Tergat, contra la incoherencia hist¨®rica
El espigado soldado del Ej¨¦rcito del Aire, favorito para acabar con la sequ¨ªa keniana en la prueba m¨ªtica de los Juegos
42,195 kil¨®metros no es precisamente la distancia que hay de la ciudad de Marat¨®n al estadio de m¨¢rmol de Atenas, aunque la tradici¨®n as¨ª lo quiera desde que para engrandecer la prueba de suprema resistencia atl¨¦tica se rescat¨® el mito del soldado Fil¨ªpides Diomed¨®n, aqu¨¦l que 500 a?os antes de Cristo muri¨® tras recorrer la distancia entre la batalla de Marat¨®n y Atenas para anunciar la victoria sobre los persas.
Entre Marat¨®n y Atenas, en 1896, cuando Spirid¨®n Louis, un aguador de Marusi, barrio del norte de Atenas, tard¨® casi tres horas para ganar el marat¨®n de los primeros Juegos de la era moderna, hab¨ªa menos de 40 kil¨®metros. El marat¨®n mide exactamente 42,195 kil¨®metros, ni un metro m¨¢s ni un metro menos, por un motivo que debe m¨¢s a los privilegios de la nobleza que al sudor del corredor. Fue en los Juegos de Londres de 1908 cuando se estableci¨® esa medida, fue porque ¨¦sa era la distancia exacta entre el palacio de Windsor, de donde sali¨®, al pabell¨®n real del Estadio Blanco, donde termin¨® -incidentalmente: la gan¨® el norteamericano John Hayes en un tiempo de 2h 55m 18s, primer r¨¦cord ol¨ªmpico, evidentemente.
"Cuando llegue el kil¨®metro 35 ser¨¦ un rival imposible", afirma el 'recordman' mundial
Pero pese a ese acta de nacimiento aristocr¨¢tica, el marat¨®n es la prueba que ha creado algunos de los grandes mitos del atletismo, que ha engrandecido al hombre que supera el dolor y el sufrimiento, al atleta al que el entrenamiento y el sacrificio, la agon¨ªa, conduce a la cima. El marat¨®n es la carrera que nos ha hecho erigir altares en memoria de Paavo Nurmi -pese a que el finland¨¦s volador nunca gan¨® el marat¨®n ol¨ªmpico-, de Emil Z¨¢topek, de los pies descalzos de Abebe Bikila sobre el empedrado de la Roma imperial, del Arco de Constantino iluminado con antorchas, de Waldemar Cierpinski y de Frank Shorter.
El marat¨®n ol¨ªmpico es la prueba que nunca ha ganado el atletismo espa?ol, con la que no pudo ni siquiera el d¨²o terrible de los 90, los Mart¨ªn Fiz y Abel Ant¨®n, campeones mundiales entre 1993 y 1999 que en las calles de Atenas, precisamente, en un final que ha sido dulcificado para los Juegos -aunque el resto del recorrido, los tremendos repechos que agotaron la resistencia de Paula Radcliffe el pasado domingo, el calor, siguen igual- libraron en 1997 un duelo que a¨²n colea. Este a?o, las esperanzas espa?olas se llaman Julio Rey -2h 07m 27s, mejor marca, bronce europeo, plata mundial-, el toledano que se anuncia en gran forma, aunque correr¨¢ lastrado por los dos meses de reposo a que le oblig¨® una fisura de pelvis insidiosa esta primavera, y Jos¨¦ R¨ªos (2h 07m 42s este a?o), el catal¨¢n que se ha preparado en Madrid, en Navacerrada, que en julio, seg¨²n su gente, presentaba una mejor forma que en agosto.
El marat¨®n es la carrera que, extra?amente, le falta a Kenia, el pa¨ªs en el que han nacido algunos de los mejores fondistas de la historia. Mientras, sus vecinos del norte del Valle del Rift, los et¨ªopes de Bikila, Wolde y Abera se han impuesto cuatro veces en los 11 ¨²ltimos Juegos. Pero este a?o, para acabar con ese contrasentido hist¨®rico, al frente de Kenia est¨¢ Paul Tergat.
Si no hubiera sido por Haile Gebrselassie, que le neg¨® la gloria en tres Mundiales y en dos Juegos Ol¨ªmpicos, Tergat -de 35 a?os, jugador de baloncesto en su juventud gracias a su altura, 1,82 metros, pero no por su corpulencia, 62 kilos, atleta porque el ej¨¦rcito del aire, donde se enrol¨® como profesional, le dio tiempo para correr- habr¨ªa sido el mejor fondista de la historia. Suyo fue un tiempo el r¨¦cord del mundo de los 10.000 (26m 27,85s), suyas son cinco victorias consecutivas en el Mundial de cross, suyo es el r¨¦cord del mundo de marat¨®n (los incre¨ªbles 2h 04m 55s que logr¨® en Berl¨ªn 2003, en el sexto marat¨®n de su vida), suya ser¨¢ la responsabilidad de la carrera.
Una obligaci¨®n que abraza agradecido. "Ser¨¢ muy dif¨ªcil que alguien me gane", afirma. "Me mantendr¨¦ en los primeros kil¨®metros junto al grupo de cabeza, y cuando llegue el momento de siempre, el punto en el que los maratones se ganan y se pierden, en el kil¨®metro 35, ser¨¦ un rival imposible. El marat¨®n es en su 85% una carrera mental. En Berl¨ªn, cuando bat¨ª el r¨¦cord, tir¨¦ de mi fuerza f¨ªsica durante 35 kil¨®metros. Fue entonces, cuando mi cuerpo era muy d¨¦bil, cuando mi mente, a¨²n fresca, me llev¨® a la meta".
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