La fe de vida del abuelo Ram¨®n
Todos los nietos son iguales", le dijeron un d¨ªa a Jos¨¦ Ram¨®n Rekalde. "No, los m¨ªos son especiales". No s¨®lo trata como especiales a los cuatro nietos, sino que tambi¨¦n trata como nietos a sus cuatro hijos, e incluso trata como nietos a sus numeros¨ªsimos amigos. El ¨²ltimo lunes -dos d¨ªas antes de que se cumpliera el cuarto aniversario del atentado etarra que pudo haberle costado la vida- se paseaba por Barcelona, rodeado de nietos y de hijos, mirando como si estuviera descubriendo el mundo otra vez. A su lado, como siempre, Mar¨ªa Teresa Castells, su mujer, con la que estaba aquel d¨ªa que pudo haber sido fat¨ªdico, cuando se produjo la escena de valor que ya ha entrado en leyenda propia de Rekalde.
Ese hecho se ha contado ahora que el aniversario ha avivado la memoria -la secuela no le ha borrado la iron¨ªa donostiarra, una especie de sarcasmo tan propio de la tierra de don P¨ªo Baroja- del hombre que sin hablar ni escribir el idioma m¨¢s hizo por esta lengua.
Era 16 de septiembre; una bala entr¨® en el coche en el que iba a arrancar el matrimonio aquella ma?ana de San Sebasti¨¢n. Mar¨ªa Teresa se sobresalt¨®. Es una bala, le dijo Ram¨®n, "me ha dado en la boca". Con una sangre fr¨ªa que parec¨ªa un milagro, le fue diciendo a su mujer los pasos que deb¨ªa dar, a qui¨¦n deb¨ªa avisar primero -a los hijos, naturalmente, a los nietos- y qu¨¦ n¨²mero deb¨ªa marcar para que acudieran los servicios de socorro. Luego se derrumb¨® en el coche, dormit¨®, y se despert¨® cabreado porque esa historia que le acababa de ocurrir era un disparo contra su propia esperanza, y la de su pa¨ªs. Unos meses antes, en mayo, hab¨ªa alertado sobre el porvenir de los disparos, cuando hab¨ªa asesinado la misma banda terrorista a Jos¨¦ Luis L¨®pez de Lacalle. Y escribi¨®: "No nos van a parar".
No lo pararon. Los que le conocen imaginan qu¨¦ debi¨® de pensar cuando el disparo seg¨® su voz y puso en tan grave peligro su vida. ?l fue un cristiano progresista, que en tiempos de Franco se puso el primero al frente de la oposici¨®n; arriesg¨® su carrera y su seguridad -es abogado; ahora es catedr¨¢tico em¨¦rito en Deusto, es uno de los intelectuales y universitarios m¨¢s prestigiosos de Euskadi-, se comprometi¨® en la fundaci¨®n del FLP (Frente de Liberaci¨®n Popular) y fue uno de los fundadores de la primera ikastola que funcion¨® en San Sebasti¨¢n en los a?os sesenta; y a ella envi¨® a sus hijos. A?os despu¨¦s, cuando se restaur¨® la democracia y a ¨¦l lo nombraron sucesivamente consejero de Educaci¨®n y de Justicia de Euskadi, fue el responsable de que las ikastolas se integraran en la red p¨²blica de la ense?anza vasca.
Aquel atentado removi¨® su optimismo, le llen¨® de perplejidad, pero no le venci¨® el ¨¢nimo. Meses despu¨¦s, sacando aquel sarcasmo barojiano, dijo: "?Y voy a quedarme toda la vida con esta voz de gilipollas?". Ha recuperado la voz, y no le han tocado la esperanza de paz que siempre anim¨® su vida. Quiz¨¢ de la iron¨ªa que alimenta su fortaleza naci¨® la idea del libro con el que acaba de ganar el Premio Comillas de Tusquets. La obra saldr¨¢ en octubre y se llama Fe de vida.
Hace alg¨²n tiempo, en San Sebasti¨¢n, el fot¨®grafo Jes¨²s Uriarte le pidi¨® a este hombre de 74 a?os que le llevara al lugar de su preferencia en la ciudad de su vida. "No puedo decirlo". Rodeado de sus guardaespaldas, esa declaraci¨®n parec¨ªa su mayor melancol¨ªa. Rekalde es buen cocinero, gran lector (tiene una librer¨ªa, Lagun, tan acosada), y le apasiona la zarzuela. Cuando se produjo el atentado, hubo un di¨¢logo con Teresa que trascendi¨® menos. Le dijo ella: "Bueno, Ram¨®n, de un tiro en la boca no se muere nadie". ?l sonri¨®. As¨ª son, tambi¨¦n ante los dramas.
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