Ocho cent¨¦simas de oro
Matthew Pinsent, el gigante brit¨¢nico, gana su cuarto t¨ªtulo ol¨ªmpico y se corona como heredero de su compatriota sir Steven Redgrave
Fue s¨®lo por ocho cent¨¦simas de segundo. Un suspiro en la ¨²ltima palada. Y quiz¨¢ hasta el mayor impulso con sus largos brazos y su corpach¨®n imponente lo dio Matthew Pinsent, el gigante brit¨¢nico que ha seguido a su maestro en los triunfos. El remero que acompa?¨® en dos de sus cinco t¨ªtulos ol¨ªmpicos a sir Steven Redgrave, leyenda del remo y del deporte universal, sum¨® en el cuatro sin timonel su cuarta medalla de oro ol¨ªmpica. El barco brit¨¢nico, en cabeza desde la salida, pas¨® los 500 y los 1.000 metros al frente, pero Canad¨¢ le adelant¨® a los 1.500, a falta del medio kil¨®metro final. En el mano a mano, definitivo, con James Cracknell, Ed Coode y Steve Williams de compa?eros, Pinsent volvi¨® a alcanzar la gloria, que quiz¨¢ sea la definitiva. A sus casi 34 a?os, no llevar¨¢ ya a Pek¨ªn 2008 sus 1,96 metros de estatura y 110 kilos de peso.
Concluida su carrera, se dedicar¨¢ a pilotar un helic¨®ptero y a sus muchas obras ben¨¦ficas
Si en el remo hay un rep¨®ker de ases que se puede extrapolar al olimpismo y a las haza?as del deporte en general en ¨¦l est¨¢ este mocet¨®n con cara de campesino, el rostro curtido de tantos vientos, en tantos canales, en tantos lagos. El de Schinias, en Grecia, ha sido el de su ¨²ltima batalla, que empez¨® a fraguar en Eton cuando se inici¨® en el remo porque le gustaba pasar sus tardes de verano en el agua. El remo, uno de los deportes m¨¢s tradicionalmente brit¨¢nicos, le atrap¨® y su carrera se lanz¨® definitivamente a la fama internacional cuando se uni¨® a Redgrave. Fue para los Juegos de Barcelona 92, en Banyoles, donde gan¨® su primer oro. Para su compa?ero sir, era ya la tercera. Steve hab¨ªa conseguido la primera en Los ?ngeles 84, en cuatro con timonel, y la segunda en dos sin timonel en Se¨²l 88, donde tambi¨¦n sum¨® un bronce en dos con timonel. Matthew fue el recambio ideal. Pon¨ªa su juventud y potencia junto a la astucia y calidad, nunca exenta de fuerza, de Redgrave. Su imbatibilidad hizo historia. Y, tras ganar en 1992, repitieron en Atlanta 96 en el dos, y en Sidney 2000, en el cuatro. Quinta medalla de oro para el sir y tercera para el que ya hab¨ªa sido honrado en 1993 como Caballero de la Orden del Imperio Brit¨¢nico. Porque a sus t¨ªtulos ol¨ªmpicos Pinsent ha unido nada menos que diez mundiales.
Pero despu¨¦s de Sidney la vida deportiva de Pinsent cambi¨® radicalmente. Qued¨® como el eslab¨®n perdido. De hecho, con su nueva pareja en dos, Cracknell, ya no es invencible. S¨®lo fue cuarto en los Mundiales de Mil¨¢n 2003, aunque s¨ª hab¨ªa ganado los de Sevilla 2002 y nada menos que en dos con timonel y sin timonel en los de Lucerna 2001. Pero volver al cuatro era la ¨²nica garant¨ªa de victoria para Atenas. Y, aunque haya sido ajustad¨ªsima, la historia s¨®lo lo comentar¨¢. Su cuarto oro vale mucho m¨¢s.
Pinsent dedica mucho de su tiempo a una asociaci¨®n ben¨¦fica de ayuda para ni?os a trav¨¦s del deporte. Promueve la investigaci¨®n y la b¨²squeda de medios para tratar a discapacitados. Es un hombre prestigioso y respetado no s¨®lo como gran atleta. En el valle del T¨¢mesis, el Instituto del Deporte Brit¨¢nico construy¨® un canal para entrenamientos. Recibe el nombre de Lago de Remo Redgrave-Pinsent. De su compa?ero de dos Juegos y muchas horas de remar en entrenamientos y competiciones guarda un recuerdo y una amistad imborrables. "Si no hubiera remado con ¨¦l, jam¨¢s habr¨ªa podido conseguir mis dos primeras medallas de oro. Es, sin duda, la persona que m¨¢s ha influido en mi carrera", confiesa.
Ahora, cuando ya pase el flujo de sus ocho cent¨¦simas gloriosas, seguir¨¢ remando por placer, jugar¨¢ al golf y al rugby, como no pod¨ªa ser menos para un brit¨¢nico, y montar¨¢ en moto y volar¨¢ en helic¨®ptero, sus grandes placeres.
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