Desde las cenizas
SE HA dicho que Paul Celan resume un siglo de poes¨ªa europea. Esto es cierto de la forma m¨¢s profunda, m¨¢s dolorosa, que puede pensarse. La moderna poes¨ªa europea hab¨ªa nacido bajo el signo de la laceraci¨®n, un saber acerca de una distancia irreparable que sacud¨ªa las condiciones mismas del lenguaje po¨¦tico y lo condenaba al silencio. De Hofmannsthal a Kafka, de Rilke a T. S. Eliot, se puede trazar un camino en el que, desde perspectivas diferentes, se manifiesta este destino.
Celan se instala en las ra¨ªces mismas de esta crisis. Ajeno a todo prop¨®sito restaurador -su distancia de Rilke es consecuencia de su propia posici¨®n-, al igual que de toda estatizaci¨®n consoladora -Trakl como momento de esta crisis-, prefiere situarse en las ra¨ªces mismas del conflicto, evidenciado en su caso por el acontecimiento por excelencia de la ¨¦poca como fue el Holocausto. De la cat¨¢strofe lo ¨²nico que queda es la lengua, la posibilidad de hablar. Y rompiendo el silencio, oponi¨¦ndose a quienes afirmaban que la poes¨ªa no era posible despu¨¦s de Auschwitz, construye una obra que es al mismo tiempo met¨¢fora y documento, y que une, como ¨¦l mismo hab¨ªa sostenido, una experiencia indecible y un l¨²cido furor expresivo. Hab¨ªa que traducir en voz un universo petrificado, un ojo mudo, un tiempo que hab¨ªa destruido la feliz correspondencia del lenguaje y del mundo, relaci¨®n que pudo ya manifestarse tensa en los momentos m¨¢s altos de la l¨ªrica alemana, de H?lderlin a Rilke, y que ahora resultaba imposible mantener.
Desde las primeras l¨ªneas de Todesfuge a los cuadernos p¨®stumos discurre un camino marcado por el experimento de la construcci¨®n de un lenguaje, descentrado, con su sintaxis rota, como expuesto al grito de quien ante todo libera la poes¨ªa de su silencio para situarla en el grito de quien desea nombrar -y de qu¨¦ manera- el acontecimiento que se?al¨® su origen. ?sa era su "zona de combate", el lugar en el que se citan el olvido y la memoria (Mohn und Ged?chtnis), la amapola del olvido y la memoria que impone la historia, el verdadero rostro de la cat¨¢strofe, ese rostro que se ilumina extraordinariamente en las palabras del Discurso de Darmstadt de 1960 al recibir el premio Georg B¨¹chner: "escribir en las cenizas del lenguaje", que es tanto como decir en aquel lugar en el que el lenguaje transformado por una violencia nueva estalla con su resplandor, permitiendo enunciar lo que antes hab¨ªa sido proscrito.
Esta violencia se instaura en el coraz¨®n mismo de la poes¨ªa de Celan como una forma ¨¦tica de resistencia. Stehen, mantenerse, resistir, es la invocaci¨®n ¨²ltima de quien elige el ejercicio de la poes¨ªa como ¨²ltimo recurso ante "la majestad de lo absurdo que testimonia la presencia de lo humano". Esta radical disposici¨®n pudo quiz¨¢ arrastrar su voz y su vida al l¨ªmite que s¨®lo la muerte y no el silencio consagran. Una deriva tr¨¢gica que le llevar¨¢ a finales de 1970 a arrojarse a las aguas del Sena. M¨¢s all¨¢ de su desaparici¨®n, ah¨ª queda su obra, que es, sin duda alguna, uno de los lugares esenciales de la l¨ªrica del siglo XX.
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