La comprensi¨®n del otro
Ante la necesidad de entendimiento con el otro, los humanos hemos desarrollado formas de conocer y apreciar a nuestros semejantes. El di¨¢logo, que abre el camino a la comprensi¨®n, se opone radicalmente a enfrentamientos y guerras. En cambio, la entorpecen y la impiden la estupidez, la altaner¨ªa y la codicia de lo ajeno.
A la vista tenemos un ejemplo de ello. Lo proporciona George W. Bush con su pandilla de secuaces en la invasi¨®n de Irak. Cerr¨¢ndose a lo que revelaron las pesquisas sobre la posesi¨®n de armas de destrucci¨®n masiva, provoc¨® ¨¦l su llamada guerra preventiva. Para afianzar la hegemon¨ªa de su imperio en una gran zona petrol¨ªfera, no le import¨® al presidente de dudosa elecci¨®n que murieran miles de iraqu¨ªes y m¨¢s de un millar de soldados estadounidenses. Tampoco parece haberle importado provocar la p¨¦rdida irreparable de tesoros de una de las m¨¢s antiguas y ricas civilizaciones del planeta.
Pero ?existe alguna forma de saber que propicie la comprensi¨®n del otro? ?Es ella la antropolog¨ªa, ciencia del hombre y su cultura? ?C¨®mo y cu¨¢ndo naci¨® la antropolog¨ªa?
Habr¨¢ quienes c¨¢ndidamente piensen que la antropolog¨ªa naci¨® en los Estados Unidos o en alg¨²n pa¨ªs del norte de Europa. Eso es lo que dicen algunos manuales que tratan de la historia de la antropolog¨ªa. Por mi parte sostengo que esta forma de saber la dise?¨® mucho antes un fraile espa?ol en el siglo XVI. El fraile en cuesti¨®n fue el franciscano Bernardino de Sahag¨²n, nacido en 1499 en la villa leonesa de la que deriv¨® su apellido. Muri¨® ¨¦l en M¨¦xico en 1590. Como otros frailes misioneros, se afan¨® por convertir al cristianismo a los ind¨ªgenas del pa¨ªs. Pero declar¨® que no pod¨ªa cumplir su misi¨®n si ignoraba qui¨¦nes eran ellos, desconociendo su lengua y su cultura.
Concibi¨® entonces un proyecto de investigaci¨®n. Implic¨® ¨¦ste dialogar con ancianos y sabios de lengua n¨¢huatl o mexicana. Su di¨¢logo, sostenido en numerosas sesiones y lugares, no se desarroll¨® al azar. Hab¨ªa preparado con esmero una "minuta o cuestionario". Le interesaba inquirir "acerca de las cosas naturales, humanas y divinas" en ese ¨¢mbito de cultura. Y en su b¨²squeda deb¨ªa adaptarse a las formas de comunicaci¨®n tradicionales entre esos indios. El di¨¢logo siempre fue en la lengua de ellos. Sus palabras las transcribieron j¨®venes nativos, disc¨ªpulos del fraile. Asimismo solicit¨® de los ancianos y los sabios que le mostraran sus libros de pinturas y caracteres gl¨ªficos, los que hoy llamamos sus "c¨®dices". Sahag¨²n hab¨ªa llegado a M¨¦xico en 1529. Sus investigaciones se efectuaron a lo largo de mucho tiempo en medio de contrariedades y aun acusaciones de estar contribuyendo a la perduraci¨®n de las idolatr¨ªas. Se le requisaron sus papeles con los frutos de sus pesquisas. Todo estuvo a punto de perderse, centenares de folios en n¨¢huatl y en espa?ol, con m¨¢s de un millar de pinturas. All¨ª estaba reflejado el universo de la antigua cultura ind¨ªgena, tal como los propios nativos la revelaron al fraile. Se dir¨¢ que el inter¨¦s de Sahag¨²n era cristianizar a los indios. Es ello verdad, pues para eso hab¨ªa viajado a M¨¦xico. Pero tambi¨¦n es cierto que en su empe?o lleg¨® a apreciar tanto la cultura ind¨ªgena que, en comentarios que a?adi¨® a los testimonios ind¨ªgenas, ponder¨® y reconoci¨® el valor de las creaciones de los indios, su pensamiento moral, su sabidur¨ªa, su arte. Dir¨ªamos que en su comprensi¨®n avanz¨® hasta donde le fue dado salvaguardando su condici¨®n de evangelizador cristiano.
Hoy, a cerca de cuatro siglos y medio de la investigaci¨®n que realiz¨®, varias veces ¨¦l ha sido llamado fundador de la antropolog¨ªa en el Nuevo Mundo. Su obra contin¨²a siendo analizada y valorada por estudiosos de muchos pa¨ªses. No es s¨®lo fuente informativa de primera mano y modelo de investigaci¨®n antropol¨®gica, es tambi¨¦n portadora de un mensaje perdurable: comprender al otro es el camino de acercamiento. Hace bastantes a?os, algunos colegas espa?oles y yo colocamos en el claustro bajo de la Universidad de Salamanca -donde estudi¨® Sahag¨²n- una placa en la que se evocan sus merecimientos y se dice de ¨¦l que fue padre de la antropolog¨ªa. El patrocinio de esa placa corri¨® a cargo del Instituto Indigenista Interamericano con sede en M¨¦xico, del que era yo director.
En fecha reciente, en el pueblo de San Francisco Tepeapulco, en el Estado de Hidalgo, donde este fraile inici¨® sus investigaciones, se ha creado la Fundaci¨®n Bernardino de Sahag¨²n. Tiene ella programada la edificaci¨®n de un museo biblioteca y un centro de trabajos -docencia e investigaci¨®n antropol¨®gicas- que den nueva vida a los ideales por los que se afan¨® este franciscano leon¨¦s. Muy requeridos estamos de ahondar en el conocimiento de la cultura ind¨ªgena y en el mensaje que nos dej¨®: el reconocimiento de la humana necesidad de comprender al otro para poder convivir en paz.
Miguel Le¨®n-Portilla, antrop¨®logo e historiador mexicano, es Gran Cruz de la Orden de Alfonso X El Sabio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.