La conquista del Naranjo
El marqu¨¦s de Villaviciosa y el pastor El Cainejo iniciaron hace 100 a?os el monta?ismo en Espa?a
"El instinto de triunfo, de la conquista, se apoder¨® de nosotros. Sub¨ªamos con ansia. Todo sonre¨ªa a nuestra ambici¨®n desmedida". Hoy se cumplen 100 a?os del ascenso del picu Urriellu, m¨¢s conocido como el Naranjo de Bulnes, de 2.519 metros de altura y la mole de granito m¨¢s imponente y representativa de los Picos de Europa, gesta rotulada por Pedro Pidal y Bernardo de Quir¨®s, marqu¨¦s de Villaviciosa de Asturias, autor de las anteriores palabras, y del leon¨¦s Gregorio P¨¦rez, El Cainejo, vecino de Ca¨ªn de Arriba. Con ellos el alpinismo espa?ol dio en el concejo astur de Cabrales sus primeros pasos.
"Ya hab¨ªan subido otros picos juntos, pero lo del Naranjo no tiene comparaci¨®n", rememora Enrique Chapa, bisnieto del noble, al que 50 descendientes, entre ellos siete nietos, rendir¨¢n hoy pleites¨ªa en el mirador del Pozo de la Oraci¨®n. No es una elecci¨®n al azar, pues ofrece una id¨ªlica instant¨¢nea del Naranjo para unos, Urriellu para otros y para todos ejemplar de piedra que hasta 1904 escap¨® a la mano del hombre.
"Se bebieron una botella de vino disfrutando de la vista y dejaron otra para quien los siguiese"
Los medios de la ¨¦poca eran las manos y unas cuerdas de pita que se deshilachaban
Reticente a la idea de que pies extranjeros hollasen su cumbre aprovechando la actitud reacia de los lugare?os -como ya hab¨ªa ocurrido con el Torrecerredo (2.646 metros)-, que le consideraban fuera del alcance de los rebecos como ya dijera el afamado pirena¨ªsta franc¨¦s conde de Saint Saud -"esta roca nos parece imposible"-, Pidal se dedic¨® al estudio de las cuatro caras del Naranjo, llamado as¨ª por el resplandor que le confieren las puestas de sol en su vertiente Oeste. Buscaba una ruta de ascenso asequible para los medios de la ¨¦poca: callos con forma de manos y cuerdas de pita que se deshilachaban a la primera. Abusando de los prism¨¢ticos, la encontr¨® en una grieta que sub¨ªa haciendo escorzos por la parte que da al Polo. El tiempo demostr¨® que la zona del sur, de apariencia lisa, ofrec¨ªa mejores alternativas que la elegida, m¨¢s comprometida.
"Vaya m¨¦rito el suyo", repite el bisnieto, que, como muchos de su familia, tambi¨¦n ha emulado a su antepasado; "hasta lo dice Jos¨¦ Luis Ant¨®n, que recre¨® la ascensi¨®n para Al filo de lo imposible y que hizo de mi bisabuelo con los medios de la ¨¦poca".
Lo cierto es que el marqu¨¦s, tambi¨¦n pol¨ªtico e instigador de los parques nacionales en Espa?a -el de Covadonga fue el primero-, era un deportista todoterreno. Lo atestigua su medalla de plata en tiro al pich¨®n en los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs de 1900, en los que era tal la desorganizaci¨®n que, ante la escasez de medallas, le recompensaron con una pipa. Pero el premio era lo de menos para ¨¦l. Era un hombre adelantado a su tiempo, como el duque de los Abruzzos, hijo de Amadeo I de Saboya, que en 1909 lleg¨® a los 6.000 metros del K-2 por el espol¨®n que lleva su nombre.
Una vez elegido el camino, Pidal, con 35 a?os, calent¨® escalando el exigente Dru de Chamonix. Lo m¨¢s sencillo fue la elecci¨®n del compa?ero con el que abrazarse a la roca; conoc¨ªa de sus jornadas de caza las dotes innatas para la escalada de Gregorio P¨¦rez, cincuent¨®n. Mentalizados, el noble estrenando alpargatas y el humilde descalzo, confiado en la tracci¨®n y adherencia de sus pies, iniciaron el ascenso. El Cainejo abri¨® brecha en todo momento. As¨ª continuaron hasta alcanzar el hombro del espol¨®n noroeste, con la niebla envolvi¨¦ndolo todo. Y, de repente, el ¨®rdago, una panza de burra en medio de la ruta. Pidal y P¨¦rez improvisaron como temerarios: el leon¨¦s subi¨® por los hombros del asturiano para salvar el obst¨¢culo. De ah¨ª enfilaron directos a la cima, donde levantaron unos mont¨ªculos de piedra para conmemorar el portento. "Y se bebieron una botella de vino disfrutando de la vista y, generosos, dejaron otra para el primero en seguirles", apostilla el Pidal del siglo XXI. Dos a?os dur¨® la botella en la cima: el 1 de octubre de 1906 el alem¨¢n Gustavo Schulze ascend¨ªa en solitario por la cara noroeste y el l¨ªquido desaparec¨ªa.
"Pero les quedaba la bajada, lo peor sin ninguna duda", matiza el bisnieto del marqu¨¦s. No exagera. Cuesta imaginar c¨®mo se descolgaban por la grieta, desconocedores del r¨¢pel, empotrando piedras y cortando cuerda.
La celebraci¨®n de poder contar la proeza ser¨ªa muy original ahora, aunque quiz¨¢s no tanto en la ¨¦poca: a manos compartidas, el marqu¨¦s y el pastor se comieron un chorizo. Seguro que les supo a gloria, como la proeza que hab¨ªan protagonizado.
Desde entonces les han seguido cientos de imitadores: ahora hay 73 vertientes y 2.000 elegidos hollan el monolito cada a?o. C¨²spide exigente que se ha cobrado la vida de 14 monta?eros -nueve en su cara Oeste- que, en el intento de asaltarla, cayeron. El marqu¨¦s y El Cainejo vivieron para narrar su aventura, que tambi¨¦n retransmiti¨® el paisano, s¨®lo que m¨¢s claro: "?Qu¨¦ gusto encontrarse en aquella altura y donde nadie hab¨ªa pisado!".
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