El pr¨®ximo libro
El pr¨®ximo libro va asomando muy despacio. Por ahora es una sombra difusa, no tiene palabras siquiera, una especie de segunda atm¨®sfera que poco a poco me rodea y donde distingo, a duras penas, jirones de voces, ol+ores, sonidos, parte de una persona que parece acercarse y, en lugar de acercarse, desaparece, me quedo esperando y no vuelve, zonas de mi cabeza dejan de pertenecerme, vagan ocupadas no s¨¦ bien en qu¨¦, la mano, de vez en cuando, se mueve sola como si escribiese
(si la miro se aquieta)
cosas dentro de m¨ª que se detienen, se examinan, parecen reflexionar, un cambio tambi¨¦n en mi cuerpo, los dedos, por ejemplo, con una atenci¨®n diferente, los ojos minuciosos, preocupados por lo que no me interesa, ciertos pliegues de la memoria de repente vitales
El inicio de un libro se traduce en se?ales f¨ªsicas, una alteraci¨®n en el raciocinio, una sensibilidad mayor
(pliegues a los que no hab¨ªa hecho demasiado caso)
el coraz¨®n m¨¢s lento o m¨¢s r¨¢pido
(una mitad del coraz¨®n no es m¨ªa)
no en el pecho, latiendo al mismo tiempo
(es dif¨ªcil explicarlo)
en el interior de las costillas y fuera de ellas.
El inicio de un libro se traduce en se?ales f¨ªsicas, una alteraci¨®n en el raciocinio, una sensibilidad mayor al fr¨ªo, a las aristas, a los colores, una especie
(si me puedo expresar as¨ª)
de alerta somnolienta, una indiferencia en relaci¨®n con lo cotidiano, en la cara que me afeito por la ma?ana no facciones inesperadas, las m¨ªas pero como flotando en la piel
(?a qui¨¦n afeito?)
la impresi¨®n
(es dif¨ªcil explicarlo)
de examinarme, de pasarme revista, coleccionar inutilidades, frases truncas, diptongos, una ondulaci¨®n que se va precisando, creciendo, en cada ondulaci¨®n letras
(no palabras, letras, por ahora no palabras, letras)
n¨²meros que deben de ser los n¨²meros de los cap¨ªtulos pero pueden ser personajes, pero pueden ser anotaciones que a¨²n no entiendo, dejo de leer para recorrer p¨¢ginas ajenas, simult¨¢neamente aburrido e interesado, Obl¨®mov, los diarios de Cheever
(una p¨¢gina de buena prosa es aquella en la que se oye llover)
los versos de Wallace Stevens y no queda nada salvo una perplejidad, un no es esto, la biograf¨ªa de Thomas Mann que me hace repudiar al hombre, en la primera versi¨®n de Guerra y paz, ahora publicada, me animan algunos procedimientos t¨¦cnicos, me quedo estudiando sus desarrollos, sus recursos, vuelvo a Conrad para observar la entrada de una narraci¨®n dentro de una narraci¨®n dentro de una narraci¨®n, pienso en mi manera de solucionar este asunto, comparo, mido, pruebo mentalmente otro camino, un juego de ajedrez en el fondo, qu¨¦ apertura, qu¨¦ variantes, qu¨¦ opciones, qu¨¦ sacrificios de la dama, abandonar mi querida y fuera de moda defensa india del rey y desparramar las piezas a campo abierto, escribir es intentar vencer a Dios a todo lo ancho del tablero, me apetece imaginar un libro grande, vacilo, grande o, si no, comprimirlo mediante eliminaciones sucesivas, tengo casi todo lo que respecta al libro o sea no tengo nada, soy un ciego con las manos vac¨ªas que tropieza, donde se espera que haya un escal¨®n no hay escal¨®n alguno, donde se est¨¢ seguro de que no hay ning¨²n escal¨®n el pie se hace da?o con la madera, tal vez dentro de dos, tres meses, lo consiga, por qu¨¦ raz¨®n un libro tarda tanto en fermentar y, para colmo, creo que a¨²n no he reunido la fuerza f¨ªsica necesaria para unos veinte meses de cuerpo a cuerpo con el texto, la fuerza f¨ªsica, la perseverancia, la obstinaci¨®n, con el ¨²ltimo pensaba
-No voy a dejarme vencer por una novela
y me sent¨ªa derrotado d¨ªa a d¨ªa, con ganas de destruir las p¨¢ginas
(-?Basura!)
y, vaya por Dios, era eso, exactamente eso lo que yo quer¨ªa y no cre¨ªa haber encontrado, era eso, prepararme para las desilusiones, los entusiasmos, los des¨¢nimos, las elecciones erradas, para aguardar a que la novela se vaya formando seg¨²n le venga a cuento
(vaya expresi¨®n, venirle a cuento)
o sea seg¨²n su manera de ser, una novela tiene su car¨¢cter, su fisonom¨ªa, su temperamento, que no son los m¨ªos, aceptarlos
-No eres t¨², listo, se acab¨®
y aceptarlos cuesta, ojal¨¢ esto marche, se ponga a caminar con la dificultad de los mecanismos largamente inm¨®viles, aceptar el mecanismo largamente inm¨®vil
-Te acepto
mirar la ventana y el sol ah¨ª fuera, el mundo en orden, casas, ¨¢rboles, gente, una muchacha pein¨¢ndose junto a la ventana en una postura de c¨¢ntaro, y si fuese capaz en el papel de la perfecci¨®n de esos gestos tal vez lo consiga, tal vez pueda, un hombre toca el hombro de la muchacha, sus brazos bajan, el c¨¢ntaro desaparece y no importa, porque ya ha entrado en el libro y me espera.
Traducci¨®n de Mario Merlino.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.