Los buenos d¨ªas empiezan con una sonrisa
Esa ma?ana Marta se levant¨® con una sonrisa y el mundo pareci¨® notarlo. La encargada del edificio, en general bastante parca, le dijo "Buenos d¨ªas", cosa que rara vez hac¨ªa; en el tren encontr¨® un asiento libre junto a la ventana, y al bajar, en el recorrido desde el and¨¦n hasta la calle, sinti¨® las miradas halagadoras de los hombres que iban a sus trabajos y uno de ellos casi sin querer le solt¨® un "?Guapa!". Al llegar a la oficina hab¨ªa una nota de su jefe pidi¨¦ndole que pasara por su despacho. Para completar su sorpresa, no la llamaba para despedirla, sino para disculparse por la brusquedad del d¨ªa anterior y contarle, sin que ella se lo preguntara, el porqu¨¦ de su malhumor de los ¨²ltimos d¨ªas. Marta volvi¨® a su escritorio y all¨ª se encontr¨® con un ramo de violetas con una nota del cadete agradeci¨¦ndole que el d¨ªa anterior hubiera salido en su defensa. Ella se dio cuenta de que todo eso no alcanzaba para cambiarle la vida ni para hacerla sentir feliz, pero tambi¨¦n not¨® que un d¨ªa como aquel de vez en cuando era un buen est¨ªmulo para seguir adelante.
Hab¨ªa aprendido que el d¨ªa se sincronizaba con su humor matinal. Pens¨® que deb¨ªa tenerlo presente al despertar y que deb¨ªa sonre¨ªr m¨¢s seguido
Marta no ten¨ªa ninguna duda de que todo hab¨ªa empezado con su sonrisa de la ma?ana. Ya hab¨ªa aprendido que el d¨ªa se sincronizaba en general con su humor matinal. Pens¨® que deb¨ªa tenerlo presente cada d¨ªa al despertar. Pens¨® que deb¨ªa sonre¨ªr m¨¢s seguido. Pens¨® que ella se merec¨ªa muchos m¨¢s d¨ªas como ¨¦ste. Se acordaba de las teor¨ªas de Henry James que alguna vez hab¨ªa le¨ªdo con escepticismo. ?l dec¨ªa: "Si cuando estoy triste lloro y cuando estoy alegre canto, deber¨ªa cantar en mi tristeza y el canto me traer¨¢ la alegr¨ªa".
El d¨ªa sigui¨® excepcional y Marta regres¨® a la casa euf¨®rica. Se duch¨® y empez¨® a vestirse para salir. Sus amigos la hab¨ªan llamado para juntarse con ellos a cenar. Cuando estuvo lista y mientras esperaba, encendi¨® el ordenador, ley¨® los e-mails y luego entr¨® en www.palabrasalacarta.com. Se detuvo un momento en la pantalla blanca con el rect¨¢ngulo en el centro y escribi¨® en ¨¦l:
ACTITUD
...Hasta uno de los portales de acceso a la vieja ciudad lleg¨® un d¨ªa un joven con un peque?o atado de ropa cargado en el hombro. Antes de entrar se acerc¨® al guardia y le pregunt¨®:
-?C¨®mo es la gente de este pueblo?
-?C¨®mo es la gente del pueblo del que vienes? -pregunt¨® el guardia.
-Mi pueblo est¨¢ lleno de ladrones, aprovechadores, malhumorados y tristes. Cada d¨ªa la gente trata de sacar ventaja de sus vecinos. El chisme y el resentimiento son moneda corriente all¨ª. ?C¨®mo es aqu¨ª la gente?
-Me temo -dijo el guardia- que no vas a encontrar mucha diferencia. Aqu¨ª la gente es igual a como era en el lugar de donde vienes. Lo siento.
-?Que pena! -exclam¨® el joven-. Seguir¨¦ hasta el pr¨®ximo pueblo. Adi¨®s.
-Adi¨®s -dijo el guardia.
Pasaron unas horas y otro joven, muy parecido al anterior, se acerc¨® al portal.
-?C¨®mo es la gente de este pueblo? -pregunt¨® sosteniendo su propio atado de ropa.
-?C¨®mo es la gente del pueblo del que vienes? -dijo el guardia.
-Oh... el lugar donde nac¨ª est¨¢ poblado de gente maravillosa. Todos se ayudan unos a otros. El amor y la compasi¨®n son moneda corriente all¨ª y uno siempre se
encuentra con alguien a quien contarle un problema o con
quien compartir una alegr¨ªa. Me doli¨® tener que irme. ?C¨®mo es por aqu¨ª?
-?Aqu¨ª? -dijo el guardia-. No encontrar¨¢s demasiada diferencia, en este pueblo la gente es igual a la del lugar de donde saliste. Bienvenido.
Y el joven entr¨® en el pueblo.
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