La reforma de la ONU
Se ha alcanzado una unanimidad infrecuente: las Naciones Unidas son indispensables y deben reformarse en profundidad y con apremio para que sus funciones, atribuciones, recursos y composici¨®n -pensar no s¨®lo en Estados y asociaciones de los mismos, sino en electos y representantes de la sociedad "civil"- reflejen la situaci¨®n actual del mundo y les permita encarar con ¨¦xito sus retos.
La ONU y dem¨¢s instituciones especializadas del sistema, las cortes internacionales, los tribunales espec¨ªficos... todos aportan contribuciones valiosas, pero no cuentan con el apoyo y respeto que les son debidos, especialmente por los "grandes" Estados miembros. A pesar de todo, tratados y convenios de gran importancia siguen siendo puntos de referencia insustituibles a escala global: por ejemplo, la no proliferaci¨®n de armas nucleares; la prohibici¨®n de producci¨®n y uso de armamento qu¨ªmico... M¨¢s recientemente, una importante serie de "cumbres" y de resoluciones de la Asamblea General han proporcionado las pautas sobre Educaci¨®n (1990), Medio ambiente (1992), Desarrollo social (1995), Papel de la mujer (1995), Cultura de paz (1999), Declaraci¨®n del milenio-objetivos del desarrollo (2000)... Hace tan s¨®lo unas semanas, en la XI Reuni¨®n de la UNCTAD (Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo), el presidente Lula y el secretario general Kofi Annan aprobaron la propuesta de una nueva "geograf¨ªa comercial sur-sur" y un Fondo Mundial contra el Hambre y la Pobreza, que se someter¨¢ a las Naciones Unidas el d¨ªa antes de iniciarse la Asamblea General de este a?o. Estas directrices, protocolos, declaraciones y recomendaciones carecen, en general, de obligatoriedad por parte de los Estados y todo depende de la voluntad de los mismos para incorporarlos a su sistema legal nacional.
Los estudios, informes y proyectos para la reforma de las Naciones Unidas vienen sucedi¨¦ndose -por iniciativa del propio sistema o de distintas instituciones- desde hace muchos a?os. Recuerdo los que patrocinaron los entonces secretarios generales Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar y Butros Butros-Gali, a finales de los ochenta y primeros de los noventa, respectivamente, y considero particularmente ilustrativo, a este respecto, leer el editorial de este mismo peri¨®dico, el d¨ªa 31 de enero de 1993. Lo cierto es que, poco a poco, se agrav¨® la deriva del sistema de Naciones Unidas en su conjunto, sustituy¨¦ndose las ayudas para el desarrollo end¨®geno (el 0,7% del PIB prometido) por pr¨¦stamos concedidos en condiciones draconianas y, lo que es mucho peor, los principios ¨¦ticos universales por las leyes del mercado. Despu¨¦s de dos grandes guerras en el siglo XX, los Estados Unidos propusieron un nuevo orden basado en el multilateralismo, el desarrollo compartido, la justicia y la paz. En cambio, al final de la guerra fr¨ªa, en 1989, se inclinaron por la oligocracia, la globalizaci¨®n econ¨®mica y la utilizaci¨®n circunstancial de las Naciones Unidas. De la inclusi¨®n, a la exclusi¨®n. A la hegemon¨ªa. Los marginados y menesterosos no saben a qui¨¦n dirigirse, porque su principal interlocutor internacional atraviesa un periodo de crisis muy severa. Se han encomendado a las Naciones Unidas funciones de ayuda humanitaria que no les corresponden. El banco mundial ("de la reconstrucci¨®n y el desarrollo", ?no olvidarlo!) y el Fondo Monetario Internacional siguen, impasibles, haciendo lo contrario de lo que sus propios informes concluyen que deber¨ªan hacer.
Para la un¨¢nime convicci¨®n que refer¨ªa al principio, ha sido necesario desgraciadamente llegar al caos y desconcierto actual en tantas dimensiones: asimetr¨ªas sociales y econ¨®micas insostenibles, radicalizaci¨®n, rencor, humillaci¨®n, hambre (?miles de muertos de hambre al d¨ªa!), flujos migratorios vergonzantes y vergonzosos, acciones violentas... Se "arrancan" al Consejo de Seguridad "resoluciones parche" para resta?ar las grandes heridas de credibilidad y autoridad moral originadas por la "guerra preventiva" de Irak y la detestable gesti¨®n de la victoria militar, al tiempo que se sigue sin prestar remedio a lo esencial: Oriente Pr¨®ximo. Es all¨ª donde las Naciones Unidas deber¨ªan actuar de inmediato con el apoyo claro y expl¨ªcito de la Uni¨®n Europea, Estados Unidos, Rusia y los pa¨ªses ¨¢rabes. Los cascos azules deber¨ªan, en unas semanas, hallarse sobre el terreno para que concluya la espiral de violencia. Los terroristas suicidas y los asesinatos selectivos nunca llevar¨¢n al cese del conflicto. En estas circunstancias, es esencial no dejarse "distraer" por el omn¨ªmodo poder medi¨¢tico: intentar ahora, por ejemplo, llamar la atenci¨®n -despu¨¦s de deso¨ªr a?os y a?os tantos avisos- hacia Sud¨¢n, constituye una estratagema que, si no fuera por la tragedia humana que, en cualquier caso, conlleva, ser¨ªa m¨¢s deleznable todav¨ªa.
Es importante destacar, asimismo, la pr¨¢ctica desaparici¨®n, en la ONU, de las "pertenencias", tanto ideol¨®gicas como de grupo (tales como "no alineados", "77+ China", etc¨¦tera), siendo por tanto imprescindible volver al comienzo: que todos los pueblos cuenten, con las proporcionalidades adecuadas.
Toda disidencia ha sido acallada: los movimientos ciudadanos, sindicales, agrupaciones religiosas "progresistas"... ?Y la voz de las universidades, de la comunidad cient¨ªfica y acad¨¦mica? Salvo excepciones, silencio. Silencio frente a las injusticias y los desgarros sociales que provocan; silencio frente a la uniformizaci¨®n cultural y la progresiva indiferencia de la juventud; silencio, sobre todo, frente a la trivializaci¨®n de los valores universales... Las ONG asumen un dign¨ªsimo papel de socorro y solidaridad que, normalmente, no adopta actitudes de contestaci¨®n. Recientemente, frente a la "globalizaci¨®n econ¨®mica" que simboliza Davos emergi¨® el grito potente y pac¨ªfico, de protesta y de propuesta, de Porto Alegre. Lo peor que podr¨ªa suceder es que tambi¨¦n fuera silenciado. Y que manifestaciones como las del 15 de febrero de 2003 en contra de la guerra, que reunieron a millones de personas en todo el mundo, fueran "neutralizadas" o s¨®lo demostraran poder de convocatoria contra y no a favor de una causa, porque frente a la hegemon¨ªa la ¨²nica soluci¨®n pac¨ªfica -y, por tanto, la ¨²nica soluci¨®n admisible- es el clamor popular.
Es imprescindible conocer la realidad de la situaci¨®n presente, porque nada puede transformarse si no se conoce en profundidad. ?En manos de qui¨¦n(es) est¨¢ realmente el poder? ?Y las fuentes energ¨¦ticas? ?A qui¨¦n pertenece ?frica? ?Y los grandes medios de comunicaci¨®n? ?Y el complejo industrial / armament¨ªstico? El mundo ha dado un vuelco en los ¨²ltimos a?os en m¨²ltiples aspectos: la demograf¨ªa; las pandemias; los nuevos "actores" en el ¨¢mbito internacional: grandes corporaciones privadas; conflictos internos en los que las Naciones Unidas deber¨ªan intervenir -s¨®lo las Naciones Unidas- en caso de genocidio, violaci¨®n masiva de los derechos humanos o de ausencia de gobiernos; la tecnolog¨ªa informativa que permite conocer y compadecer en tiempo real las terribles condiciones en que vive tanta gente; la confusi¨®n entre valor y precio... Hoy est¨¢ claro -y en ello radican algunas expectativas, aunque tenues, de cambio- que no se podr¨¢n enderezar los presentes rumbos, tan sombr¨ªos, si el presente sigue prevaleciendo sobre el futuro, la fuerza sobre la palabra, la econom¨ªa sobre la pol¨ªtica, la arbitrariedad sobre la voz de los ciudadanos.
Para el otro mundo posible que muchos anhelamos, es preciso un nuevo contrato social (abordar de inmediato el problema del hambre y del sida, que en su "guerra silenciosa" matan cada d¨ªa a miles de seres humanos); un nuevo contrato medioambiental (con "alianzas" que permitan reunir en pocas horas los medios t¨¦cnicos y los recursos humanos especializados de varios pa¨ªses vecinos para hacer frente a las cat¨¢strofes naturales, tales como incendios forestales, plagas, inundaciones, etc¨¦tera o provocadas, como los lavados de petroleros en alta mar); y nuevos contratos de ¨ªndole cultural y moral.
Como dec¨ªa al inicio, son numerosos los organismos de toda ¨ªndole que han elegido la reforma de las Naciones Unidas como la gran prioridad de sus actividades. La "red de redes" -F¨®rum Mundial UBUNTU, que inici¨® sus actividades en la Universidad Polit¨¦cnica de Catalunya hace ya cuatro a?os- ha llevado a cabo, con la cooperaci¨®n de varias ONG y grandes personalidades, estudios y proposiciones concretas para adecuar las instituciones internacionales a los desaf¨ªos presentes. Los objetivos son: a) una gobernanza democr¨¢tica global; b) conocimiento y observancia de los derechos humanos en todo el mundo; c) paz y seguridad basada en la justicia y libertad; y d) desarrollo humano sostenido. En los ¨²ltimos d¨ªas de septiembre, y dentro del F¨®rum Barcelona 2004, tendr¨¢ lugar una reuni¨®n de diversas entidades que vienen trabajando en este tema.
Que nadie se enga?e: la reforma que se necesita no es una cuesti¨®n "t¨¦cnica". Deber¨¢ basarse en los mismos principios democr¨¢ticos que los l¨²cidos fundadores del sistema de las Naciones Unidas plasmaron en el fant¨¢stico pre¨¢mbulo de la constituci¨®n de la Unesco: "Justicia, libertad, igualdad y solidaridad". "Solidaridad intelectual y moral", a?adieron. S¨®lo as¨ª podr¨¢ transformarse el miedo, el dolor y la indignaci¨®n en acci¨®n personal, en resoluci¨®n cotidiana de fortalecer la democracia, es decir, la participaci¨®n ciudadana, la comprensi¨®n, el di¨¢logo, y mantener una actitud de b¨²squeda permanente con la confianza que proporciona la capacidad de crear, inventar, innovar, que distingue a la condici¨®n humana.
Frecuentemente, con la mejor voluntad, muchos ciudadanos tienden la mano a los necesitados. Est¨¢ muy bien. Pero son necesarias pol¨ªticas globales reguladas por las Naciones Unidas, porque lo que los menesterosos esperan -y merecen- es justicia, es contar, es ser tenidos en cuenta.
S¨®lo un sistema de Naciones Unidas fuerte y bien coordinado podr¨ªa establecer en todo el mundo la seguridad de la paz. La paz de la seguridad es el silencio, el espanto, la sospecha, el recelo. Para la seguridad de la paz es urgente contar con los mejores ej¨¦rcitos bajo la bandera azul de las Naciones Unidas, cuando una acci¨®n militar sea inevitable. Y con los servicios de inteligencia m¨¢s avanzados para exigir, con los mecanismos punitivos adecuados, el cumplimiento de las normas internacionales. Que cada organismo del sistema cumpla sus misiones originales. Que est¨¦ a la escucha de los pueblos. Que cuente con los mejores asesoramientos para anticiparse, para prevenir. Ser¨ªa un paso de extraordinario relieve en la historia de la humanidad. Y de los Estados Unidos. Ser¨ªa cumplir el sue?o de los presidentes Wilson y Roosevelt. Y, m¨¢s importante, el de miles de millones de seres humanos.
Federico Mayor Zaragoza es catedr¨¢tico de Bioqu¨ªmica de la Universidad Aut¨®noma y presidente de la Fundaci¨®n Cultura de Paz.
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