Esto es la realidad
En estas mismas p¨¢ginas rese?amos la antolog¨ªa de cuentos Golpes. Ficciones de la crueldad social. En este libro, en su pr¨®logo, se subrayaba la psicologizaci¨®n del realismo sucio. Esta naturaleza indicaba, para el prologista, Eloy Fern¨¢ndez Porta, el poco respeto de tal escuela por las contradicciones de clase. Preocupado tal realismo por los s¨ªntomas, despreciaba el caldo humano verdadero en que se sustenta el capitalismo. Una supuesta ficci¨®n de la crueldad ir¨ªa m¨¢s al hueso del asunto. La psicolog¨ªa, el s¨ªntoma apenas deja entrever la esencia del sufrimiento de las v¨ªctimas del capitalismo. Se respond¨ªa a tales argumentos que la manera que los pilares del realismo sucio -Carver, por ejemplo- representaban los traum¨¢ticos problemas que genera el capitalismo (y aqu¨ª, seguramente, habr¨ªa que mencionar los que ocasion¨® el comunismo y todav¨ªa sigue ocasionando) es la misma manera que la gran tradici¨®n cuent¨ªstica europea invent¨® para sacar a la superficie precisamente todo lo que la ideolog¨ªa que segreg¨® el incipiente capitalismo urdi¨® para disimularlo. Resumiendo, que la ficci¨®n es un camino, no para llegar m¨¢s r¨¢pido a las enfermedades sociales o socioecon¨®micas, sino precisamente para ralentizar todo lo que tienen tambi¨¦n de inaprensible, de canto de sirenas, de relato y s¨ªntoma. En este contexto habr¨ªa que leer Jugadores y coleccionistas, de Salvador Guti¨¦rrez Sol¨ªs, en el contexto en que priman la crueldad desnuda y voluntad de presentaci¨®n.
JUGADORES Y COLECCIONISTAS
Salvador Guti¨¦rrez Sol¨ªs
Plurabelle. C¨®rdoba, 2004
111 p¨¢ginas. 13 euros
El volumen est¨¢ compuesto de siete relatos y un grupo de nueve microrrelatos. En el libro m¨¢s arriba mencionado, Golpes, hay un relato de Guti¨¦rrez Sol¨ªs, 'La memoria del fot¨®grafo', que me record¨® una pel¨ªcula en la que Robin Williams encarnaba a un solitario fot¨®grafo obsesionado por la intimidad familiar de una clienta suya. En el cuento de nuestro escritor la obsesi¨®n la encarna una chica respecto a un cliente. Cito este curioso caso de coincidencia porque en el libro que ahora comento hay un cuento, 'Amor de culebr¨®n', que indica la reconocida deuda que el autor contrae con la televisi¨®n, una porci¨®n peque?a al lado de la deuda que contrae con la realidad m¨¢s cotidiana, pr¨®xima y prosaica. La televisi¨®n formar¨ªa parte de eso que los representantes de la crueldad social denominan "lo real", por eso en 'Amor de culebr¨®n' apenas se nota otra intenci¨®n que un m¨ªnimo disfraz del discurso perverso de dicho medio. Como si importara m¨¢s dejar en evidencia al medio que a sus v¨ªctimas, y eso que en su cuento v¨ªctimas hay varias. (Imagine el lector que a Nathaniel West, Scott Fitzgerald u Horace McCoy les hubieran interesado m¨¢s el mundillo de Hollywood que los fracasados h¨¦roes del celuloide que los hicieron imperecederos como novelistas). Jugadores y coleccionistas se resiente demasiado de una po¨¦tica de la superficie del mundo. En sus cuentos la realidad est¨¢ demasiado encima de nosotros. Tanta familiaridad acaba por agobiarnos. Pero el libro es interesante por lo que cuestiona (aunque uno no est¨¦ de acuerdo), no tanto por c¨®mo lo hace. La ficci¨®n sigue siendo, entre otras cosas, consuelo ir¨®nico, valle de sonrisas y enigmas irresolubles.
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