Voley playa
La verdad es que el deporte que menos ol¨ªmpico parece es el voley playa. Hasta el nombre resulta poco serio. Remite a las vacaciones, a bronceador con olor a coco, a ligar, a cuerpazos intrascendentes. En vez de anillas, un potro o un trampol¨ªn de v¨¦rtigo, simple y fina arena blanca y m¨²sica de los Beach Boys.
Su cancha es un trozo de playa a la que le falta un chiringuito que sirva cervezas y berberechos. Los jugadores recuerdan a los Vigilantes de la playa con gorras viseras, gafas de espejos, provocadoras camisetas sin mangas y pantal¨®n corto hasta medio muslo. Y no como los y las baloncestistas, que les caen hasta las rodillas sin ninguna gracia.
Me da rabia ver a las chicas de nuestra selecci¨®n tan monas y tan buenas jugadoras con esas camisolas cerradas hasta el cuello y pantalones que han debido de ser ideados por lo menos por las monjas del Sagrado Coraz¨®n (lo pongo al tunt¨²n), como si por ser altas hubiese que cubrirlas con metros y metros de tela.
En cambio, en el voley playa, ellas llevan bikini, o casi, adem¨¢s de la visera y las gafas, por lo que podr¨ªan pasar por los ?ngeles de Charlie matando el rato. Y adem¨¢s, el sudor y el esfuerzo quedan rebozados de arena, lo que las aleja de la gravedad de las atletas a pesar de que tambi¨¦n vayan ligeras de ropa.
El bal¨®n que usan suele ser de alegres colores, festivo. Qu¨¦ diferencia con el sable, la escopeta, el arco, la dura bicicleta, los otros balones. Se dir¨ªa que est¨¢ concebido para que vuele entre las notas de la canci¨®n del verano de forma que, a su lado, una inocente raqueta parezca un arma peligrosa.
Para m¨ª, todas ¨¦stas son cualidades, con el a?adido de que es el ¨²nico deporte que no quita las ganas reales de hacer deporte. Digo reales porque una cosa es trabajar con la fantas¨ªa y otra muy distinta encerrarse en un gimnasio y no salir hasta que se te ponga la espalda y las piernas de Jorkina.
Por el contrario, nada m¨¢s ver a estas chicos macizos del voley playa apetece ser uno de ellos. Apetece marcharse a Alicante y comprarse el uniforme en la tienda de las toallas y las chanclas y unirse al equipo.
De antemano se sabe que la relaci¨®n no ser¨¢ complicada, que a la playa s¨®lo se va a jugar por jugar, a ponerse cachas disfrutando, a olvidarse de todo, a recuperar la sencillez del momento sin ¨¦picas, ni im¨¢genes grandiosas y sin darle m¨¢s vuelta.
Ning¨²n otro puede ser el esp¨ªritu de unos Juegos hoy en d¨ªa si no nos queremos pasar de listos.
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