La visi¨®n europea del futuro eclipsa el sue?o americano
La cuesti¨®n de los valores ha saltado repentinamente al centro del escenario a ambos lados del Atl¨¢ntico. En Estados Unidos, el presidente George W. Bush y el senador John Kerry debaten sobre cuestiones tan variadas como el matrimonio entre homosexuales y la investigaci¨®n con c¨¦lulas madre embrionarias. En una sociedad en la que en los ¨²ltimos tiempos casi todos los valores se han convertido en objeto de cr¨ªtica y controversia, hay un valor estadounidense que se mantiene inalienable, no afectado por las ri?as partidistas y el escrutinio de los medios. Todos los pol¨ªticos, independientemente de sus colores, se apresuran a elogiar el sue?o americano, la idea de que cualquiera, independientemente de las circunstancias en que nazca, puede hacer con su vida lo que quiera, a base de diligencia, determinaci¨®n y trabajo duro. El sue?o americano sigue siendo el mito m¨¢s perdurable de Estados Unidos. Es el cemento social que une al pueblo estadounidense a trav¨¦s de divisiones ¨¦tnicas y de clase, y que da al modo de vida de este pa¨ªs un prop¨®sito y una direcci¨®n comunes. La muerte en junio del presidente Ronald Reagan subray¨® lo importante que sigue siendo el sue?o americano para la psique nacional. Las muestras de dolor y los elogios que el ex presidente recibi¨® de amigos y rivales por igual fueron un homenaje tanto a ese sue?o como al hombre que, en opini¨®n de muchos, personific¨® el m¨¢s preciado de todos los valores del pa¨ªs.
La pega es que un tercio de los estadounidenses, de acuerdo con un sondeo reciente a escala nacional, ya ni siquiera creen en el sue?o americano. Algunos han perdido la fe porque han trabajado duramente toda su vida para no encontrar m¨¢s que dificultades y desesperaci¨®n al final del camino. Otros, sin embargo, lo han abandonado a¨²n m¨¢s profundamente. Est¨¢n empezando a cuestionarse el sue?o en s¨ª, alegando que los principios que lo sosten¨ªan est¨¢n perdiendo importancia en un mundo cada vez m¨¢s interconectado e interdependiente. Por primera vez, el sue?o americano ya no sirve de punto de encuentro para todos los estadounidenses. Mientras el sue?o americano se va desvaneciendo, un nuevo sue?o europeo est¨¢ empezando a captar la atenci¨®n y la imaginaci¨®n de los habitantes de todas partes. Ese sue?o se ha codificado ahora en forma de anteproyecto de Constituci¨®n europea. La Constituci¨®n propuesta se ha convertido a su vez en materia de intenso debate en un momento en que los europeos estudian si ratificar o no sus contenidos y aceptar sus principios b¨¢sicos como valores centrales de una nueva Europa. En muchos aspectos, el nuevo sue?o europeo es el reflejo del antiguo sue?o americano. Pero, para los millones de estadounidenses que ya no se identifican inquebrantablemente con ¨¦ste, la visi¨®n de futuro europea quiz¨¢ tenga mayor resonancia; una especie de gran inversi¨®n, por as¨ª decirlo, de lo que ocurri¨® hace doscientos a?os, cuando millones de europeos miraban hacia Estados Unidos en busca de una nueva ilusi¨®n para su vida y la posteridad.
Veinticinco naciones, que representan a 455 millones de personas, se han unido para crear los "Estados Unidos" de Europa. Como los Estados Unidos de Am¨¦rica, esta enorme entidad pol¨ªtica est¨¢ apuntalada por un mito propio. Aunque se encuentra todav¨ªa en su adolescencia, el sue?o europeo es la primera visi¨®n transnacional, mucho m¨¢s apropiada para la siguiente fase del viaje humano. Los europeos est¨¢n empezando a adoptar una nueva conciencia global que se extiende m¨¢s all¨¢, y por debajo, de las fronteras de sus Estados nacionales, integr¨¢ndolos profundamente en un mundo cada vez m¨¢s interconectado. Los estadounidenses estamos tan acostumbrados a considerar que nuestro pa¨ªs es el m¨¢s pr¨®spero del mundo que quiz¨¢ nos sorprendiera saber que, en muchos aspectos, ya no es as¨ª. En s¨®lo unas d¨¦cadas, la Uni¨®n Europea ha crecido hasta convertirse en la tercera mayor instituci¨®n gubernamental del mundo. Aunque su extensi¨®n equivale a la mitad del territorio continental estadounidense, su producto interior bruto, de 10,5 billones de d¨®lares, eclipsa ahora al estadounidense, y la convierte en la mayor econom¨ªa mundial. La Uni¨®n Europea ya es el principal exportador y el mayor mercado comercial interno. Sesenta y una de las 140 mayores empresas de la lista de 500 incluidas en Global Fortune son europeas, mientras que s¨®lo 50 son estadounidenses.
Sin embargo, las comparaciones entre las dos grandes superpotencias del mundo son todav¨ªa m¨¢s reveladoras en lo que respecta a la calidad de vida. Por ejemplo, en la Uni¨®n Europea hay aproximadamente 322 m¨¦dicos por cada 100.000 habitantes, mientras que en Estados Unidos hay s¨®lo 279. Estados Unidos ocupa el puesto 26 de los pa¨ªses industrializados en mortalidad infantil, muy por debajo de la media europea. La esperanza media de vida en los 15 pa¨ªses m¨¢s desarrollados de la UE est¨¢ ahora en 78,2 a?os, frente a los 76,9 a?os de Estados Unidos. Los ni?os de 12 pa¨ªses europeos obtienen ahora mejores puntuaciones en conocimientos matem¨¢ticos que sus hom¨®logos estadounidenses, y en 8 pa¨ªses europeos los superan en conocimientos cient¨ªficos. En lo que se refiere a la distribuci¨®n de la riqueza -una medida crucial respecto a la capacidad de un pa¨ªs para cumplir su promesa de prosperidad-, Estados Unidos ocupa el puesto 24 entre los pa¨ªses industrializados. Los 18 pa¨ªses m¨¢s industrializados de la UE presentan menos desigualdad entre ricos y pobres. Ahora hay m¨¢s pobres viviendo en Estados Unidos que en las 16 naciones europeas sobre las que se dispone de datos. Estados Unidos es tambi¨¦n un lugar m¨¢s peligroso para vivir. Su tasa de homicidios cuadruplica la de la Uni¨®n Europea. Y lo que es a¨²n m¨¢s preocupante, las tasas de homicidios, suicidios y muertes relacionadas con las armas de fuego entre los ni?os estadounidenses son superiores a las de otros 25 pa¨ªses ricos, incluidos los 14 pa¨ªses europeos m¨¢s ricos. Aunque Estados Unidos alberga s¨®lo el 4% de la poblaci¨®n mundial, contiene ahora la cuarta parte de la poblaci¨®n carcelaria de todo el mundo. Mientras que los pa¨ªses miembros de la UE tienen una media de 87 presos por cada 100.000 habitantes, Estados Unidos alcanza la impresionante proporci¨®n de 685 presos por cada 100.000 habitantes. Los europeos comentan a menudo que los estadounidenses "viven para trabajar", mientras que ellos "trabajan para vivir". El tiempo medio de vacaciones pagadas en Europa es ahora mismo de seis semanas al a?o. Por contraste, los estadounidenses disfrutan de media s¨®lo dos semanas. A la mayor¨ªa de los estadounidenses tam-bi¨¦n les impresionar¨ªa saber que el tiempo medio de traslado al trabajo en Europa es inferior a 19 minutos. Si consideramos qu¨¦ hace grande a un pueblo y qu¨¦ constituye un mejor modo de vida, Europa est¨¢ empezando a superar a Estados Unidos.
El sue?o europeo contrasta dr¨¢sticamente con el americano sobre todo en lo relativo a la cuesti¨®n de definir el significado de libertad personal. Para los estadounidenses, la libertad va desde hace mucho tiempo ligada a la autonom¨ªa. Si uno es aut¨®nomo, no depende de otros ni es vulnerable a las circunstancias que est¨¢n fuera de su control. Para ser aut¨®nomo uno necesita tener propiedades. Cuanta m¨¢s riqueza amasa uno, m¨¢s independiente es en el mundo. Uno es libre cuando se convierte en autosuficiente y en una isla en s¨ª mismo. Con la riqueza llega la exclusividad, y la exclusividad aporta seguridad. Sin embargo, el nuevo sue?o europeo se basa en diferentes ideas sobre qu¨¦ constituye la libertad y la seguridad. Para los europeos, la libertad no se encuentra en la autonom¨ªa, sino en la inserci¨®n. Ser libre es tener acceso a muchas relaciones interdependientes. Cuantas m¨¢s sean las comunidades a las que uno puede acceder, m¨¢s opciones tiene de llevar una vida plena y significativa. Es la inclusividad la que proporciona seguridad: pertenencia, no pertenencias. El sue?o americano hace hincapi¨¦ en el crecimiento econ¨®mico, la riqueza personal y la independencia. El nuevo sue?o europeo se centra m¨¢s en el desarrollo sostenible, la calidad de vida y la interdependencia. El sue?o americano rinde homenaje a la ¨¦tica del trabajo. El europeo est¨¢ m¨¢s ligado al ocio y al gozo profundo. El sue?o americano es inseparable de la herencia religiosa y de la profunda fe espiritual del pa¨ªs. El europeo es laico hasta la m¨¦dula. El sue?o americano depende de la asimilaci¨®n: asociamos el ¨¦xito con la eliminaci¨®n de nuestros antiguos lazos ¨¦tnicos para convertirnos en agentes libres del gran crisol estadounidense. El sue?o europeo, en cambio, se basa en la conservaci¨®n de la propia identidad cultural y en vivir en un mundo multicultural. El sue?o americano va unido al amor al pa¨ªs y al patriotismo. El europeo es m¨¢s cosmopolita y menos territorial.
Los estadounidenses estamos m¨¢s dispuestos a usar la fuerza militar para proteger los que consideramos nuestros intereses vitales. Los europeos son m¨¢s reacios a usar la fuerza militar y, en cambio, fomentan la diplomacia, la ayuda econ¨®mica y la asistencia para evitar el conflicto, y las misiones de paz para mantener el orden. Los estadounidenses tienden a pensar desde un punto de vista local, mientras que las lealtades europeas est¨¢n m¨¢s divididas y abarcan desde lo local hasta lo mundial. El sue?o americano es profundamente personal, y se preocupa poco por el resto de la humanidad. El sue?o europeo es de una naturaleza m¨¢s expansiva y sist¨¦mica y, por consiguiente, va m¨¢s ligado al bienestar del planeta.
Eso no quiere decir que Europa se haya convertido de repente en una utop¨ªa. A pesar de toda su ret¨®rica sobre la conservaci¨®n de la identidad cultural, los europeos se est¨¢n volviendo cada vez m¨¢s hostiles hacia los inmigrantes y los refugiados pol¨ªticos reci¨¦n llegados. El enfrentamiento ¨¦tnico y la intolerancia religiosa siguen estallando en diversas zonas de Europa. El antisemitismo est¨¢ aumentando nuevamente, al igual que la discriminaci¨®n contra los musulmanes y otras minor¨ªas religiosas. Aunque los habitantes y los pa¨ªses europeos critican la hegemon¨ªa militar estadounidense y lo que ellos consideran una pol¨ªtica exterior presta a apretar el gatillo, est¨¢n m¨¢s que dispuestos, cuando se presenta la ocasi¨®n, a dejar que las fuerzas armadas estadounidenses protejan los intereses de seguridad europeos. Adem¨¢s, tanto partidarios como detractores afirman que la maquinaria de gobierno de la Uni¨®n Europea, con sede en Bruselas, es un laberinto de papeleo burocr¨¢tico. A menudo se acusa a sus funcionarios de distantes y de no responder a las necesidades de los ciudadanos europeos a los que supuestamente sirven.
Sin embargo, la cuesti¨®n no es si los europeos viven o no de acuerdo con su sue?o. Nosotros, los estadounidenses, nunca lo hemos hecho del todo. La cuesti¨®n es m¨¢s bien que Europa ha forjado una nueva visi¨®n del futuro que difiere de la nuestra en aspectos esenciales. Estas diferencias b¨¢sicas son cruciales para comprender la din¨¢mica que ha empezado a desatarse entre las dos grandes superpotencias del siglo XXI. Hace 200 a?os, los fundadores de Estados Unidos crearon para la humanidad un nuevo sue?o que transform¨® el mundo. Hoy, una nueva generaci¨®n de europeos est¨¢ creando un nuevo sue?o radical, m¨¢s apto para enfrentarse a los retos que plantea el mundo cada vez m¨¢s interconectado y globalizador del siglo XXI.
Jeremy Rifkin es autor de El sue?o europeo: c¨®mo la visi¨®n europea del futuro est¨¢ eclipsando el sue?o americano, que publica esta semana en Espa?a Ediciones Paid¨®s. Este art¨ªculo es un extracto de dicho libro. Traducci¨®n de News Clips.
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