Metaf¨ªsica del desnudo
Una serie de fotograf¨ªas del artista norteamericano Ralph Gibson sirven de pretexto, y de contexto, a las reflexiones del fil¨®sofo y sin¨®logo franc¨¦s Fran?ois Jullien en torno a la concepci¨®n del desnudo en Occidente y en Oriente: en Grecia y en China. En su opini¨®n, el desnudo se ha convertido para nosotros en una suerte de paradigma y, como tal, tiende a aceptarse natural e inocentemente; se ha hecho invisible, pasa inadvertido a nuestros acostumbrados ojos. Fiel a su habitual metodolog¨ªa, Jullien traza en este ensayo un nuevo desv¨ªo por la civilizaci¨®n china con el prop¨®sito de adquirir en esa alteridad cultural una distancia que permita observar cr¨ªtica y globalmente el despliegue efectivo de nuestro edificio conceptual, de sus axiomas filos¨®ficos y est¨¦ticos, que de otro modo permanecer¨ªan irremisiblemente ocultos.
DE LA ESENCIA O DEL DESNUDO
Fran?ois Jullien
Traducci¨®n de
Anne-H¨¦l¨¨ne Su¨¢rez
Alpha Decay. Barcelona, 2004 181 p¨¢ginas. 21 euros
Sus indagaciones comienzan distinguiendo "el desnudo" de "la desnudez". Mientras que ¨¦sta se?ala necesariamente un estado de carencia, de privaci¨®n, el desnudo rebosa plenitud, es consistente y aut¨®nomo. Al contrario de la desnudez, el desnudo tiene vocaci¨®n de ideal, aglutina en s¨ª la totalidad de nuestra esencia y perfila el l¨ªmite por el que transitan -no sin tensiones- lo material y lo ideal, lo er¨®tico y lo espiritual, la naturaleza y el arte. La experiencia del desnudo representa, adem¨¢s, uno de los rasgos distintivos m¨¢s elementales del ser humano pues, a decir verdad, s¨®lo el cuerpo humano puede estar propiamente desnudo: tras despojarlo de todo lo superfluo y no pudiendo ya retirarle nada m¨¢s se alcanza por fin la esencia misma de su ser. La trascendencia (y la belleza) del desnudo radica, por tanto, en su capacidad de evidencia absoluta, en que logra hacer presente el Ser en su intimidad; el desnudo no admite alteraciones o cambios, permanece id¨¦ntico, eternamente inm¨®vil, est¨¢tico, es Esencia. En ese sentido, Jullien considera que el medio de expresi¨®n art¨ªstico m¨¢s eficaz a la hora de concretar todas las notas metaf¨ªsicas que componen el desnudo es la fotograf¨ªa; a diferencia de la pintura o de la escultura, su arte no procede por imitaci¨®n o recreaci¨®n de un modelo sino que, por su capacidad de advenimiento, materializa el l¨ªmite del instante presente; mero punto sin extensi¨®n, la fotograf¨ªa recrea y descubre la naturaleza inmediata del desnudo.
A pesar de que, como es sabido, la civilizaci¨®n china desarroll¨® una s¨®lida tradici¨®n pict¨®rica y escult¨®rica, lo cierto es que resulta del todo imposible hallar tematizado el desnudo en ella. La raz¨®n de esta ins¨®lita ausencia no puede explicarse ¨²nicamente por el ya legendario combate de la moralidad china contra el impudor y la desverg¨¹enza. En opini¨®n de Jullien, las causas de esa incomparecencia exigen una ¨®ptica m¨¢s profunda. Al igual que la presencia abrumadora del desnudo revela los rasgos culturales de Occidente, su ausencia radical en China responde tambi¨¦n a las caracter¨ªsticas espec¨ªficas del pensamiento chino.
Si la representaci¨®n del desnudo ha sido ignorada en China, ello se debe en gran medida a que el cuerpo se concibe y se experimenta all¨ª de manera distinta. El paradigma dominante en Occidente es el anat¨®mico: el cuerpo es un objeto susceptible de ser diseccionado, descompuesto, analizado y visualizado desde el exterior. En cambio, en China, la perspectiva no es anat¨®mica sino "energ¨¦tica", no es externa sino interna y se percibe, adem¨¢s, de manera global y org¨¢nica. En ese sentido, el desnudo dif¨ªcilmente podr¨ªa revelar nada de ese dinamismo interno e invisible. Para expresar el vigor de esa dimensi¨®n latente, atravesada por sutiles cauces energ¨¦ticos, la pintura china recurri¨® a las ondulaciones, los pliegues, los frunces o el vuelo del ropaje. El entramado de curvas y dobleces tejido por la vestimenta hace sensible fuera esa red interior de flujos vitales. Dicho procedimiento condensa el singular modo de concebir la realidad y el arte en China. A diferencia de nuestra tradici¨®n, el pensamiento chino no separa de manera clara lo visible y lo invisible. Toda su atenci¨®n se centra en la transici¨®n entre ambos: el estadio de lo sutil en que la concreci¨®n apenas se vislumbra o en que lo concreto, a fuerza de afinarse, se eleva a lo espiritual. Y esto se refleja tambi¨¦n en su est¨¦tica: "Los artistas chinos no buscan hacer surgir algo m¨¢s visible en el seno de lo visible, ni tratan de lograr que descienda a ello lo ideal, sino que, aspiran a captar lo invisible a trav¨¦s de lo visible, a captar la dimensi¨®n de eficiencia invisible, o de esp¨ªritu (shen) -y, como tal, infinita-, que atraviesa incesantemente lo visible y lo anima". Sin un plano consistente de esencias, de ideas metaf¨ªsicas, la tarea de depuraci¨®n y absolutizaci¨®n de las formas sensibles, encarnada de manera emblem¨¢tica en el desnudo, carece ya de sentido. M¨¢s que representar mim¨¦ticamente la belleza formal e inm¨®vil del objeto, la pintura china se propone transmitir su intencionalidad, su vitalismo interno. De hecho, el arte chino tiende a superar la escisi¨®n misma entre sujeto y objeto; tanto la pintura como la poes¨ªa surgen de una apertura rec¨ªproca, de la interacci¨®n entre el "paisaje" y la "emoci¨®n": a partir de una comuni¨®n previa, el artista debe ser capaz de "transmitir el esp¨ªritu", el h¨¢lito vital que habita todas las cosas.
En definitiva, el texto de Jullien nos propone un viaje al otro polo de nuestra experiencia cultural cuya finalidad principal no reside tanto en la traves¨ªa, en la contemplaci¨®n de sus bizarras y ex¨®ticas maravillas, como en el regreso: se trata de recuperar en el proceso una mirada limpia que nos devuelva la extra?eza, el asombro original, ante nuestras propias creencias y, en consecuencia, nos permita pensarlas de nuevo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.