Andaluc¨ªa, el ¨²nico objetivo
El autor admite que el PP tuvo la "duda razonable" de si era necesaria la reforma y afirma que habr¨¢ que buscar razones de peso para justificarla. Considera primordial la descentralizaci¨®n a los ayuntamientos
Desde que el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa lanz¨® en junio de 2001 su propuesta de reformar el Estatuto de Autonom¨ªa andaluz, el Partido Popular (PP), como muchos andaluces, tuvo la duda razonable de si esta reforma era necesaria y oportuna o si en realidad no se trataba m¨¢s que de una hu¨ªda hacia delante frente a la carencia de propuestas pol¨ªticas que ilusionaran a la sociedad andaluza y permitieran hacer frente a los problemas reales que le afectan y preocupan cada d¨ªa.
Puede parecer balad¨ª detenerse en dar respuesta a dicho interrogante a estas alturas, cuando el proceso de reforma se encuentra en marcha y por tanto resulta previsible que la reforma va a producirse, con independencia de que se haya producido o no un debate riguroso sobre la necesidad de la misma.
Debemos considerar nuestro Estatuto como un lim¨®n a medio exprimir
La reforma debe ser consensuada y no rebasar el l¨ªmite de la Constituci¨®n
Sin embargo, aunque s¨®lo sea por contribuir a la comprensi¨®n de la realidad pol¨ªtica, parece oportuno cuestionarnos sobre la necesidad de reformar el Estatuto de Autonom¨ªa en la medida en que dichas reflexiones puedan clarificar el enfoque del debate que debe desarrollarse y de las cuestiones que han de ser abordadas en ¨¦l.
Esto obviamente no significa que no sea posible la reforma, pero reformar lo que es posible, por la mera voluntad de querer reformar, sin que sea necesario hacerlo supone entrar en contradicci¨®n con una serie de principios que deben considerarse esenciales en cualquier ordenamiento jur¨ªdico.
Desgraciadamente, el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa antepuso el carro a los bueyes y expres¨® su deseo de reformar el Estatuto de Autonom¨ªa sin explicar qu¨¦ razones justificaban la necesidad de la misma. Las razones se pretenden encontrar ahora, a posteriori, cuando la decisi¨®n de reformar el Estatuto ya est¨¢ tomada, lo que evidencia que la reforma no se planteaba porque fuera necesaria, sino por la existencia de motivaciones que respond¨ªan a intereses particulares del PSOE como eran distraer la atenci¨®n sobre los verdaderos problemas de Andaluc¨ªa, hacer frente com¨²n con otras comunidades para acosar al Gobierno del Partido Popular o dar cobertura a las propuestas del socialismo catal¨¢n.
Como es l¨®gico, una vez abierto el debate acaban apareciendo cuestiones menores susceptibles de reformas, pero lo importante para Andaluc¨ªa ser¨¢ que se logre encontrar una cuesti¨®n central sobre la que basar y justificar la reforma estatutaria.
En Andaluc¨ªa no ha habido a¨²n un debate de este tipo, como lo ha habido en Catalu?a o en el Pa¨ªs Vasco. Aqu¨ª se ha pretendido emular a Catalu?a y Pa¨ªs Vasco diciendo "si ellos reforman, nosotros tambi¨¦n" sin reparar en que ellos tienen un problema concreto que nosotros no tenemos: la insatisfacci¨®n con el grado de autonom¨ªa y con su posici¨®n en el conjunto del Estado. Por tanto, la pregunta inicial deber¨ªa haber sido: ?hay problemas en Andaluc¨ªa para cuya soluci¨®n se haga necesaria la reforma del Estatuto? Pero ello exig¨ªa debatir, antes de dar respuesta a esta pregunta, cu¨¢les son los problemas de Andaluc¨ªa, y eso era algo que los socialistas andaluces nunca ha querido hacer.
Pero as¨ª han sido las cosas y en esta situaci¨®n nos encontramos, por lo que s¨®lo cabe esperar que en el debate parlamentario se aborden cuestiones de verdadero calado que justifiquen la reforma. La descentralizaci¨®n de competencias a favor de las corporaciones locales debe convertirse en eje fundamental de los futuros trabajos. Al PP le resultar¨ªa incomprensible que se abra un proceso de reforma de nuestro Estatuto que no aborde de forma decidida este proceso descentralizador.
Impulsar la atribuci¨®n de nuevas competencias y m¨¢s financiaci¨®n a los Entes Locales supondr¨¢ un mejor cumplimiento de los principios que inspiran la Constituci¨®n espa?ola, ya que el T¨ªtulo VIII de la Carta Magna no admite que ninguna de las administraciones que integran el edificio institucional permanezca en una posici¨®n secundaria, postergada con respecto a las dem¨¢s.
Una segunda cuesti¨®n que conviene abordar en el debate sobre la reforma del Estatuto es el grado de cumplimiento del mismo tras m¨¢s de veinte a?os de vigencia. Si bien el cumplimiento del Estatuto no puede servir ni de excusa ni de condici¨®n para su reforma, s¨ª debe ser un elemento a tener en cuenta en una posible reforma para que quede explicitado qu¨¦ disposiciones se han cumplido y cu¨¢les no se han querido o no se han logrado cumplir, y, sobre todo, para que no se incluyan en la reforma nuevas disposiciones cuyo cumplimiento no est¨¦ garantizado.
Nuestro Estatuto de Autonom¨ªa no ha sido plenamente cumplido ni en cuanto a los mandatos imperativos que establece, ni en cuanto a los objetivos previstos, ni en cuanto a las posibilidades de actuaci¨®n que permite. Y lo cierto es que al ser el PSOE la ¨²nica formaci¨®n pol¨ªtica la que ha gobernado nuestra comunidad durante su vigencia, s¨®lo a ella cabe imputar la falta de cumplimiento de nuestro Estatuto.
Un ejemplo claro de incumplimiento de un mandato imperativo de nuestro Estatuto es lo establecido en el art. 4.4 con respecto al papel de las Diputaciones en la gesti¨®n de los servicios perif¨¦ricos de la Junta de Andaluc¨ªa. Tambi¨¦n resulta evidente que buena parte de los objetivos previstos en el art. 12 de nuestro Estatuto no han sido alcanzados ni de lejos. La superaci¨®n de los desequilibrios econ¨®micos, sociales y culturales entre las distintas ¨¢reas territoriales de Andaluc¨ªa, la reforma agraria, el desarrollo industrial como fundamento del crecimiento arm¨®nico de Andaluc¨ªa, el pleno empleo... son objetivos sobre los que nadie se atrever¨ªa a decir siquiera que se han empezado a cumplir.
Tampoco las posibilidades de actuaci¨®n que manan del ampl¨ªsimo elenco competencial recogido en el Estatuto de Autonom¨ªa para Andaluc¨ªa han sido por el momento aprovechadas por la existencia de transferencias a¨²n no realizadas, por el desinter¨¦s institucional para el ejercicio de algunas competencias, o por la falta de acierto en la gesti¨®n de las mismas.
Por todo esto no puede achacarse al Estatuto -a su agotamiento o a sus imperfecciones- la situaci¨®n actual de Andaluc¨ªa, ni puede defenderse que su reforma sea necesaria para salir de la misma, puesto que parece constatado que con las pol¨ªticas adecuadas que lo hubiesen cumplido en su integridad se le podr¨ªa haber sacado mucho m¨¢s fruto del que se le ha sacado en estos a?os. Debemos considerar nuestro Estatuto, por tanto, como un lim¨®n a medio exprimir.
Ahora que despu¨¦s de m¨¢s de cuatro a?os iniciamos los trabajos de la posible reforma del Estatuto, es bueno aclarar cu¨¢les son los elementos con los que contamos para abordarla. Es cierto que quien propuso la reforma present¨® tambi¨¦n un documento de bases que, sin embargo, no puede ser tomado como punto de partida puesto que adolece de importantes defectos e insuficiencias. Se trata de una proclamaci¨®n ret¨®rica, ideol¨®gica, de un programa pol¨ªtico con importantes dificultades para ser convertido en una propuesta jur¨ªdica.
Las propuestas, adem¨¢s, resultan en su mayor¨ªa innecesarias, ya que carece de sentido plantear una reforma para introducir cuestiones que ya existen (por ejemplo, el pleno empleo), cuestiones cuya realizaci¨®n no depende de regulaciones normativas (por ejemplo, el di¨¢logo social), cuestiones que se pueden lograr con el cambio de leyes de menor rango (por ejemplo, la creaci¨®n de la Agencia Tributaria Andaluza), o cuestiones que afectan a normas de car¨¢cter nacional, la propia Constituci¨®n o incluso al derecho europeo (por ejemplo, la reforma del Senado o la participaci¨®n de la Comunidad Aut¨®noma en las decisiones de la UE).
Si consideramos, por tanto, los elementos b¨¢sicos de los que debe partir el debate de reforma estatutaria, conviene tener presente una serie de condiciones sin las cuales no ser¨ªa en absoluto conveniente llevar a cabo la reforma del Estatuto de Autonom¨ªa para Andaluc¨ªa. Estas condiciones son a juicio del Partido Popular que no se rebase el l¨ªmite constitucional, que sea una reforma consensuada, que no sirva de excusa para dar cobertura a la reforma de Maragall y Carod Rovira, que no posibiliten asimetr¨ªas insolidarias y que la elaboraci¨®n de la propuesta corresponda al Parlamento.
Por ¨²ltimo, conviene tambi¨¦n establecer de forma clara el procedimiento que debe tener el debate sobre la reforma si queremos que los andaluces se sientan aludidos e identificados con los trabajos parlamentarios. Si no es as¨ª, corremos el riesgo de abordar un debate meramente pol¨ªtico, incluso partidista, despose¨ªdo de todo car¨¢cter social. El debate, por tanto, debe tener una primera fase informativa, que debe de ser abierta a la sociedad, con un calendario de comparecencias de destacadas personalidades que ha desempe?ado o desempe?an puestos de relevancia p¨²blica en Andaluc¨ªa, de l¨ªderes y agentes sociales y de expertos en la materia.
Estas son las bases, claras y honestas, con las que el Partido Popular aborda el debate de reforma del Estatuto de Autonom¨ªa, en una actitud responsable con Andaluc¨ªa. El Partido Popular fue el primer partido que puso en marcha un Foro para la Reforma del Estatuto formado por catedr¨¢ticos de reconocido prestigio de todas las universidades andaluzas, de Derecho Constitucional, Civil, Administrativo, Derecho Financiero, historiadores y fil¨®logos, as¨ª como ponentes del Estatuto de Autonom¨ªa para Andaluc¨ªa.
Una vez m¨¢s hemos demostrado que lejos de rehuir cualquier cuesti¨®n que interese a Andaluc¨ªa, lo abordamos con rigor, lealtad institucional y altura de miras, porque Andaluc¨ªa es nuestro principal referente y debe ser el ¨²nico objetivo de la reforma del Estatuto.
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