Los retos de Indonesia
Hace muy pocos a?os que la mayor naci¨®n musulmana del planeta era una consolidada dictadura bajo la bota de Suharto. Esta semana Indonesia ha celebrado sin sobresaltos la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales -en la que el claro vencedor, todav¨ªa extraoficial, es el general Susilo Bambang Yudhoyono-, consideradas satisfactoriamente transparentes por los observadores internacionales. Es la primera vez en sus casi 60 a?os de historia independiente que los indonesios han elegido directamente al jefe del Estado.
La victoria del general retirado sobre Megawati Sukarnoputri es incontestable, pese a que la presidenta todav¨ªa ayer se negaba a conceder el triunfo de su adversario. La ventaja de Yudhoyono, con la mayor¨ªa de los votos escrutados, es de 21 puntos, una diferencia insalvable. El militar ha ganado casi en cada rinc¨®n del vasto archipi¨¦lago surasi¨¢tico.
El futuro presidente, criado pol¨ªticamente a la sombre de Suharto, tiene una oportunidad hist¨®rica. Indonesia sufre problemas grav¨ªsimos, desde las tendencias centr¨ªfugas de una parte del territorio a la violencia interconfesional, el estancamiento econ¨®mico o su condici¨®n de escenario favorito del terrorismo islamista en esta zona del mundo. Lo que ya fue puesto de relieve en Bali en 2002 ha sido refrendado este mes por el atentado contra la Embajada australiana en Yakarta, que mat¨® a una decena de personas. El ex ministro de Seguridad ha convencido a sus conciudadanos en las urnas prometiendo mano dura contra el integrismo islamista -que Sukarnoputri no ha sido capaz de abatir en tres a?os- y la corrupci¨®n hist¨®ricamente generalizada entre la ¨¦lite pol¨ªtica del pa¨ªs. Ambos son retos supremos.
La aparente fluidez con que Indonesia, tras d¨¦cadas de autocracia, se ha acomodado a los h¨¢bitos democr¨¢ticos -elecciones parlamentarias y presidenciales este mismo a?o sin incidentes rese?ables en el cuarto pa¨ªs m¨¢s poblado del mundo- parece descartar cualquier tentaci¨®n del presidente electo por convertirse en algo m¨¢s que un gobernante elegido. Para empezar, su propio partido apenas controla un 10% del Parlamento, y necesitar¨¢ entenderse con el mayoritario Golkar, la formaci¨®n del ex dictador Suharto, que ha apoyado oficialmente a Sukarnoputri.
Los resultados electorales apuntan nuevos tiempos. El esperanzador voto de los indonesios ha mostrado un abierto rechazo del extremismo islamista y el deseo de cambios profundos. Los primeros nombramientos de sus colaboradores m¨¢s inmediatos dar¨¢n la medida de la ambici¨®n reformista de Yudhoyono.
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