El fracaso de Dios
La frase no es m¨ªa, sino del padre Sobrino, jesuita. Vive de milagro: escap¨® de la matanza en El Salvador cuando los asesinos mataron al obispo Romero, al padre Ellacur¨ªa y algunos religiosos m¨¢s. Hay que comprenderles: una religi¨®n tan firme que desde el a?o 313 se hizo poder y lo fue consolidando no puede hoy decir como Jon Sobrino SJ que la pobreza es "la macroblasfemia de nuestro tiempo", como hizo en el Congreso de Te¨®logos Juan XXIII celebrado en Madrid. Los datos: el mundo ten¨ªa un rico por 30 pobres en 1960; uno por 60 en 1990; uno por 74 en 1997. Tres futbolistas en Espa?a ganan casi todo el presupuesto de la ciudad de El Salvador. No creo que haya ning¨²n error del Infalible. Hay una parte de la religi¨®n que cree que Dios enriquece a los buenos; es la de Bush, y le se?alo como prohombre de un puritanismo que se extiende. Por otra parte, en otros pa¨ªses como el nuestro, Tierra de Mar¨ªa Sant¨ªsima, hay bastantes indicios de que algunos de los ricos no tienen la menor creencia en Dios, pero que trabajan, donan, ayudan a crearla en los pobres; saben, por la vieja consigna de la aguja, que los pobres ir¨¢n al cielo y ellos no: pero no les importa. Los que creemos en que Dios existe como una idea pr¨¢ctica de los dominantes no consideramos, de ninguna manera, que esta distribuci¨®n sea un error de esa entelequia, sino un profundo acierto de los mantenedores y distribuidores de ella, que ha llegado precisamente en Espa?a a una perfecci¨®n con la suma del neoliberalismo y del capitalismo salvaje al Opus Dei y a los Kikos, entre otros. Y que est¨¢ terminando de muerte natural.
Pero los jesuitas se han vuelto raros. A los antiguos les expuls¨® la Rep¨²blica. Me alegr¨¦ porque el Estado tom¨® su enorme edificio de Areneros, lo convirti¨® en instituto de ense?anza media, lo entreg¨® a la Instituci¨®n Libre y all¨ª me eduqu¨¦ -hasta el l¨ªmite en que yo puedo-; luego volvieron y anularon los ex¨¢menes y los t¨ªtulos, y ya no pude volver a empezar. Y es que era "de la Espa?a roja, o mejor, por los rojos, pues aquello no era Espa?a". Eso lo leo ahora, aunque es de 1999 y de otro te¨®logo, Francisco Jos¨¦ Fern¨¢ndez de la Cigo?a, en la Fundaci¨®n Ram¨®n Llul. "Vayamos a la Espa?a amenazada como en los d¨ªas de Guadalete por los moros" (cinco a?os antes del 11 de marzo). Y cuenta que don Enrique el Navegante no entreg¨® Ceuta diciendo: "Ceuta no es m¨ªa, Ceuta es de Dios". ?Al moro, ni Perejil! Y al pobre, no digamos: que espere la otra vida.
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