Correr el velo de las urnas afganas
En la noche c¨¢lida del viernes, el d¨ªa festivo musulm¨¢n, una m¨²sica atronadora llega hasta el cuartel general de las fuerzas multinacionales que comanda la OTAN en Kabul. Entre las muchas prohibiciones dictadas por los talibanes estaba la de escuchar m¨²sica, y al otro lado de la tapia del acuartelamiento, alguien aprovecha a fondo las libertades ofrecidas por el nuevo r¨¦gimen.
La Casa de la M¨²sica es una residencia de gran empaque, a cuya puerta hombres de uniforme no definible y armados con fusiles de asalto montan guardia. El extranjero pregunta si puede sumarse a la fiesta y tras una m¨ªnima identificaci¨®n tiene el paso franco. Al fondo del jard¨ªn, media docena larga de americanos de gran musculatura y ropas informales beben coca- cola y cerveza, mientras la banda toca lo que podr¨ªa definirse como pop afgano. Media docena de varones locales en torno a la veintena de a?os y con aire de pertenecer a la clase acomodada se contorsionan por turno o en grupo al ritmo de la m¨²sica. No hay mujeres en el sarao, entre cuyos asistentes se encuentra un general del Nuevo Ej¨¦rcito de Afganist¨¢n. El due?o de la casa, un hombre maduro, agitado, trajeado, sudoroso y de prominente est¨®mago, departe con los presentes bajo la mirada de los americanos, agentes de polic¨ªa y de otras agencias ("Yo trabajo para la agencia". "?Cu¨¢l?". "No puedo decirlo"), algunos de los cuales viven en la casa.
"El problema es en el sur, donde siguen entrando los talibanes. Han prometido que har¨¢n imposible la celebraci¨®n de las elecciones", dice el general Py
Karzai no est¨¢ cortado por el patr¨®n de la fuerza bruta, pero es el ¨²nico de los 18 candidatos que tiene imagen a escala nacional y es past¨²n
Al final de la fiesta, el extra?o se despide para volver al acuartelamiento, que est¨¢ a 200 metros. "?Pero te vas a ir a pie y solo? Eso es peligroso". A ojos de profano no tiene por qu¨¦: la casa de la fiesta es una del barrio militar y diplom¨¢tico de Kabul, blindado al m¨¢ximo, al que s¨®lo se accede tras cruzar barreras guardadas por hombres armados y haciendo zigzag entre barreras de hormig¨®n en la calzada.
La casa, la m¨²sica y la cerveza son un espejismo de normalidad, un refugio a la tensi¨®n que viven cada d¨ªa los responsables de que Kabul y Afganist¨¢n elijan dentro de dos semanas, y sin graves contratiempos, a un presidente entre 18 candidatos, con Hamid Karzai -el hombre de los americanos, educado, elegante, cosmopolita, empresario con un negocio de pizzas en Estados Unidos antes de ser llamado a misiones m¨¢s altas por Washington- como gran favorito. La obsesi¨®n por la seguridad, propia y ajena, revela la precariedad de la situaci¨®n en Kabul, en especial para soldados, polic¨ªas y otros agentes cuya misi¨®n es dar un m¨ªnimo de consistencia pol¨ªtica a un Afganist¨¢n en la encrucijada de la m¨¢s complicada regi¨®n del mundo.
En un viaje organizado por la OTAN para un peque?o grupo de periodistas, los viajeros recibieron un casco al subir al Airbus de la Luftwaffe en el aeropuerto de Colonia, y un chaleco antibalas tras aterrizar en la capital afgana. La visita transcurri¨® durante tres d¨ªas en la burbuja militar, en la que todas la salidas del acuartelamiento de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) se realizaron con escolta castrense, casco y chaleco. A cambio de apenas entrever el Afganist¨¢n real, hubo entrevistas con militares, funcionarios internacionales y gubernamentales y reuniones francas con los m¨¢ximos responsables civil y militar de la operaci¨®n de anclar Afganist¨¢n en la comunidad internacional: el representante especial del secretario general de la ONU, Jean Arnault, y el responsable de la ISAF, teniente general Jean-Louis Py.
La conclusi¨®n del viaje rel¨¢mpago es que la comunidad internacional va a hacer todo lo que est¨¦ en su mano para que Afganist¨¢n celebre sin novedad las presidenciales que deben consagrar a Karzai en un pa¨ªs dividido entre un norte relativamente estable y un sur imposible, donde los talibanes siguen ejerciendo presi¨®n y protagonizando incidentes diarios con las tropas americanas de la Operaci¨®n Libertad Duradera. Les ayudan al hostigamiento las condiciones del terreno y la porosidad de m¨¢s 2.500 kil¨®metros de frontera con Pakist¨¢n.
A nadie se le escapa que las condiciones de la consulta est¨¢n lejos de ser las ideales. "No hay modo de saber lo que realmente pasa en el pa¨ªs. La log¨ªstica es complicad¨ªsima. Se necesitar¨ªan muchos m¨¢s medios que los 10.000 soldados que ha ofrecido la comunidad internacional para un pa¨ªs tan grande", dice en confianza un jefe militar alem¨¢n, que rompe las l¨ªnea de manifestaciones m¨¢s cautas y posibilistas de quienes hablan oficialmente. A los 10.000 militares que comanda la OTAN en la parte norte del pa¨ªs se suman otros 17.100, en su mayor¨ªa estadounidenses, que hacen la guerra, literalmente, en el sur, donde, seg¨²n el militar germano, "los talibanes est¨¢n cada vez m¨¢s fuertes".
Pa¨ªs feudal
El pa¨ªs, de estructura pol¨ªtica feudal, est¨¢ n¨ªtidamente partido en dos. En el norte, los se?ores de la guerra, como los se?ores medievales, tienen milicias y un r¨¦gimen de poder relativamente s¨®lido. Han prometido paz. "Fui a las provincias del norte y todos me dijeron que no voy a tener ning¨²n problema en las elecciones", dice el general Py. "El problema es en el sur, donde siguen entrando los talibanes. Pero amenazaron con impedir el registro electoral y no lo impidieron. Tambi¨¦n han prometido que har¨¢n imposible la celebraci¨®n de las elecciones. Ya veremos. Puede que haya ataques de alta visibilidad, pero no afectar¨¢n al proceso electoral".
Las cautelas son extremas, y los americanos, que se encargan personalmente de la custodia de Karzai con una agencia privada, velan por mantener a salvo la clave del arco de todo el plan, que tiene que salir bien porque en noviembre tambi¨¦n George Bush se examina en las urnas y necesita presentar Afganist¨¢n como un triunfo. La semana pasada, el presidente interino iba a inaugurar un colegio en Gardez, a 100 kil¨®metros de Kabul. Una granada de mortero cay¨® en la zona poco antes de la llegada del helic¨®ptero presidencial. Con la noticia del ataque, el aparato puso rumbo inmediato a Kabul por orden de los consejeros estadounidenses. "No debiera haberse vuelto. En este pa¨ªs, nadie da la espalda porque haya una explosi¨®n o unos tiros", comenta una fuente diplom¨¢tica.
Karzai no est¨¢ cortado por el patr¨®n de la fuerza bruta que es la suprema fuente de poder en Afganist¨¢n. Pero es el ¨²nico de los 18 candidatos que tiene imagen a escala nacional, guarda en su mano los resortes del Estado y es past¨²n, la principal etnia afgana, que tradicionalmente ejerce el poder. Los otros contendientes se erigen sobre bases tribales o program¨¢ticas m¨¢s exiguas.
La ONU reconoce que hay buenos argumentos para defender el retraso electoral. "El desarme no ha terminado; Ej¨¦rcito y polic¨ªa est¨¢n en formaci¨®n, y la transici¨®n no ha concluido", apunta Jean Arnault, representante de Kofi Annan. Como muchas otras de las fuentes consultadas, el emisario de la ONU dice que a todo eso eclipsa el clamor popular a favor de la paz, puesto de manifiesto en los 10 millones de ciudadanos registrados para votar el pr¨®ximo d¨ªa 9, el 42% de ellos mujeres, muchas de ellas cubiertas con la tradicional burka. "En la Loya Jirga
de 2002 se pidi¨® que hubiera un Gobierno central fuerte, y la petici¨®n se repiti¨® en la Jirga constitucional", recuerda Arnault. "Podr¨ªamos haber esperado, pero hab¨ªa que aprovechar esta oportunidad de crear una legitimidad nacional".
Diez millones convocados a las urnas
HAREMOS TODO LO POSIBLE porque las elecciones sean un ¨¦xito, ser¨¢n una derrota estrat¨¦gica para los talibanes", dice en su despacho el general Abdul Rahim Wardak, viceministro de Defensa. "Habr¨¢ problemas e irregularidades. Pero si la gente puede ejercer su derecho, ser¨¢ un ¨¦xito. Es la primera vez en la historia de Afganist¨¢n que hay una elecci¨®n de este tipo".
Nadie se atreve a vaticinar cu¨¢ntos de los diez millones de inscritos acudir¨¢n a las urnas dentro de dos s¨¢bados. "La gente est¨¢ cansada de guerra. El agricultor lo que quiere es trabajar la tierra", se?ala el capit¨¢n Rob Brown, en la vibrante Mazar i Sharif, donde se han instalado 500 soldados del Ej¨¦rcito espa?ol agrupados en torno a la Tercera Bandera Paracaidista Ortiz de Z¨¢rate con la misi¨®n de apoyar el proceso electoral en el norte. La llegada de los Patrol verdes y de los blindados Vamtac espa?oles sorprendi¨® en la zona, donde no hay amenazas aparentes. "Hemos tenido que avisar repetidamente a la poblaci¨®n de que los ejercicios que vamos a hacer son maniobras de rutina con vistas a las elecciones", explica el capit¨¢n Jos¨¦ Mart¨ªnez Ferrari.
La zona de Mazar es un feudo del general y candidato presidencial Addul Rashid Dostum, marcado de cerca por su rival, Ustad Atta, cada uno con miles de hombres a sus ¨®rdenes. El propio ministro de Defensa, Fahim Khan, otro se?or de la guerra con nutrida milicia, disputa la presidencia a Hamid Karzai. La posibilidad de que ellos u otros no reconozcan su derrota en las urnas es una amenaza adicional al proceso. "Es uno de los desaf¨ªos que no perdemos de vista", confiesa Hikmet Cetin, representante civil de la OTAN en Afganist¨¢n. "Estamos tratando de convencerles de que as¨ª es la democracia".
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