Marinero en Sierra
A estas alturas, ya andar¨¢ la ceniza apasionada mont¨¢ndose toda una coreograf¨ªa por Sierra Maestra: de la cordillera a los manglares, del Comandante a Cienfuegos, del Che a Ra¨²l, de la honestidad y la decencia a la ausencia, de Pilar a Rafael y a Pablo, acariciando la tierra con los pies, y la voz condecorada con la insignia marinera. Y t¨², como si te viera, destinando las maletas de la memoria a la Sierra, y recitando como un verso, esa frase a su compadre, escrito en la vecindad de la urna cineraria: "Quiero que sepas que lo ¨²nico que siento es no haber hecho m¨¢s por la Revoluci¨®n". Y lo hizo, por las calles de Madrid y de Alcoi y de Elda y de Alicante y de Valencia, y lo hubiera hecho en el 59, por las de la Habana, con ese comp¨¢s de sus tacones, que sonaba como todo un pueblo en pie y airoso, si aqu¨ª no hubiera habido un pueblo sometido a punta de fusil y sentencia.
Ahora que llega agosto, te prevengo como siempre, amigo, del sol, gu¨¢rdate del sol y del vendido, del desleal, del secuaz enmascarado, aunque a¨²n no s¨¦ d¨®nde ir¨¢s a pasar tus d¨ªas de asueto y silencio. Imagino que, tal vez, escribas en un cuaderno de hule lo que no escribiste en un cuaderno de bit¨¢cora: aquella traves¨ªa atl¨¢ntica que te propuso Antonio, cuando su mal malo era un aviso remoto de se?ales n¨¢uticas, y t¨² ven¨ªas de Cuba, con una bandeja de plata antigua, cubierta de poemas y relatos, y un nombramiento de profesor de la escuela La Edad de Oro, en Bejucal. ?Y el rumbo?, le preguntaste entonces. Mira lo que te digo: el rumbo queda, mitad por mitad, entre la estrella polar y el 26 de julio. El barco ya se lo sabe. El barco y Antonio que siempre iba para all¨¢ y regresaba siempre, porque todo era, en medio de tantos embargos y bloqueos, ay, inquilinos de la Casa Blanca y sicarios de Miami, del color de la dignidad que no despinta. Te has quedado, de golpe, tendido en la carta de las navegaciones imperiosas, y la br¨²jula te indica el paso de calambre de la ceniza, por las escarpaduras, donde, una vez, se cocieron los sue?os. Amigo, me pido uno, si es que a¨²n se templan.
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