"Cada a?o, 220.000 mujeres y ni?os sufren el tr¨¢fico de personas"
En su libro Asia, burdel del mundo, el periodista Zigor Aldama no presenta al continente como un prost¨ªbulo universal al servicio del turista extranjero. Lo que muestra es el arraigo y expansi¨®n de una industria hecha de carne, humillaci¨®n y dinero que se sostiene, fundamentalmente, gracias a la demanda aut¨®ctona. Pero los turistas del sexo tambi¨¦n contribuyen.
Pregunta. Los visitantes occidentales aprovechan la infraestructura y alimentan el negocio.
Respuesta. Desde luego. Tailandia recibe cada a?o unos diez millones de turistas y se estima que medio mill¨®n acude a los prost¨ªbulos. Pero en el mismo periodo, 4.600.000 tailandeses utilizan a prostitutas. Camboya s¨ª se ha convertido en un reducto para extranjeros: se calcula que en torno a 200.000 (uno de cada cuatro turistas) viajan a este pa¨ªs para conseguir sexo con menores.
P. ?No se ha endurecido la legislaci¨®n en los ¨²ltimos a?os?
R. Las leyes avanzan, pero hay corrupci¨®n y, o no hay voluntad pol¨ªtica o policial, o son papel mojado. Lo prueba que en el ¨²ltimo a?o s¨®lo se han arrestado 160 pederastas frente a los 200.000 que merodean por los burdeles o las calles en busca de menores. Y se hace a la luz del d¨ªa.
P. Unicef se?ala que el 0,6% de los turistas se involucra en este delito. Usted escribe que cerca de 50.000 espa?oles viajan cada a?o en busca de sexo barato, sobre todo al Caribe. ?No es un problema universal?
R. En Latinoam¨¦rica, el continente favorito de los espa?oles, hay prostituci¨®n, pero no en la dimensi¨®n de los pa¨ªses asi¨¢ticos. El dinero que mueve en ellos la prostituci¨®n y sus mafias alcanza entre el 2% y el 14% del PIB. Utilizar prostitutas es algo generalizado. El asi¨¢tico tradicional, al margen de su nivel econ¨®mico, tiene a gala pensar que con cuantas m¨¢s mujeres se acueste, mejor.
P. Al tiempo, la familia es un valor esencial y la virginidad de la mujer, una exigencia extendida. ?Es parad¨®jico?
R. Es complementario. Muchas mujeres consienten los devaneos de sus maridos para no llegar a la ruptura. No ser¨ªa ventajosa para ellas.
P. El mito de la oriental sumisa...
R. Es plenamente vigente. Un alto porcentaje de hombres rechaza que sus novias y esposas hayan tenido relaciones. Las prostitutas son otra cosa. Hay una gran hipocres¨ªa, como en Espa?a hace 60 a?os.
P. Ser prostituta es una deshonra que estigmatiza.
R. Y algunas trabajan en las peores condiciones. Las de clase baja pueden llegar a atender a 15 o 20 clientes por d¨ªa. El riesgo de infecci¨®n del virus del sida es grave. La ONU insiste en la fuerte propagaci¨®n del sida en el ¨¢rea.
P. Seg¨²n usted, a los 25 a?os, una prostituta no vale nada.
R. Se capta a ni?as rurales y se las fuerza a trabajar en burdeles. Cuanto m¨¢s j¨®venes, v¨ªrgenes, m¨¢s valen. Cada a?o, 220.000 mujeres y ni?os se convierten en v¨ªctimas de este tr¨¢fico de personas.
P. La pobreza es la materia prima.
R. S¨ª, la pobreza est¨¢ ah¨ª, pero tambi¨¦n el consumismo. Ejercer la prostituci¨®n puede ser un medio de comprar cosas, no s¨®lo comida. A pesar de la espiritualidad que impregna su cultura, hay una doble moral. En Jap¨®n hay una gran demanda de prostitutas de los pa¨ªses vecinos. Las de China, por su palidez, son las m¨¢s apreciadas.
P. Existe el tr¨¢fico de personas. Y la esclavitud, ya que algunos ni?os no pueden abandonar los burdeles. Usted cita casos concretos de peque?os retenidos en Taiwan y Filipinas.
R. A veces son las propias familias las que venden a sus hijas a los traficantes. Pero los lazos con la familia se mantienen, y es frecuente que la chica aporte sus ganancias a la econom¨ªa dom¨¦stica. Si gana mucho, puede comprar su buen nombre y volver a integrarse en el seno de la familia. Si no sale de la miseria, seguir¨¢ estigmatizada y la familia no la aceptar¨¢.
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