El campe¨®n
La generosidad de Phelps al ceder a Crocker el puesto en el equipo de relevos vale m¨¢s que todas sus medallas
Terminaron los Juegos para Michael Phelps y nadie le discute su excelencia como nadador. Uno de los mejores de todos los tiempos. Cinco medallas de oro, dos de bronce y otra m¨¢s de oro que le llegar¨¢ por correo a su casa de Baltimore. Su participaci¨®n en la semifinal como relevista del 4x100 metros estilos le concede el autom¨¢tico derecho a ganar el t¨ªtulo. No es lo que desear¨ªan muchos de sus patrocinadores ni alguna gente de su entorno. Para ellos, la foto perfecta de los Juegos no era otra que la de Phelps cerrando en el podio su impecable actuaci¨®n. Phelps, con ocho medallas colgadas del cuello, vale mucho m¨¢s que Spitz con siete de oro. Aquello era Munich, corr¨ªa 1972 y los nadadores abandonaban el deporte con 22 a?os. No hab¨ªa un d¨®lar para ellos. A Spitz estuvieron a punto de descolgarle las medallas porque exhibi¨® muy gr¨¢ficamente unas zapatillas Adidas el ¨²ltimo d¨ªa de la competici¨®n. Phelps es hijo de otro tiempo. Millonario desde los 16 a?os gracias a sus proezas en la piscina, es uno de los deportistas con m¨¢s gancho comercial. Participa de una ¨¦poca en la que las estrellas del deporte han abandonado c¨®digos b¨¢sicos para convertirse en prima donnas caprichosas y ego¨ªstas. Apenas hay sitio para valores como la generosidad y el compa?erismo. Son entelequias del pasado.
Con ocho metales colgados del cuello, Phelps vale m¨¢s que Spitz con siete t¨ªtulos
Phelps, que ha demostrado punto por punto su grandeza como nadador, ha elevado su figura en Atenas con un gesto excepcional. Cedi¨® a Ian Crocker el puesto en el equipo de relevos 4x100 estilos. No es un acto de demagogia. A su alrededor le empujaban para consagrarse definitivamente. Desde un punto de vista comercial, Phelps vale mucho m¨¢s con ocho medallas que con siete. Adem¨¢s, se las hab¨ªa ganado con todo los m¨¦ritos. Pero su punto de vista ha sido diferente.
Phelps dice que lleg¨® a Atenas como integrante de un equipo y que as¨ª quiere salir de los Juegos. Tras derrotarle en la final de los 100 mariposa, sab¨ªa que Crocker no tendr¨ªa la oportunidad de ganar ning¨²n oro en Atenas. No es un cualquiera. Crocker tiene el r¨¦cord del mundo de 100 mariposa. En los Juegos s¨®lo hab¨ªa recibido malas noticias. Fue el principal causante del desastre de Estados Unidos en la final de 4x100 libres. Su p¨¦sima actuaci¨®n posiblemente evit¨® que Phelps ganara la medalla de oro, la s¨¦ptima, la que ven¨ªa asegurada con un bono de un mill¨®n d¨®lares. No hubo una sola queja de Phelps ni un comentario da?ino contra su compa?ero. La semana de Crocker fue deprimente: no se clasific¨® para las semifinales de los 100 libres y perdi¨® frente a Phelps en los 100 mariposa. Termin¨® como un nadador destruido. Se sinti¨® despu¨¦s de tantas derrotas sin ning¨²n derecho a la felicidad. A este nadador Phelps le ha dado la posibilidad de disfrutar de una victoria, de sentirse importante en el triunfo del equipo norteamericano de 4x100 estilos, que bati¨® el r¨¦cord del mundo (3m 30,08s) -Aaron Peirsol, el primer relevista, consigui¨® tambi¨¦n el de espalda: 53,45s.
El gesto de generosidad de Phelps es uno de los m¨¢s emotivos que ha conocido el deporte en los ¨²ltimos a?os. Y tambi¨¦n uno de los m¨¢s necesarios. Significa, en definitiva, que todav¨ªa hay campeones extraordinarios que rescatan para el deporte los viejos valores abandonados: la sencillez, el entusiasmo, el rigor, la generosidad, el compa?erismo. Todo eso vale en Michael Phelps mucho m¨¢s que las siete medallas.
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