuta y Barcelona, entre otras).
El coraje de la independencia y la duda permanente ponen a Petrarca en el eje que parte de Grecia, pasa por Italia y se desarrolla en Francia: Plat¨®n, Miguel ?ngel y Rousseau, como un anillo de conjunci¨®n, como una v¨¦rtebra del meollo europeo. Pero su universalidad tiene tambi¨¦n una ra¨ªz puramente po¨¦tica. Su amor por Laura, cristalizado en el Canzoniere -su gran obra l¨ªrica-, produce movimientos de emoci¨®n en los lectores, a pesar del tiempo que nos separa de su origen, que, junto a la obra de Dante, han convertido en fina arena la roca del italiano vulgar.
Petrarca cant¨® su amor por Laura, y el dolor por su muerte, a causa, probablemente, de la misma epidemia de peste que constituye el marco narrativo del Decameron de Boccaccio (de quien Petrarca fue amigo y maestro). Aquel canto es una lecci¨®n inolvidable. Pero su amor -y la lecci¨®n- m¨¢s grande fue, quiz¨¢s, el deseo de conocimiento: el amor visceral por los libros que busc¨®, estudi¨® y coleccion¨® hasta el d¨ªa de su muerte.
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