Dos figuras: Savall y Sokolov
En todo festival de la importancia del santanderino importan tanto los grandes conjuntos y las brillantes representaciones como los recitales. Estos d¨ªas han subido al escenario de la sala Argenta algunas figuras de noble ejecutoria en su especialidad. Por ejemplo, nuestro compatriota Jordi Savall (Igualada, 1941), para dejarnos algunos de los recuerdos musicales m¨¢s bellos como fabuloso int¨¦rprete del viola da gamba: la admirable Suite al gusto extranjero de Marin-Marais (1656-1728), que fuera alumno del genial Ste. Colombe del que escuchamos una sorprendente fantas¨ªa.
Con Jordi Saball actuaron el clavecinista Pierre Hantai y el tiorbista noruego Rolf Lislevand en un programa que inclu¨ªa las Fol¨ªas de Espa?a de Marin-Marais
y varios t¨ªtulos representativos de Couperin, el grande, en una evocaci¨®n musical de la Francia del rey Sol. M¨²sica lejana en el tiempo y extra?amente viva en la sensibilidad actual gracias a quienes, como Jordi Savall, han asumido la misi¨®n de resucitarla.
Una vez m¨¢s el p¨²blico que llenaba la sala Argenta de Santander reaccion¨® con apasionado entusiasmo.
Individualidad acusada posee tambi¨¦n el pianista ruso Grigorij Sokolov (San Petersburgo, 1950), protagonista de un duelo incruento entre Bach y Beethoven. La partita en mi menor y La fantas¨ªa en la menor se enfrentaron con las Sonatas n¨²mero 11 y n¨²mero 32: humanismo barroco en contraste con el humanismo impulsivo del romanticismo; prodigio de perfecci¨®n de la partita y fantas¨ªa rupturista en la trascendente ¨²ltima sonata.
Intimismo
Todo ello entendido y sentido por Grigorij Sokolov desde un intimismo ensimismado, a trav¨¦s de una concentraci¨®n que se dir¨ªa solitaria frente a cada autor y a cada obra. De ah¨ª una cierta distanciaci¨®n inicial de la audiencia que progresivamente se identifica con el criterio del pianista hasta provocar un ¨¦xito claro. En definitiva, Sokolov es una figura s¨®lo comparable a s¨ª misma.
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