Un resultado poco glorioso
El Festival de Avi?¨®n 2004, que se cierra ma?ana, estrenaba direcci¨®n y f¨®rmula. A la hora del resultado hay que empezar por decir que si, sobre el papel la f¨®rmula del "artista invitado" era buena, al menos tanto como la del autor, pa¨ªs, ¨¦poca o problema como centro alrededor del cual organizar la programaci¨®n, el resultado no ha estado a la altura. ?Por qu¨¦? Porque las espaldas de Thomas Ostermeier son demasiado fr¨¢giles para cargar con tanta responsabilidad. Sus montajes no tienen la densidad que justifique su elecci¨®n como artista invitado. Que la Schaub¨¹hne de Berl¨ªn apueste por ¨¦l tiene sentido pero Avi?¨®n se ha precipitado pues Ostermeier est¨¢ muy, pero que muy verde.
En el caso de Woyzeck ya expuse mis dudas sobre el inter¨¦s de la sistem¨¢tica transposici¨®n hist¨®rica. Tras ver la versi¨®n de la Casa de mu?ecas de Ibsen, forzoso es constatar la pobreza de la f¨®rmula. Aqu¨ª Nora y Helmer viven en un d¨²plex muy moderno, son dos bobos, dos "burgueses-bohemios" protot¨ªpicos de los renovados centros urbanos. A Ostermeier no le bastaba con que Nora abandonase domicilio conyugal, hijos y marido: la quer¨ªa m¨¢s radical y la obliga a matar al esposo. En vez de esquilmarle, al estilo de Ivana Trump, Nora estima que debe acabar con ese Helmer capaz, dice ¨¦l, "de soportar por ella todas las privaciones y todos los problemas pero no de sacrificar su honor por el ser al que ama". ?El honor! ?Ostermeier, que ha recortado el texto de Ibsen y le ha cambiado el final, cree en el honor, como si Enron, Vivendi o Parmalat no le hubiera probado que pesa m¨¢s, si el honor o el dinero!
Un festival sirve para descubrir y confirmar talentos. Avi?¨®n 2004 nos ha convencido de que en Eric Elmosnino hay un enorme actor y su Peer Gynt quedar¨¢ para el recuerdo. Tampoco pueden regatearse elogios a la fuerza fr¨ªa de la actriz Anne Tismer, una Nora extraordinaria, ni olvidarse el talento visual de la puesta en escena e interpretaci¨®n de La ca¨ªda de los dioses, un espect¨¢culo de Johan Simons y Paul Koek sobre el filme de Visconti. El core¨®grafo Sidi Larbi Cherkaoui, con Tempus fugit, arriesga poco pero nos regala con su maestr¨ªa a la hora de combinar baile, canci¨®n y m¨²sica en directo con decorados pregrabados.
Fr¨¦derich Fisbach, "artista invitado" de la edici¨®n 2007, ha presentado una relectura de Corneille que oscila entre lo rid¨ªculo y lo indignante, aunque a los grandes cl¨¢sicos franceses, en ese caso Racine, a¨²n le hizo m¨¢s da?o el flamenco Luk Perceval con su visi¨®n de Andromak, concebida como una performance. Los bailarines y core¨®grafos Meg Stuart y Beno?t Lachambre han batido r¨¦cords de rid¨ªculo con Forgeries, love and other matters, una lamentable f¨¢bula post-at¨®mica.
Otra violencia
Quedan los autores, los autores de verdad, los que escriben y no se limitan a vampirizar el esfuerzo y talento de los dem¨¢s. Ya referimos el poder del iran¨ª Reza Baraheni, bien servido por el director Thierry Bedard, que hizo que nos estremeci¨¦ramos oyendo a sus actores profundizando en los mecanismos del horror. Fran?ois Bon es otro tipo de autor, igualmente necesario. Su Daewoo, dirigido por Charles Tordjman, evoca otra violencia contempor¨¢nea, la del despido de 1.800 trabajadoras de tres f¨¢bricas del gigantesco conglomerado coreano.
Tras cobrar todo tipo de subvenciones, las factor¨ªas cierran. La clase obrera, dicen, desaparece pero lo que de verdad muere es la conciencia que esa ten¨ªa de s¨ª. Bon recuerda que, tras cada despido masivo, aumenta entre sus v¨ªctimas la tasa de divorcios, suicidios y tumores. Para ministros y ministrables, partidarios de "sociedades abiertas o de las oportunidades", la culpa es s¨®lo de las protagonistas, que no saben adaptarse a "las mutaciones econ¨®micas" de la ¨¦poca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.