El 'roure gros' contra los molinos de viento

El Barranc dels Horts es escenario estos d¨ªas de un enfrentamiento a primera vista parad¨®jico: colectivos ecologistas contra el proyecto de construcci¨®n de un parque e¨®lico, es decir, de energ¨ªa renovable.

El Barranc es una finca en la comarca norte?a de L'Alt Maestrat, que, junto a la del Mas Vell, suma cerca de 700 hect¨¢reas. Es tambi¨¦n un reducto natural extraordinario, en el que viven un millar y medio de ¨¢rboles monumentales, algunos de los cuales superan los 600 a?os.

?Cu¨¢l es la causa de su conservaci¨®n? Unos accesos escarpados, que lo han protegido durante siglos de la explotaci¨®n maderera, en una zona con baja densidad de poblaci¨®n; y una familia acomodada, que mantuvo la propiedad durante generaciones sin ning¨²n apremio econ¨®mico para alterar su entorno.

Este remanso de paz, aseguran desde Ecologistes en Acci¨®-Castell¨®, est¨¢ a punto de verse sobresaltado por la instalaci¨®n de un parque de energ¨ªa e¨®lica, de 40 autogeneradores -molinos de viento-, en la cima de uno de los montes que cierran el valle.

Debido a su riqueza ecol¨®gica, el Barranc fue declarado por el Plan E¨®lico Valenciano espacio no apto para la construcci¨®n de molinos. "El truco", dice Isabel Queralt, miembro de EAPV-Castell¨® "es que el plan no proh¨ªbe que los accesos a los parques pasen por zonas declaradas no aptas". Exactamente lo que ocurre en el caso del Barranc dels Horts.

La finca de ¨¢rboles monumentales, entre los que destaca por edad y tama?o el roure gros, un viejo conocido de los vecinos que tiene 600 a?os, seis metros de di¨¢metro y un aspecto que recuerda a los ¨¢rboles parlantes de El Se?or de los anillos, tiene hoy una pista forestal, asfaltada, que discurre sinuosa por la ladera del barranco. Es tan estrecha que si dos coches se cruzan, uno de ellos tendr¨¢ que retroceder hasta encontrar un arc¨¦n.

Para alcanzar su destino, los molinos gigantes tendr¨¢n que ser transportados por tr¨¢ilers, por esa pista. Isabel Queralt, que adem¨¢s de ecologista es la responsable ambiental del Barranc en la Fundaci¨® Caixa Castell¨®, propietaria del terreno, asegura que dicho tr¨¢nsito exigir¨¢ aumentar el ancho del camino hasta los ocho metros en todo su recorrido; desmontes en algunas zonas, y aumentar el radio de giro de las curvas hasta los 35 metros. Unas cifras matizadas por la empresa constructora, el consorcio Alabe-Enerfin: los ocho metros de anchura s¨®lo ser¨ªan necesarios en determinados tramos, y el radio de giro de las curvas, necesarios por las grandes dimensiones de las aspas, que no son desmontables, ser¨ªa de 25 metros.

Pero hay que ver la pista. Los robles, carrascas y quejigos crecen en el borde, tan en el l¨ªmite con el asfalto, que algunos parecen listos para dar un paso, y ocuparlo todo.

Uno de los principales reproches que se le hacen al Plan E¨®lico Valenciano es que deja muchas competencias en manos de las empresas. Despu¨¦s de la creaci¨®n del mapa territorial, se?ala Queralt, que defin¨ªa la aptitud de cada zona "con muy poco detalle", la decisi¨®n de d¨®nde se ubicar¨ªan los parques e¨®licos corresponde a los promotores privados.

No s¨®lo eso. Tal y como denunciaba recientemente Adena-Espa?a y esta semana la propia Queralt, los informes de impacto ambiental de las obras para construirlos, tambi¨¦n se dejan en manos de los consorcios empresariales. El resultado, seg¨²n la gestora del Barranc, es que en el caso que la ocupa, es "p¨¦simo y falaz". Minimiza, dice, los da?os ecol¨®gicos, y plantea, por ejemplo, replantar los ¨¢rboles que se arranquen, "como si este tipo de ejemplares pudieran dejarse aparcados".

El Plan E¨®lico Valenciano, cuyas adjudicaciones se efectuaron en abril de 2003, recibi¨® cr¨ªticas desde antes de ser aprobado. El PSPV pidi¨® la creaci¨®n de un consorcio p¨²blico para la creaci¨®n de los parques, y acus¨® m¨¢s tarde a la Generalitat de haber repartido las concesiones "como un pastel", en un ejemplo de "amiguismo".

A la pol¨¦mica no escaparon siquiera los movimientos ecologistas, que han tenido alg¨²n encontronazo a cuenta de las virtudes y defectos de un tipo de energ¨ªa limpia y renovable, incluyendo las consecuencias de declararle llanamente la guerra, lo que dificultar¨ªa su combate contra otro tipo de fuentes energ¨¦ticas de las que tradicionalmente se han ocupado, como la nuclear. Este debate no ha nublado una petici¨®n un¨¢nime que repite Queralt: B¨²squense en cualquier caso los emplazamientos que menos transtornos provoquen al patrimonio natural.

A los da?os por la ampliaci¨®n de la pista del Barranc, Queralt a?ade el paisaj¨ªstico, y el peligro para la vida de las aves que viven en el lugar: ¨¢guilas reales; perdices culebreras; alimoches, y buitres leonados. Y la ecologista advierte: "la ley obliga a declarar terreno industrial un ¨¢rea de 1.000 metros cuadrados alrededor del primer generador, as¨ª que ser¨ªa posible poner un vertedero en la entrada del Barranc".