Elmer Bernstein, compositor de bandas sonoras
Elmer Bernstein, popular compositor cinematogr¨¢fico, falleci¨® el pasado mi¨¦rcoles, mientras dorm¨ªa en su casa de Ojai (California), a los 82 a?os, v¨ªctima de una larga enfermedad.
Bernstein destac¨® como promotor y practicante de una m¨²sica genuinamente estadounidense para el cine, un campo que estuvo dominado durante la primera etapa del cine sonoro por potentes compositores europeos.
Neoyorquino de 1922, el joven Berstein fue un pianista superdotado que cont¨® incluso con la bendici¨®n del compositor Aaron Copland. Estudiaba composici¨®n cuando Estados Unidos entr¨® en la Segunda Guerra Mundial. El Ej¨¦rcito estadounidense us¨® su talento en las emisiones de la Armed Forces Radio Network; tambi¨¦n colabor¨® con la banda uniformada de Glenn Miller.
Ya de civil, Elmer intent¨® retomar la carrera de concertista, pero su experiencia b¨¦lica le abri¨® una oportunidad en el negocio de la radio, al servicio de las Naciones Unidas, de donde salt¨® a Hollywood en 1950. All¨ª trabaj¨® en penosas producciones de serie B como El robot es un monstruo o Mujeres-gatas de la Luna.
Como en una pel¨ªcula t¨®pica, la gran oportunidad le lleg¨® en 1956, cuando tuvo que reemplazar a toda prisa al fallecido Victor Young en Los diez mandamientos. Pronto demostr¨® su maestr¨ªa en las partituras ¨¦picas, especializ¨¢ndose en wes-terns como Los siete magn¨ªficos y media docena de t¨ªtulos protagonizados por John Wayne. Tambi¨¦n se luci¨® con La gran evasi¨®n. De su padre, Bernstein hab¨ªa heredado su pasi¨®n por el jazz. Y asombr¨® a sus colegas por la facilidad con que alternaba los encargos sinf¨®nicos con las formaciones jazz¨ªsticas de El hombre del brazo de oro, El dulce sabor del ¨¦xito, A walk on the wild side o la serie televisiva Johnny Staccato.
Aunque se le consideraba un creador de m¨²sica espectacular, tambi¨¦n demostr¨® habilidad psicol¨®gica en El hombre de Alcatraz o Matar un ruise?or. Para esta ¨²ltima, una historia de racismo en un pueblo del sur de Estados Unidos, decidi¨® tomar el punto de vista de los hijos del abogado encarnado por Gregory Peck, simplificando la m¨²sica, "como si fuera un ni?o jugando con las teclas del piano".
Hollywood no mostr¨® demasiada generosidad con Elmer Bernstein. Aunque fue candidato al Oscar en numerosas ocasiones, s¨®lo se llev¨® el premio en 1967, por un trabajo menor, el score del musical Thoroughly modern Millie, con Julie Andrews.
La entrada de la contracultura en el mundo del cine le dej¨® a la intemperie: con su exuberancia para todos los p¨²blicos, Bernstein encarnaba el "viejo Hollywood". A partir de 1970, hubo a?os en que s¨®lo pudo trabajar en una pel¨ªcula, lo que explica que su nombre aparezca en t¨ªtulos inesperados, comedias como Desmadre a la americana, Aterriza como puedas II, Esp¨ªas como nosotros, Entre pillos anda el juego, Los cazafantasmas o Los incorregibles alb¨®ndigas.
Aunque no se quejaba, ¨¦l prefer¨ªa obras que le dejaban mayor margen, como los dibujos animados de Heavy metal. Afortunadamente, le respetaban los directores que amaban el cine cl¨¢sico de los cincuenta y sesenta, que le ofrecieron trabajos golosos durante los ¨²ltimos 15 a?os, caso de Mart¨ªn Scorsese (La edad de la inocencia, El cabo del miedo), Jim Sheridan (Mi pie izquierdo, El prado) o Stephen Frears (Los estafadores).
En 1997 grab¨® una colecci¨®n de canciones legendarias del cine con su admirador, Neil Diamond.Enamorado de su profesi¨®n, Elmer incluso edit¨® entre 1974 y 1978 una erudita revista trimestral, Elmer Bernstein's Film Music Notebook, donde entrevistaba a compa?eros como Bronislau Kaper, Hugo Friedhofer, Jerry Goldsmith, John Addison, Henry Mancini, Johnny Green o David Raksin, aparte de analizar obras cl¨¢sicas de Tiomkin, Herrmann o Waxman. La admirable publicaci¨®n, recientemente recogida en un libro, se regalaba a los suscriptores de su Film Music Collection, que prensaba tiradas reducidas de grabaciones de bandas sonoras suyas o de otros autores cuando las grandes discogr¨¢ficas no quer¨ªan saber nada de editar scores.
Compuso tambi¨¦n algunas obras fuera del cine, como el Concerto for guitar & orchestra, For two Christophers, derivado del Concierto de Aranjuez, del maestro Joaqu¨ªn Rodrigo.
Bernstein tuvo cuatro hijos; dos de ellos, Peter y Emilie, siguieron sus pasos. Y nunca se cans¨® de explicar que no, que no ten¨ªa ninguna relaci¨®n familiar con ese otro compositor neoyorquino que se llamaba Leonard Bernstein.-
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