Voces
Hay voces y voces, depende de que las escuches o tengas que soportarlas. Las voces son palabras o son gritos, configuran discursos o generan ruido. La comunicaci¨®n humana y la diversidad ling¨¹¨ªstica son el tema de una exposici¨®n del F¨°rum de Barcelona titulada precisamente Veus. Consiste en una reivindicaci¨®n audiovisual muy conseguida de la pluralidad cultural del planeta y alude a las voces en su primer sentido, ese que establece lazos entre las personas, los pueblos y las civilizaciones, ese que configura patrias y universos. Las 5.000 lenguas existentes en el mundo, desde el idioma z¨¢paro de la selva amaz¨®nica con sus escasos cinco hablantes, al chino mandar¨ªn, con sus 1.200 millones, constituyen un intrincado patrimonio con sus puentes y estrategias de entendimiento y de conflicto. Se trata de un patrimonio amenazado (el siglo XX perdi¨® la mitad de su riqueza ling¨¹¨ªstica en el camino de la modernidad y m¨¢s de un 90% del bagaje idiom¨¢tico legado al siglo XXI est¨¢ en peligro) por el empobrecimiento, la censura, la falta de acceso a la educaci¨®n y las tecnolog¨ªas, la represi¨®n y el abuso de los poderosos. Por ello, como ocurre con los recursos naturales o con la energ¨ªa, es un pecado civil despilfarrar palabras, ese bien forjado en la historia del que otros disfrutan m¨¢s precariamente, incluso en el l¨ªmite de la subsistencia. De ah¨ª que el respeto al tono, al ¨¦nfasis y al significado sea tambi¨¦n una obligaci¨®n del ciudadano, m¨¢s de aquel que ejerce un papel u otro en el debate p¨²blico. La palabra superflua, las voces est¨¦riles que colman de ruido articulado los medios de comunicaci¨®n, la repetici¨®n cansina de la consigna y el insulto, esquilman esa torre de Babel que dej¨® de ser hace ya mucho tiempo un negativo signo b¨ªblico. Convertida a las depredadoras claves de la telebasura, la pol¨ªtica deriva cada d¨ªa, entre los valencianos de forma escandalosa, hacia un tira y afloja de ataques y contraataques partidistas casi sin contenido. Despilfarradores, nuestros cargos y representantes superponen voces para hacer mucho ruido y no adelantar nada. Pocos fen¨®menos hablan tan claro de la par¨¢lisis de la sociedad valenciana, de su escaso vigor, como la falta de imaginaci¨®n de la televisi¨®n y de la pol¨ªtica, tan desinteresadas por los hechos, tan acomodadas a la t¨®mbola del grito y la rutina.
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