Mercenarios, pol¨ªticos y petr¨®leo
El golpe de Estado en Guinea desvela una oscura trama internacional
La detenci¨®n esta semana en Sur¨¢frica de Mark Thatcher, el hijo de la ex primer ministra brit¨¢nica, es el ¨²ltimo episodio de una historia que demuestra que, a veces, la realidad puede superar a la m¨¢s rocambolesca ficci¨®n. En un embrollo que no hubiese so?ado el mejor guionista se entremezclan en torno a un golpe de Estado fallido jet set y mercenarios, dictadores y oscuros opositores, intereses de potencias regionales e internacionales y, como tel¨®n de fondo, un peque?o pa¨ªs atrasado ba?ado en los multimillonarios ingresos del petr¨®leo.
Cuando, a principios de marzo, las autoridades de Zimbabue y de Guinea Ecuatorial detuvieron, con dos d¨ªas de intervalo, a dos presuntos grupos de mercenarios que iban supuestamente a perpetrar un golpe de Estado en la antigua colonia espa?ola, pocos daban cr¨¦dito a las acusaciones del presidente guineano, Teodoro Obiang. El mandatario denunciaba un complot orquestado por el opositor en el exilio en Espa?a Severo Moto con el apoyo de Gobiernos y empresarios extranjeros, especialmente de Ely Calil, un liban¨¦s asentado en Londres que hizo fortuna en el petr¨®leo, una materia cuyo reciente descubrimiento en Guinea ha despertado el apetito de medio mundo. Hoy, con los juicios de los dos grupos en Harare y Malabo, la versi¨®n de Obiang ya no parece tan incierta. "Estamos acostumbrados a los anuncios de golpe en v¨ªsperas de las elecciones para poder reprimir a la oposici¨®n, pero esta vez tengo la impresi¨®n, seg¨²n mis fuentes, de que hubo realmente una intentona", conf¨ªa Pl¨¢cido Mic¨®, uno de los l¨ªderes de la oposici¨®n en Guinea.
Lord Archer pag¨® al mercenario 134.000 d¨®lares cuatro d¨ªas antes del golpe
El pasado lunes empez¨® el juicio contra los 14 supuestos mercenarios detenidos en Malabo, ocho surafricanos y seis armenios -el decimoquinto, un alem¨¢n, muri¨® en cautividad oficialmente a causa de una crisis de malaria, pero Amnist¨ªa Internacional sospecha que fue a consecuencia de las torturas. El cabecilla del grupo, Nick du Toit, un antiguo agente de las fuerzas especiales surafricanas, reconoci¨® la mayor parte de los cargos. Para sorpresa de su abogado, Fernando Mic¨®, que vio por primera vez a su cliente dos d¨ªas antes del juicio, Du Toit admiti¨® que formaban una avanzadilla a la espera de otros 70 mercenarios procedentes de Zimbabue. Simon Mann, el jefe del segundo grupo y cerebro del golpe, le hab¨ªa encargado la "log¨ªstica" de la operaci¨®n en Malabo, afirm¨®. Seg¨²n cont¨® ante los jueces, Mann le dijo que el objetivo era llevar al poder a Severo Moto, que estar¨ªa esperando en un pa¨ªs vecino.
"He tenido dos o tres encuentros con Mann", admite Moto, "pero no ten¨ªa nada que ver con ese supuesto golpe. Estas acusaciones son un invento de Obiang, un cabr¨®n que est¨¢ robando el dinero del pa¨ªs". Moto subraya un hecho embarazoso para Obiang: Du Toit ten¨ªa una participaci¨®n en la empresa guineana Triple Option, cuyo presidente de honor es el hermano del presidente, Armengol Ondo Nguema.
El mercenario surafricano declar¨® adem¨¢s que el Gobierno de Aznar estaba al tanto de la preparaci¨®n del golpe y no se opuso. A la luz de esta confesi¨®n, el inexplicado env¨ªo -y pronto retorno- de buques de guerra espa?oles hacia las aguas de Guinea un mes antes de la intentona parece sospechoso. La mujer de Du Toit, sin embargo, afirma que las confesiones fueron obtenidas bajo tortura.
En Zimbabue, un tribunal declar¨® el viernes a Mann culpable de tr¨¢fico de armas, lo que le podr¨ªa valer hasta 10 a?os de c¨¢rcel. Educado en las mejores escuelas del Reino Unido, Mann sirvi¨® en los servicios especiales brit¨¢nicos antes de fundar varias empresas de mercenarios que tuvieron un destacado papel en las guerras de Angola y Sierra Leona. Es amigo de Mark Thatcher y fue vecino suyo en Ciudad del Cabo. Pretoria acusa al hijo de la dama de hierro de financiar el golpe. Durante el juicio, Du Toit reconoci¨® haber conocido a Thatcher a trav¨¦s de Mann, pero afirm¨® que su relaci¨®n se limit¨® a un negocio sin relaci¨®n con Guinea. "Quer¨ªa helic¨®pteros para un negocio en Sud¨¢n y yo ten¨ªa helic¨®pteros", dijo.
La trama brit¨¢nica no termina ah¨ª. Desde su celda en Harare, Mann envi¨® una carta a su mujer en la que ped¨ªa la intervenci¨®n de David Hart, un antiguo asesor de Margareth Thatcher. Adem¨¢s, la prensa brit¨¢nica revel¨® que lord Archer, un antiguo destacado miembro del partido conservador, pag¨® a Mann 134.000 d¨®lares cuatro d¨ªas antes del golpe. Archer niega toda implicaci¨®n. Al final, lo que parec¨ªa el en¨¦simo golpe de Estado de un pa¨ªs olvidado se ha convertido en un asunto de repercusiones internacionales que bien podr¨ªa salpicar a m¨¢s gente.
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