El tiempo de Janacek no tropieza

Despu¨¦s del triunfo del teatro Helikon de Mosc¨² en Norma, se esperaba otro an¨¢logo en El caso Makropoulos, de Leos Janacek (1854-1928). Y as¨ª ha sucedido. La contribuci¨®n del gran compositor moravo a la oper¨ªstica del siglo XX supone una aportaci¨®n important¨ªsima y renovadora hecha al margen del vanguardismo, pero siempre original y sustantivamente moderna, en la que se acepta la herencia rom¨¢ntica y la expresionista sin necesidad de destruir ni reorganizar la tonalidad.

El caso Makropoulos, estrenada en Brno en 1996 y basada en una pieza de Karel Capek (1890-1968), parece hija de la pasi¨®n y de la fantas¨ªa en su juego con el tiempo "que no vuelve ni tropieza", como dir¨ªa Quevedo, pero puede eternizarse en la memoria art¨ªstica. As¨ª sucede en la curiosa historia de este personaje m¨ªtico que centra la obra y en el que se resumen m¨¢s de tres siglos.

En esta ¨®pera de Janacek hay de todo, pero domina la articulaci¨®n de la palabra y la m¨²sica en todos sus valores, as¨ª como el impulso teatral tan sorprendente de las soluciones dadas por el director moscovita Dimitri Bertman, creador y mantenedor de la ¨®pera Helikon. Este hombre de teatro nos ofrece en cada uno de sus montajes dos lecciones fundamentales: la superaci¨®n de la hist¨®rica pol¨¦mica oper¨ªstica entre el predominio de la m¨²sica o la palabra y la demostraci¨®n, que deber¨ªa aprovecharse, de que el gran arte como la gran ¨®pera antes que de largos presupuestos precisa de talentos efectivos y aut¨¦nticos.

La figura central, signada por las iniciales E. M., v¨¢lidas para la evocaci¨®nde diversas encarnaciones de una gran artista, encontr¨® en la soprano Natalia Zogorinskaya, como cantante y actriz, pero en realidad el Helikon alcanza sus ¨¦xitos a trav¨¦s de la espl¨¦ndida labor de conjunto, incluyendo la escenograf¨ªa, la acci¨®n, toda la maquinaria y, por supuesto, la brillante flexibilidad de la orquesta dirigida esta vez por Vlad¨ªmir Ponkin.