No nos merecemos tanto

Algo muy gordo debemos haber hecho sin darnos cuenta para que est¨¦ cayendo sobre nosotros un castigo como el de esta feria "destaurina" que si una tarde nos flagela con la mansedumbre, el descaste y la invalidez, hurga a diario en la herida hasta ver si nos desmayamos.

Ayer fueron los de Valdefresno los que deber¨ªan haber salido en tumbonas y con un paipai porque para los trotes normales de la lidia a un toro bravo no estaban. Ni por fuerzas ni por casta. No tuvieron ni de lo uno ni de lo otro, as¨ª que ya se pueden hacer cuentas de c¨®mo anduvo el term¨®metro de la emoci¨®n. Inaguantable. Lipotimias a todo pasto. Se impone que en cada vomitorio haya un cardi¨®logo de guardia porque no todos los corazones humanos son capaces de aguantar estoicos la escena de un toro que huele a barber¨ªa, aparece como queri¨¦ndose comer el mundo y de pronto empieza a caerse y ya no sabe parar. Corridas as¨ª no son para todos los p¨²blicos. Abst¨¦nganse los cardiacos. En realidad, todos deber¨ªamos abstenernos porque si no padecemos del coraz¨®n, todo es cuesti¨®n de seguir yendo a los toros y ya veremos en qu¨¦ queda todo.

Los toros de Charro ni enmendaron la plana a los titulares ni nada. Al menos en la medida que hac¨ªa falta. El cuarto fue bravuconcete pero el sexto perdi¨® las manos una vez y ya ni se molest¨® en buscarlas y as¨ª todo. Una ruina.

En casos as¨ª, cuando la emoci¨®n del toro embarga y sale uno de la plaza sencillamente espeluznado por toda la emoci¨®n acumulada en dos horas y medias ni sabe uno qui¨¦n ha toreado. Finito trat¨® de apuntalar a su primero y se mostr¨® voluntarioso en el cuarto. El Fandi conquist¨® la mayor ovaci¨®n de la tarde y Tejela ni en el tercero ni en el sexto logr¨® que los mareados volvieran en s¨ª. Lo dicho. Un corrid¨®n de toros.